Municipio rico, municipio pobre
Los primeros cuatro años de crisis han liquidado en los pueblos de León uno de cada cuatro bares, el 21% de los pequeños comercios y el 13% de las actividades industriales, aunque hay más teléfonos y vehículos. Un recorrido por los municipios que mejor y peor han capeado la crisis presenta nuevos desequilibrios.
Los primeros cuatro años de la crisis han sido devastadores para los municipios intermedios de León, aquellos de más de mil habitantes donde se concentran bares, comercios o bancos a los que acuden los vecinos de otros pueblos aún más pequeños. Son 68 ayuntamientos como Vegas del Condado o Valdepolo, donde la situación es tan lamentable que las cifras del paro son desproporcionadamente bajas porque nisiquiera hay población joven que releve a las generaciones ya longevas. O como Cacabelos, donde una mañana de entresemana en el desértico mercado de abastos resulta triste. En la pescadería productos como las almejas ya se han convertido en un lujo y apenas se traen por encargo. La competencia feroz de los supermercados también ha tambaleado la caja de la panadería y en la carnicería ni mucho menos hay cola. «La mitad del día estamos de brazos cruzados», confiesa una vigorosa dependienta mientras comenta con otras que de un par de años a esta parte «se trae la mitad del género».
Es sólo una situación que reproduce las grandes cifras recogidas en el últimio Anuario Económico de La Caixa, donde por primera vez se evalúan los efectos de la crisis sobre los principales municipios españoles, desde el año 2006 hasta el 2011. En resumen, León ha perdido en este periodo uno de cada cuatro bares y restaurantes (26%), uno de cada cinco comercios minoristas (21%) ha cerrado, el 13,2% de las actividades industriales ya no existen y las entidades de depósito han clausurado el 8% de sus sucursales. Por el contrario, hay más teléfonos fijos (6,9%) y las ventas de vehículos de todo tipo, desde utilitarios hasta tractores, han crecido un 19% en los mismos cuatro años.
Poca gente, poco paro
Pero la crisis no ha tratado de la misma manera a todos. Unos municipios están soportando mejor que otros la actual coyuntura. Es el caso de Bustillo del Páramo, con las cifras de paro más bajas de la provincia. La explicación está en la reducida tasa de desempleo entre personas de 50 a 64 años (3%), lo que arroja un paro general del 5,3% respecto a la población que potencialmente puede trabajar. Bustillo es un municipio austero, pero aún le queda tienda y bares. Las calles, como en la mayor parte de los pueblos en estas fechas, amanecen prácticamente vacías. El único movimiento de la mañana es el del panadero y el de la cartera. Dentro de una nave, un hombre de unos 50 años arregla el motor del pozo. Gerardo Franco ha estado trabajando como cocinero en los últimos años, pero lleva más de uno en el paro. La casualidad provoca que el primer encuentro en el pueblo con menos paro entre la gente de más edad sea con un desempleado que busca «lo que sea». «De cara al invierno, la cosa viene mucho peor porque en León se muere el 90% de lo que hay», afirma con aire pesimista. Vive con su padre y eso ayuda. Algo aporta también el huerto —«habas contadas», señala—, así que admite que «en la ciudad lo tienen que estar pasando peor porque no tienen nada de esto; si no vas al supermercado no tienes nada».
Hubo un tiempo en que los vecinos del Páramo, del Órbigo y de los pueblos de este entorno pusieron esperanza en el área industrial de Villadangos. La mayor parte de las plantas continúan con sus planes, pero ya hay otras vinculadas al ladrillo que han cerrado y unas cuantas más que han congelado las ampliaciones previstas. ««Íbamos muy bien, teníamos buenas expectativas, creíamos que todo el mundo iba a tener trabajo, pero todo se ha parado», admite el alcalde de Villadangos del Páramo, Teodoro Martínez. «Esperamos que esto cambie», afirma, pero de momento la coyuntura ha paralizado los planes de ampliación proyectados en el polígono. «Cuando la crisis finalice estamos preparados para crecer, pero no ahora». Este municipio tiene el mérito de ser el ayuntamiento de la provincia que mayor crecimiento industrial ha tenido en los últimos cuatro años, un 200%. En el lado opuesto se encuentran los municipios de Cuadros, donde se han perdido el 25,7% de las actividades industriales que había antes de la crisis, y Benavides de Órbigo, que ha visto cómo la cuarta parte de sus empresas, sobre todo las vinculadas a la construcción, han tenido que cerrar. La escasa actividad industrial de la capital también provoca una tibia variación respecto al 2006, con un 5,6% de descenso frente al 6,4% que registró Ponferrada.
Con distancia, los negocios más perjudicados en los ayuntamientos medianos de León han sido los bares y los locales dedicados a la restauración, incluso casos históricos. Puente de Domingo Flórez es, según el estudio, el ayuntamiento más perjudicado. El 72,2 de los establecimientos se han visto obligados a cerrar desde el 2006. Estos pueblos enclavados entre la Cabrera, el Bierzo y Valdeorras tienen como respuesta la caída del turismo. «Ha bajado muchísimo. La gente viene a Las Médulas y ahora piden más un bocadillo que ua comida», explica Berta, propietaria del Bar La Torre, uno de los siete que quedan en el pueblo. Y parecen muchos para lo que viene. Desde que la Junta cerró la casa del parque, en la localidad aseguran que apenas hay visitas. «Ya no llegan ni autobuses, ni siquiera se ve gente por la calle», resuelve Ángela mientras la camarera no para de sellar lotería. Son muchos los ayuntamientos leoneses que han perdido más de la mitad de los bares y restaurantes que tenían antes de la crisis, caso de La Pola de Gordón, Laguna de Negrillos o Igüeña. Valverde de la Virgen, aprovechando el tirón de las instalaciones militares y policiales de la Virgen del Camino, es el ayuntamiento de León que menos negocios ha perdido en este sector, sólo el 5,1%.
Lo que hay en casa
Cacabelos es el lugar de la provincia con mayor tasa de paro entre la gente de 25 y 49 años y también el que peores datos registra en cuanto a paro femenino: el 17,8% de las mujeres estaban desempleadas a finales del 2011. No es, por tanto, difícil encontrar a alguien en la calle que encaje en este perfil. «Dicen que los que llevan al cole a los niños son los maridos; eso dicen», comenta una empleada de comercio cuyo marido, que trabajaba haciendo pisos, lleva cuatro años en el paro sin ninguna esperanza de encontrar algo a corto plazo. «Cualquiera se puede imaginar la situación que hay en casa», añade. En esta localidad, las terrazas a media mañana están llenas pese a los nueve o diez grados y la lluvia. El metro cuadrado de tienda se puede conseguir por unos seis euros en alquiler, pero no hay público. Marta abrió «La ruta natural» con todo tipo de ropa y objetos que le han regalado. Ahora los vende a precio muy bajo. «Pero nadie compra», se queja. Claro que ha pensado en cerrar. A este respecto, el municipio de Villamanín es el que menor tasa de paro masculino presenta en toda la provincia (5,3), mientras que en Igüeña el paro femenino alcanza el 4,4%, también el menor de la provincia.
El pan justo de cada día
En el Bierzo se encuentran algunos de los peores datos arrojados por el informe, por ejemplo, por lo que se refiere al cierre de pequeños comercios. Páramo del Sil es el municipio donde paulatinamente han ido desapareciendo pequeños negocios, bien porque no hay relevo o porque la situación económica era insostenible. No hay más que pasear por una de sus calles para encontrarse con un minero afectado por un ERE o que lleva meses sin cobrar. Hasta en las ventas del pan se ha notado la crisis. «Antes la gente se llevaba una barra grande y no le importaba que le sobrase. Ahora llevan lo justo», asegura Rosa, que regenta junto a su marido la Panadería Díez, con tres generaciones en el oficio. Incluso ahora vienen menos panaderos de los que venían hace sólo unos años. Las empanadas, algo común en las ventas diarias, han pasado a ser plato de celebración.
María Luisa fundó el Mesón Baco, en Páramo del Sil. Recuerda que «hace unos años, no tantos, no había parados en el pueblo». «Venían de Anllares —agrega— y tenían que ir a otro pueblo a buscar gente». Pero ahora las cosas han cambiado, de manera que ha pensado en cerrar. Enumera los gastos fijos del local y lo raro que no lo haya hecho ya, pero tiene esperanza en un nuevo empujón para el negocio. Sobre todo ahora que ha llegado un nieto, el «bebé» de la marcha minera. Se conoce así a Héctor porque sus padres se emparejaron durante la caminata de los mineros en el 2010 entre Villablino y León. En contraposición a Páramo, el cercano ayuntamiento de Palacios del Sil fue el único de la provincia que ganó una inicipiente actividad comercial en los últimos cuatro años (7,7%). El resto, todos perdieron.