Revista
Laciana, una historia de silencio y corrupción
Las agresiones y amenazas sufridas por varios vecinos de Villablino a cuenta de fincas en el valle son el último capítulo de una historia que durante el último medio siglo ha estado protagonizado por una economía basada en el trampeo constante de la ley, el dinero fáacil y la sumisión.
Un alcalde que, en lugar de erigirse en el comendador de sus vecinos, utiliza presuntamente su posición para adquirir fincas en la liquidación de CMC es la prueba de la aniquilación del espíritu de un pueblo que ahora comprueba cómo unos cuantos se enfrentan por quedarse con la miseria abonada por un negocio que sólo sirvió para enriquecer a unos pocos y convertir al resto en siervos de la subvención y de un futuro de pobreza. Mario Rivas no es más que el exponente, el resultado de un clima en el que todos callaron a cambio de bodrio para la mayoría y ganancias millonarias para los que manejaban el cotarro. Un ejemplo: cuando Ana Luisa Durán concede a Victorino Alonso la explotación de cinco cielos abiertos —Buxonte, Chabiadas, Felisa, Rodeviejas y la ampliación del Feixolín— la MSP había cerrado ya todos sus grupos a excepción del Pozo Calderón, y había reducido más de un 200% su plantilla con respecto a 1998 —1.958 trabajadores en ese año, 619 en 2005—, año del final del primer Plan del Carbón, que recogía la recolocación de cuatro mineros por cada once prejubilaciones... Sin embargo, Durán no se sonrojó al enumerar las grandes contraprestaciones que el acuerdo le depararía a Laciana al tiempo que el empresario, en un ejercicio de cinismo, aseguraba que si a la MSP le iba bien, a Laciana le iría bien. O viceversa. Este viceversa ha sido el principal actor de lo que hoy ocurre. Fueron pocos los que advirtieron. Entre ellos, el portavoz del PP, José Luis Suárez Pastor, hoy coordinador de Vox en El Bierzo, que aquel mismo día declaró que los lacianiegos ponían los muertos, las escombreras y los cielos abiertos y el PSOE hacía las inversiones en Ponferrada.
Todos, sin excepción, callaron e hicieron el caldo gordo. El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, había logrado que el empresario del carbón le cediera gratis la térmica de la MSP, donde se instalaría uno de los exponentes de la Ciuden, convertida hoy en el ejemplo de la Transición (In)justa.
El silencio es ley en un valle en el que los pocos que se atreven a hablar reciben amenazas o son agredidos mientras la mayoría mira hacia otro lado. Y es que lo que media entre el Villablino de finales del siglo XIX y el que ya se encamina hacia la mitad del XXI no se ve. Ni siquiera si te acercas hasta el gran cielo abierto que se convirtió en el exponente del derrumbe económico del valle de Laciana comprendes qué ha pasado para que un recóndito lugar perdido en medio de las montañas pasara de ser uno de los hitos de la Institución Libre de Enseñanza a destruir escuelas, legados intelectuales y arrasar proyectos universitarios. Cuando Bob Woodward y Carl Bernstein comenzaron a investigar el caso de corrupción que hizo dimitir a Nixon, su fuente les recomendó que siguieran el rastro del dinero. Ese money trail se ha desvanecido en Villablino, pero no así los efectos que generó. Las huellas están a la vista, en las costuras de una sociedad que aún no ha despertado del sueño de la sinrazón.
Francisco Fernández Blanco, pero no sólo. A Sierra Pambley Laciana le debe todo lo que pudo ser y, por supuesto, todo lo que aún puede conseguir. Sus escuelas obreras y el germen de pedagogía social y cultural a través de la educación hizo que el valle fuera puntero y protagonista del desarrollo del país. Es el caso de los hermanos Alvarado que, aunque gallegos de origen, desarrollaron toda su vida profesional a través de la Institución Libre de Enseñanza en Laciana. Juan y Buenaventura proyectaron su creatividad económica y social para convertir en riqueza los recursos naturales del valle en un motor de progreso para sus habitantes. Emprendieron iniciativas en el campo ganadero, como el ensayo de nuevos cultivos o la mejora de la raza vacuna autóctona, la mantequera leonesa, con el fin de incrementar tanto su producción de leche como el porcentaje de materia grasa de esta. El pulso innovador continuó con los hermanos Rodríguez, Rubio y Gancedo. A ellos se debe no sólo la creación de los primeros grandes almacenes españoles que, a la manera relatada por Zola en Au bonheur de dames, cambió la fisionomía económica de las metrópolis europeas, sino el perfil del ensanche madrileño. La Gran Vía sería otra sin el dinero y las ideas que, desde la masonería, aportaron los empresarios de Villablino.
Todo ello hizo que a principios de siglo XX no hubiera un sólo habitante de Laciana que no supiera leer y escribir, una conquista que pocos territorios de España cumplían por entonces. Las escuelas levantadas allí y en El Bierzo por el arquitecto Amós Salvador fueron definitivas para que la comarca se convirtiera en pionera de la educación en España.
Todo este legado fue poco a poco enterrado por ese rastro de dinero que hizo que Laciana y, sobre todo, Villablino, se convirtiera en cierto modo en un territorio comanche en el que la munición —el carbón— no fue más que un pretexto para enterrar la autonomía y la capacidad crítica de la población.
Así que lo que va de Francisco Sierra Pambley a Mario Rivas es el carbón. Pero no sólo. Porque no fue la minería la que arrasó la virtualidad de Laciana para liderar el porvenir del valle, sino un clima de pensamiento en el que la subvención, el chantaje y la ley del silencio se ensamblaron de manera perfecta para convertir la zona en una adormidera.
Javier Rubio fue uno de los líderes de la Marcha Negra . «Cuando se produce la Guerra de los Seis días, en Europa se vuelve a mirar al carbón como una necesidad. La MSP en aquel momento, en lugar de plantearse mirar hacia el futuro, se limitó a recoger beneficios», dice. Él mismo da una de las razones por la que ya por entonces, hace más de un siglo, la minería de Laciana estaba en fase terminal: «Su único objetivo era conseguir grandes beneficios a través de las subvenciones del Estado para proyectos que siempre eran una ruina». Pone como ejemplo el pozo de Lumajo y destaca que cuando Dragados y Construcciones comenzó la obra del pozo despidió a los pocos días a sus obreros, que fueron sustituidos por empleados de MSP. «Aquello nos llamó la atención y lo denunciamos, pero ni Dios nos hizo caso», lamenta. Esa mina jamás funcionó. «Cuando ya se sabía que no servía y que nunca se abriría, llegaron los de Duro Felguera a montar las guiaderas». Este ejemplo es una anécdota, pero categoriza la historia de Villablino durante los últimos cuarenta años: subvenciones, corrupción y paz social, el opio perfecto para acallar una comarca que antes del estallido del carbón tenía 3.000 habitantes, que llegó a casi 16.000 y que ahora apenas cuenta con 8.000 vecinos. Lo que va de Sierra Pambley a Mario Rivas...
Las palabras de Rubio demuestran que antes de la Marcha Negra, ya se sabía que la primera empresa de la provincia de León no tenía más futuro que el cierre. Se alimentó al dinosaurio con la esperanza de que al día siguiente, con el amanecer, ya no estuviera allí, pero el monstruo no dejó de crecer. «Primero cierran el grupo de Bolsada y después nos plantearon el cierre de María»...
La marcha a Madrid se premió con promesas tras las que la empresa entró en concurso de acreedores. «Estuvimos muy cerca de conseguir la nacionalización de la empresa», defiende Javier Rubio, una posibilidad que jamás estuvo en la mente del por entonces ministro de Industria, Claudio Aranzadi, ni de ningún cargo de los gobiernos socialistas, incapaces de adelgazar el gigante de Hunosa por el poder y las presiones del poderoso Soma y su líder José Ángel Fernández Villa.
—«Si hubiéramos salido de Madrid hacia Bruselas, ya veríamos si el Gobierno habría claudicado», insiste en una demostración de que es más fácil vivir con los ojos cerrados.
Por entonces, la MSP empleaba a 2.600 trabajadores y tenía una deuda viva de 31.000 millones. El juez decide, en vista de la magnitud de las consecuencias que podría tener la clausura, declarar quiebra en continuidad, una figura legal que permitió mantener el empleo hasta la refundación, cuando pasa a manos de Victorino Alonso por obra y gracia de Ángel Villalba, presidente por entonces de Caja España. Con el empresario minero las minas de interior se cerraron, el viento y los escombros comenzaron a convertirse en protagonistas del negocio en las térmicas y se abrieron los cielos abiertos, envenenando no sólo el medio ambiente y el hábitat de especies en peligro de extinción sino a la propia sociedad de Laciana, que se prestó a convertirse al tiempo en rehén y cómplice del nuevo ‘filántropo’ de la comarca.
Provincia
Suspenden el juicio contra Coto Minero por la situación de tensión en Villablino
Redacción
Las veleidades de los políticos con Alonso no entendieron sin embargo de color político. El empresario supo ‘entenderse’ con todos los partidos por igual y todos los escalafones del poder. Los sindicatos habían ido perdiendo fuerza desde la compra de la Minero Siderúrgica de Ponferrada gracias a la decisión de la empresa de tratar de manera directa con las juntas vecinales y el propio ayuntamiento. Fue así como se pusieron en marcha cielos abiertos, como el Feixolín y, poco a poco, IU fue perdiendo concejales. El canto del cisne se produjo con Guillermo Murias, que parecía el mirlo blanco de la formación y terminó imputado (y absuelto) por prevaricación. Y es que cuando los tribunales ya habían dejado claro que la explotación del cielo abierto era ilegal, el alcalde, que había anunciado una sanción de 170 millones de euros contra las empresas de Victorino Alonso, le permitió seguir explotándola durante dos años más de la mano de la Junta de Castilla y León. En el juicio declaró que lo hizo por los trabajadores...
Antes de él, un socialista, Pedro Fernández —padrino de Mario Rivas en el Mass, que acabaría condenado con inhabilitación para cargo público— se encargó de que el negocio no se detuviera por simples cuestiones legales.
Fondos Miner, subvenciones, importaciones de Ucrania o de Sudáfrica, algún que otro muerto, prebendas, derechos de pernada, y prejubilaciones mediante, el poder, ese magma inconcreto del que ahora todos niegan haber formado parte, se conjuró para que los presuntos delitos cometidos con cargo a la fuente de energía autóctona no se vieran o, al menos, no se registraran on the record. El rastro del dinero es lo que media entre Sierra Pambley y el Villablino actual.
Ninguno de los protagonistas se hace cargo de las consecuencias que tuvo para Laciana el lento proceso de liquidación con el que, a base de miles de millones, se regó la comarca para que nadie protestara. La paz social se firmó a cambio de prevaricación, corrupción y, sobre todo, de la ley del silencio. Nadie se atrevió a alzar la voz contra lo que todos ya sabían era el principio del fin y los gritos de ¡Queremos trabajar! que se escucharon en la Marcha Negra fueron sustituidos por la pregunta definitiva: ¿Habrá prejubilaciones para todos?
Por supuesto, las responsabilidades no pueden repartirse por igual. «Cuando Victorino llega ya sabíamos que esto iba a durar poco. Lo que queríamos era alargar... para los que queríamos puestos de trabajo era para los que no estaban en la mina», asume Javier Rubio, que momentos después recuerda que en los plenos había «chicos jóvenes» que gritaban que Victorino Alonso era su padre. «¿Por qué lo hicieron? No lo sé. Se daban ayudas para el cierre y para la apertura. Había poco que hacer, la verdad». La claudicación era un hecho ya cuando Ana Luisa Durán, protectora de Mario Rivas, llegó a la Alcaldía.
Lo que va de Francisco Fernández Blanco a Mario Rivas pasa por Victorino Alonso y por Ana Luisa Durán. También, por los sucesivos gobiernos en Valladolid y Madrid. La alcaldesa socialista pone fin al campus de verano que la Universidad Carlos III de Gregorio Peces Barba había puesto en marcha en Laciana, con una amplia oferta cultural y la presencia de figuras de relieve internacional en la comarca, pero también a los proyectos culturales de Eduardo Arroyo en Robles y consiente la destrucción de las escuelas para levantar en el solar un Parador Nacional prometido por Zapatero que, a día de hoy, sigue siendo un fantasma. «Ana Luisa se carga la Carlos III por la misma razón por la que se carga todo lo cultural, porque tenía que erigirse en el Dios supremo de todo y se cepilló a todos los demás», recuerda Javier Rubio. Mientras tanto, permitía a Victorino Alonso, en presencia de los sonrientes Miguel Martínez y Ángel Villalba —secretario provincial y autonómico del PSOE— la explotación de cinco cielos abiertos: Buxonte, Chabiadas, Felisa, Rodeviejas y la ampliación del Feixolín.
CMC, heredera de MSP, entra en concurso de acreedores en el año 2013 y en 2015 comienzan a subastarse las propiedades de la compañía. Entre ellas, hay cuatro que se encuentran en la braña de San Miguel. Se trata de la 298, 301, 306 y 300. Todas ellas habían sido adquiridas por la MSP a través de un particular de Laciana, José Fernández Castro, al que la empresa enviaba como negociador con el fin de adquirir fincas para el cielo abierto del Feixolín. Documentos a los que ha tenido acceso este periódico demuestran que MSP adquirió las fincas 298, 301, 306 y 300 entre 1995 y 1996. La primera fue vendida por Celia Otero, la segunda por Florentina Barrero y las dos últimas a Aurelio Arias García. Estas cuatro parcelas constan en el Catastro como propiedad de Mario Rivas, con lo que tuvo que adquirirlas en la subasta de la empresa de administradores concursales, Insolvency and Legal. Su director, Francisco Javier Durán, asegura a este periódico que todo lo que se vendió en la liquidación se hizo porque figuraba el contrato de compra y que no se dio a nadie ninguna ventaja por el hecho de tener un cargo público.
Puede que por esa razón, Mario Rivas no haya querido explicar nunca a quién adquirió las citadas fincas ni por qué procedimiento, limitándose a mostrar en una reunión entre concejales pero negándose a hacerlo públicamente los documentos en los que supuestamente constaría el pago de los impuestos por las mismas.
Con un paro de 638 personas según los últimos datos del Ministerio de Yolanda Díaz, el problema al que se enfrenta Laciana tras el cierre de la minería es la ausencia de recambio económico. De ahí que la ganadería se haya convertido en una de las únicas fuentes económicas. Sin embargo, no es fácil dedicarse de manera profesional a esta actividad. Uno de los ganaderos profesionales del valle destaca que los derechos de pago base están unidos a las hectáreas admisibles, que son las que producen pastos. Estos disminuyen cada año porque el monte se apodera del terreno. «Tú tienes 50 derechos, pero el año que viene, puede que de las 50 hectáreas que tenías, te queden 40, con lo que tienes que buscar esas diez para no perder los derechos», destaca Ignacio Pérez Martínez. Es decir, para un ganadero profesional es complicado conservar lo que tiene y los pastos hay que buscarlos lo más cerca posible del lugar en el que está el ganado para no ser sancionado.
Por esa razón, los ganaderos destacan que el diagnóstico que hacen los políticos es falso porque no hay hectáreas suficientes. Destaca que la ganadería siempre ha sido subsidiaria de otras actividades en el valle. El problema es que ahora ha pasado a ser la principal, con lo que sin subvenciones sería imposible desarrollar esta actividad.
Alejandro Chacón, ingeniero agrícola y director de ganadería y cárnicas de la cooperativa Lar, subraya que las subvenciones de la PAC siempre se dan a nivel territorial, no a nivel productivo, un criterio que genera que los mayores beneficiarios de la Política Agraria Común sean los grandes terratenientes, un hecho que fomenta la picaresca del propietario y no el trabajo y la productividad. Explica además que, a pesar de lo que la corrección política pregona, el único tipo de ganadería rentable en la montaña de León es la semiextensiva. Una Unidad de Trabajo Agrario tiene 40 ugm (unidad de ganado mayor). Es lo mínimo que Europa establece para acceder a muchas de las ayudas.
En Laciana durante 2020 dieron 85 Pacs, pero la mayoría de poca cuantía —alrededor de 4.000 euros al año— lo que convierte el valle en una de las zonas de la provincia de León con menos subvenciones en este sector. La ganadería, la oportunidad a la que se ha aferrado Mario Rivas como futuro del valle desde su desembarco en política con el Mass, es, de momento, otra mentira. Al menos a nivel colectivo. El silencio de la mayoría es a día de hoy el opio por el que sigue lejos el recambio económico al carbón.