Diario de León

«No somos más infelices, pero toleramos peor la espera y la frustración»

Entrevista con Enrique Ortega García, coordinador del equipo Salud Mental Infanto-Juvenil del área sanitaria de León, ante el aumento de peticiones de consulta por problemas en la infancia

Enrique Ortega, en su despacho en el centro de salud en León. MARÍA FUENTES

León

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Enrique Ortega García es el coordinador del equipo de Salud Mental Infanto-Juvenil del Área Sanitaria de León. Actualmente es vicepresidente de la Asociación de Psiquiatría del Niño y Adolescente de Castilla y León (APNYACYL), de la que fue presidente. El aumento de las demandas de las consultas de salud mental en la infancia preocupa a los especialistas.

— ¿Cuántos pacientes atienden y cómo ha cambiado el perfil en los últimos años?

—La demanda de consultas en la Unidad de Salud Mental Infanto-Juvenil (USM-IJ) no ha parado de crecer año tras año, con un incremento muy significativo en los últimos años principalmente después de la pandemia. En los años previos a la pandemia teníamos una demanda de 700-800 pacientes nuevos al año y desde la pandemia (2021) no hemos bajado de 1000 y en los 3 primeros meses del 2024 hemos recibido más de 300 peticiones de consulta. Hemos apreciado, al igual que en otras provincias, un aumento muy significativo de los trastornos de la conducta alimentaria, afectivos, de ansiedad, conductas autolesivas con y sin finalidad autolítica, adicciones a nuevas tecnología, trastornos de la conducta, así como un aumento de pacientes con TDAH y TEA, estos dos últimos diagnósticos muy posiblemente debido a que cada vez se hace una mejor detección y a edades más tempranas desde pediatría de atención primaria y los centros educativos.

— ¿Qué cree que pasa?

—No existe una causa única. Por un lado, podemos hablar de cómo ha cambiado la sociedad, la educación y los modelos de familia en las últimas décadas. Ha cambiado la manera que tenemos de relacionarnos, tanto a nivel familiar como con iguales, de gestionar nuestro tiempo y hasta el aburrimiento, la tolerancia a la frustración y deseo de inmediatez y el nivel de exigencia, que a veces podemos pensar que ha disminuido, pero otras que ha aumentado mucho. Por otro lado, el hecho de que se haya superado la época donde se negaba la patología psiquiátrica en la infancia, e incluso que se pensara que solamente podía ser consecuencia de las dinámicas familiares, junto a los avances en el estudio e investigación de los trastornos psiquiátricos de la infancia y adolescencia, así como la asistencia especializada, ha hecho que cada vez haya una detección más precoz, así como una mejor atención. Por último, también tenemos que alertar de la tendencia a querer ‘psiquiatrizar’ con mucha frecuencia, muchos problemas cotidianos que no son patológicos.

—¿Qué diferencias existen entre los problemas de salud mental de los adultos y los menores y jóvenes?

—No creo que se trate de encontrar las diferencias entre niños y adultos sino de ser conscientes de que hasta el 70% de los trastornos mentales debutan en la infancia y adolescencia. Tanto la infancia y la adolescencia son etapas cruciales en el desarrollo de la persona y es muy importante diagnosticar los trastornos del neurodesarrollo como puede ser el TDAH y el TEA en estas edades. Muchas de las patologías que tratamos tienen una gran carga genética y son heredadas.

—¿Cómo abordan esta problemática con las familias?

—Las familias son cruciales en las consultas de salud mental infanto-juvenil. Muchas veces decimos que los padres son nuestros mejores aliados y es fundamental que entiendan lo que les está sucediendo a sus hijos para buscar soluciones y que actúen como coterapeutas. Me gusta decir que enseñamos a los padres a escuchar a los niños para entenderlos y a hablarles para que les entiendan.

—¿Hay suficientes recursos en León para atender tanta demanda?

—En estos 25 años que llevo como psiquiatra de la infancia y adolescencia he visto cómo se ha desarrollado la red asistencial en León y en la Comunidad. Hasta que comencé a trabajar aquí, no había una consulta específica, pero tuvieron que pasar bastante años hasta que se consiguió que en todas las áreas sanitarias de la comunidad hubiera consulta específicas. La red no ha parado de crecer. En 2007 se abrió una Unidad Regional de Hospitalización Psiquiátrica Infanto-Juvenil en el HCU de Valladolid, que si bien se ha quedado pequeña para toda la demanda de la Comunidad, hasta que se pueda abrir al menos otra planta de hospitalización, se ha apostado por fomentar un recurso intermedio como pueden ser los Hospitales de Día. En León la red de salud mental infanto-juvenil ha crecido considerablemente recientemente y vamos a contar con cuatro psiquiatras de la infancia y adolescencia, cuatro psicólogo clínicos, dos enfermeras, una terapeuta ocupacional, una trabajadora social, una auxiliar de enfermería y una auxiliar administrativo y en breve vamos a inaugurar el Hospital de Día.

—¿Qué medidas tomar para que la población no enferme?

—Tenemos que fomentar una infancia y adolescencia sana y saludable para poder llegar bien a la vida adulta. Educar las habilidades sociales, empatía y el respeto, así como la resiliencia emocional. Fomentar unos estilos de vida saludables, insistiendo en la alimentación equilibrada, ejercicio regular y sueño adecuado. Tenemos que crear espacios seguros donde los jóvenes puedan expresar sus emociones, recibir apoyo emocional y aprender habilidades para manejar el estrés y la ansiedad. La mejor medida es la detección precoz e individualizar los tratamientos.

—¿Cuál sería su primera propuesta para implantar en salud mental?

—Solo espero que las decisiones que se tomen desde el Ministerio de Sanidad sean un planteamiento firme de futuro que vaya más allá de las promesas a corto plazo. El grado de especialización es cada vez mayor y se ha conseguido el reconocimiento de la especialidad de psiquiatría de la infancia y adolescencia. España ha sido de los últimos países europeos en tenerla reconocida y hemos tenido que ver cómo se fueron nombrando hasta diez ministros de Sanidad desde que Bernat Soria anunciara su creación en 2009 hasta que se aprobó en agosto de 2021, y que ha permitido que desde el año pasado exista una formación MIR en psiquiatría infantil. Toca seguir desarrollando una red que cubra las necesidades. No podemos olvidar que la sanidad esta transferida a las autonomías.

—¿Las redes sociales hacen tanto daño?

—Es muy importante conocer el peligro de hacer un mal uso de las mismas. Con mucha frecuencia se están utilizando sin la debida supervisión y control parental.

—¿Están aumentando los problemas mentales por el consumo de drogas?

—Es conocida la relación entre el consumo de sustancias y las enfermedades mentales tanto en la precipitación de brotes psicóticos como en los problemas de adiciones. El alcohol y las drogas son particularmente nocivos en los periodos del desarrollo del cerebro como son la infancia y adolescencia.

—¿Qué papel tuvo el confinamiento en el desarrollo de enfermedades mentales?

—La pandemia y el confinamiento fue una época muy estresante. Se ha demostrado que fue una medida exagerada, al menos la duración y lo estricta que fue, obligando a la población a permanecer en sus casas sin poder salir a tomar el aire, relacionarse con iguales, hacer deporte, etc. Lo prolongado del aislamiento generó sentimiento de apatía, baja autoestima y malestar. El no poder relacionarse hizo que hubiera un abuso de la tecnología y las redes sociales tanto para comunicarse como para entretenerse, aumentando la inactividad y la falta de interés por otras actividades más productivas.

—¿Por qué parece que somos más infelices y estamos más cansados?

—No creo que seamos más infelices, posiblemente lo que pasa es que cada vez se tolera peor la espera y queremos conseguir las cosas rápido. Podríamos hablar de la cultura del esfuerzo y del trabajo que nos inculcaron nuestros padres y cómo parece que se ha malentendido el estado del bienestar donde las frustraciones y el miedo al fracaso está marcando mucho a nuestra sociedad.

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