EL DRAMA DE LA DESPOBLACIÓN
Escuelas rurales en peligro de extinción
Casi medio centenar de aulas de la provincia con menos de diez escolares están a punto de desaparecer por falta de población; una veintena han cerrado en los últimos cursos.
«Cuando se cierra una escuela, falta la alegría, algo falta». Lo dice un maestro, Paco Tábara, que vive en León pero nunca ha dejado la escuela rural. Y lo dice un alcalde, Matías Llorente, agricultor y que nunca ha dejado su pueblo, Cabreros del Río. Hace unos años decidió compensar con 1.000 euros a las familias que escolaricen a sus criaturas en la escuela del pueblo.
Apoyar la escolarización en el pueblo, recalca Llorente, «es más eficaz que dar ayudas a la natalidad pues estas no sirven para fijar población si los niños salen del pueblo a otras escuelas», recalca. Los mil euros no se pagan de golpe, sino a lo largo de los primeros años de escuela como una ayuda a libros y otros gastos de las familias.
«Si desde el principio no viven en el medio rural, ¿cómo les vas a devolver luego al pueblo?», reflexiona. Son una excepción, pero hay casos de niños y niñas que viven en zonas urbanas y van a clase a colegios rurales cercanos a la capital porque están menos masificados y el alumnado recibe una atención más individualizada.
Los colegios de Trobajo del Cerecedo y Villacedré son algunos de los ejemplos. A veces los niños tienen lazos familiares en el pueblo, como el caso de un alumno que asiste a clase en Villasinta. Pero son una minoría. Los colegios que tienen cola para sus plazas están en la ciudad.
Medio centenar de escuelas rurales leonesas, con menos de diez alumnos y alumnas, están al borde de la desaparición. Algunas cerrarán el próximo curso, como la de Banuncias, si no se produce el milagro: dos escolares.
La falta de renovación poblacional y el atractivo que el mundo urbano ha ejercido en las últimas décadas ha vaciado los pueblos. «El mayor problema ha sido la expansión económica y de pisos en las cabeceras de comarca durante la época de bonanza, todo el mundo se compró y acabó empadronándose para recibir los servicios», comenta Llorente.
El resultado es que núcleos como Valencia de Don Juan que en 1991 tenía 3.586 habitantes, en 2011 superó la barrera de los 5.000. Una buena noticia para las arcas municipales, pues reciben más subvención del Estado, y una mala noticia para los pueblos del entorno. «Los Oteros son hoy un gran vacío poblacional», constata Llorente.
Para el político hay otras dos claves en la despoblación rural. «Primero se fueron las mujeres, porque las condiciones en que vivían no eran muy favorables, la verdad, luego se casaron con gente de fuera ajenas al mundo rural», explica. Además, en los últimos años se ha
Pero León tiene un problema de reposición demográfica que va más allá de la dicotomía rural-urbano. La población de 0 a 15 años disminuirá un 27,71% hasta el 2029 si no se pone algún remedio.
La despoblación es una de las emergencias de la provincia leonesa que, según las previsiones de la Junta de Castilla y León, dentro de 15 años. Expertos como el leonés Valentín Cabero, catedrático de la Universidad de Salamanca, creen que los pueblos con menos de 100 habitantes, de los que hay más de medio millar en la Comunidad, son imposibles de recuperar demográficamente.
Ven posible recuperar población en zonas intermedias. La clave reside en las oportunidades laborales. Y en los servicios al alcance de la población. «La escuela y el médico es lo más importante», apunta Paco Tábara.
Desde hace diez años abre y cierra la única aula de la antigua escuela Villasinta, a la que ha convertido en un centro pionero en el reciclaje de nuevas tecnologías recogidas del punto limpio y reprogramadas para su reutilización con fines de didácticos. De esta manera, sus alumnos y alumnas tienen un plan individualizado de aprendizaje de lectoescritura diseñado por su maestro que garantiza que sólo avanzan cuando saben.
«Cada uno trabaja a su nivel y los alumnos aprenden a pesar del maestro», comenta. Bromas aparte, «si a un niño de primero le pide la cabeza dividir puede hacerlo». En la escuela rural con poco alumnado los niños se convierten también en pequeños maestros. Tiene un alumno que tres años leía perfectamente. «Aquí van según su nivel individual, no hay que retrasarlos, estoy totalmente en contra de que no se tire de los buenos», recalca.
Las pequeñas escuelas rurales están integradas en colegios rurales agrupados (CRA) que dan soporte de especialistas (música, inglés educación física y religión) y material y mantienen al alumnado en contacto con otras realidades. Villasinta depende de Villaquilambre y Banuncias de Villacedré, el CRA más grande León, desde Montejos del Camino hasta Cembranos.
Hace nueve años reabrió la escuela de Banuncias gracias al empuje de las familias y a que el inspector, Marcial Rueda, y el colegio recogieron el guante. Los trillizos Adrián, Gerardo y Héctor y Alejandro, Alba y David (ya en el instituto) reestrenaron la pizarra. Luego llegaron Álex e Iker. El colegio recogió el guante enseguida y las primeras sillas se trajeron de otra escuela. «La enseñanza aquí es individualizada y de calidad. A veces me freno porque les agobio. Puedes mirar el cuaderno todos los días a todos», comenta el maestro Francisco Paredes. Cierra la escuela «con pena».
La socialización de los niños y la única niña que han tenido en este tiempo, Alba, no es un problema porque están en contacto con el resto de alumnado del CRA. Los críos se mueven a su aire por el pueblo y viven experiencias inauditas en la ciudad. «Son niños como se espera que sean los niños: nobles y sanos», dice el maestro. En el CRA tienen un equipo de fútbol y grupos de Whatsapp. «Son pocos pero toman parte en todas las actividades del CRA», apunta la directora, Camino Gutiérrez.
Los mayores han tenido la suerte de hacer un viaje a Polonia con el programa Comenius del CRA. Allí llevaron el nombre de Banuncias con una presentación en inglés que contemplaron 41 alumnos de 8 países. Retratan el tiempo vivido en la redacción de despedida con ecos de «pachangas», «caídas» y «regañinas» y el recuerdo entrañable del maestro.
Una veintena de escuelas han cerrado en dos años. Según Stele, en cuatro años se han perdido 230 puestos docentes en los centros públicos ordinarios, se ganó 1 en centros especiales y otros 24 en educación de personas adultas. Recortes y descenso de alumnado por pérdida de población están detrás de estas pérdidas de empleo.