Las pioneras de la igualdad educativa
La Residencia de Señoritas, por la que pasaron decenas de leonesas, cumple cien años como institución de avanzadilla en la educación superior de la mujer en España, de la que fue precursor el facundino Fernando de Castro a finales del XIX
«Situar a la mujer educativa y profesionalmente en pie de igualdad con el hombre». Una aspiración de hace cien años que aún sigue vigente, fue el objetivo de la Residencia de Señoritas que abrió en Madrid en octubre de 1915. La Guerra Civil truncó el ambicioso proyecto.
Decenas de leonesas, sagas enteras de familias que creyeron en la igualdad de género, pasaron por
este centro ligado, igual que la Residencia de Estudiantes para los hombres, a la Institución Libre de
Enseñanza y a la Junta para la Ampliación de Estudios.
La Residencia de Señoritas nació en la pequeña villa de la madrileña calle Fortuny, con capacidad para
treinta estudiantes. Ocupó el lugar que dejaba su homóloga masculina, fundada en 1910, al ser trasladada a las nuevas instalaciones de la Colina de los Chopos, donde pervive su legado.
Por la sección femenina de la ILE pasaron alumnas de renombre como Victoria Kent, María Zambrano,
Maruja Mallo y María de Maeztu, la que fue su directora durante los 21 años de vida, «junto a un considerable número de jóvenes procedentes de todas las provincias españolas que acudían a La labor de la Residencia de Señoritas tuvo reconocimiento durante la II República. El presidente Niceto Alcalá Zamora la visitó en 1933. zegri / ministerio de educación y cultura Madrid a estudiar, en muchos casos
en la universidad, y que contribuyeron a difundir un nuevo modelo de mujer profesional e independiente», como señalan Almudena de la Cueva y Margarita Márquez Padorno, comisarias de la exposición Mujeres en Vanguardia que conmemora el centenario de la Residencia de Señoritas hasta el 27 de marzo de 2016 en la Residencia de Estudiantes de Madrid.
La Residencia de Señoritas no surgió de la nada. El 8 de marzo de 1910 se derogó el decreto que exigía a las españolas un permiso especial para cursar estudios en la universidad. Era una vieja aspiración de la minoría cultua y liberal que creó la Institución Libre de Enseñanza (ILE) a finales del siglo XIX.
Fue un leonés, de Sahagún para más señas, el precursor de la educación superior para la mujer. Fernando de Castro fundó la Asociación para la Enseñanza de la Mujer, en 1870, en Madrid y auspició las conferencias dominicales para la educación de la mujer. Cuando abrió la Residencia de
Señoritas, muy pocas españolas habían logrado acceder a estudios universitarios. Eran excepciones.
Concepción Arenal, la más conocida, entró como oyente y vestida con ropas masculinas en la Facultad de Derecho de Madrid.
Los vientos favorables a la enseñanza de la mujer también llegaron a España de las misiones
protestantes. A finales del siglo XIX se abría en Madrid el International Institute for Girls in Spain. La vinculación con la residencia de Señoritas fue muy estrecha, hasta el punto de que el instituto fundado por Alice Gordon Gulick cedió en condiciones muy ventajosas locales al centro femenino de la ILE. También hubo influencias a través del profesorado y de los métodos educativos.
Con todo, los tiempos no eran fáciles para la enseñanza de la mujer en España. Como afirmaría María
de Maeztu: «La Residencia de Señoritas no se basó en un hecho, sino en una suposición. No era,
pues, un negocio que se montase para aprovechar las circunstancias favorables. Era un sacrificio
que hacía la Junta para la Ampliación de Estudios para animar a las mujeres españolas a seguir el camino que habían iniciado las de otros países».
De las 30 plazas que se abrieron en 1915, el grupo femenino llegó a contar con doce edificios y capacidad para 265 alumnas en 1936 ocupando varios edificios de la calle Fortuny. De las 162 que figuran en la promoción de 1936, un total de 11 son de León. Antonia Casado Lobato era estudiante
de Medicina y salió graduada como pediatra, profesión que ejercería toda su vida en León. Carmen Fanjul Álvarez-Santullano estudiaba Farmacia. Eran también alumnas de aquel último curso las leonesas Justina García Lorenzana, Aurora Díez Díez, Carmen Llamazares Gómez, Juliana Otero del Palacio,
Mari Cruz Trébol. Las había también de pueblos de León, como es el caso de Modesta Fernández,
de Jimémez de Jamuz, María de los Ángeles Prieto, de Santa María del Páramo, María de la Caridad
Quiñones, de Huergas de Babia, y Consuelo García Fernández, de Santa María de Ordás. En promociones anteriores destacaron otras leonesas como Felisa de las Cuevas, quien tras cursar
estudios de Magisterio en León terminó la carrera y fue profesora del Instituto Escuela, una de
las secciones abiertas por la Instituto Libre de Enseñanza en la Residencia de Señoritas. Impartió
conferencias sobre foloclore a las residentes y participó en las Misiones Pedagógicas de Omaña,
Valdesamario y Valdueza. De la familia De las Cuevas Canillas pasaron por la residencia otras tres muchachas: Concepción, Esperanza y Pilar. Varias sagas leonesas enviaron a sus hijas a la Residencia de Señoritas, como Fanjul Álvarez-Santullano, Carmen, Luisa y Eurgenia.De la familia García
Lorenzana estuvieron Carmen, estudiante de Filosofía y Letras, que llegó a ser catedrática del Instituto
Padre Isla de León; Salomé, estudiante de Farmacia, con oficina en San Emiliano; y Justina. Las hermanas Vicente Mangas también hicieron carrera. Encarnación fue maestra en el colegio Ponce de León, Francisca en la Normal y Margarita, que estudió Físicas, dio clase en la Escuela de Comercio.
La escritora Consuelo Sáenz de la Calzada y su hermana Pilar también procedian de una conocida
familia leonesa. Su hermano, Luis Sáenz de la Calzada, fue alumno de la Residencia de Estudiantes donde conoció a Federico García Lorca y fue mimbro del grupo teatral La Barraca. La Residencia de Señoritas estaba destinada a jóvenes que siguieran estudios o preparasen su ingreso en las facultades universitarias, en la Escuela Superior del Magisterio, en el Conservatorio Nacional de Música, en la Escuela Normal, aunque también las había que estudiaban de manera privada.
Una clase de María de Maeztu en la Residencia de Señoritas
Las clases, la biblioteca y el laboratorio Fóster dieron la oportunidad de iniciarse en estudios superiores
a muchas mujeres, tanto internas como externas. El ambiente era exquisito y en muchos aspectos avanzado. Las mujeres tenían acceso a deportes que casi eran desconocidos en España, como el hockey, sin duda fruto de la influencia norteamericana.
Siguiendo los principios institucionistas de educación integral para el cuerpo y para el alma, se impartían conferencias y se hacían excursiones. La educación artística también era primordial y no faltaban las
actividades lúdicas de teatro, bailes y viajes. Eso sí, las chicas estaban sometidas a «un control más férreo que en el caso de los varones», señalan Almudena de la Cueva y Margarita Márquez.
Entre 1909 y 1936 un total de 460 mujeres se beneficiaron de las 3.150 ayudas de estudios que concedió la Junta para la Ampliación de Estudios. La leonesa Nieves González Barrio (1884-1965) es una de las más prominentes. No sólo fue una de las primeras doctoras en Medicina de España, sino que tras ejercer la profesión en Marruecos, como médica municipal dedicada a mujeres y como responsable sanitaria del
harén de El Jalifa de Tetuán, fue becada por la Junta para Ampliación de Estudios para estudiar en
Estados Unidos tras prestsr sus servicios en el harén de El Jalifa. Esta montañesa nacida en Riotinto,
Huelva, por casualidad fue la mayor de diez hermanos. Su madre, maestra en Vegacervera y su padre comerciante. Fue una joven adelantada a su tiempo y a las leyes que abrieron el camino de la igualdad educativa en España. Tras estudiar en el instituto Padre Isla, de León, en el Jorge Manrique de Palencia, y el de Oviedo, obteniendo el Premio Extraordinario de Bachillerato, recaló en Salamanca en 1908. «Vi anunciadas oposiciones para estudiar Medicina en Salamanca. Me presenté con una docena de muchachos y obtuve el número 1». En 1914 se traslada a Madrid a cursar estudios de Ciencias.
Nieves González Barrio forma parte de la primera promoción de mujeres que, en 1921-22, fueron becadas para salir al extranjero por la Junta de Ampliación de Estudios en otra de las iniciativas realizadas en colaboración con el Instituto Internacional, que abrió las puertas a las españolas en varios colleges estadounidenses. La maestra y periodista Carmen de Burgos, la pedagoga Rosa Sensat, la pintora Maruja Mallo, Carmen Conde... muchas son las mujeres que vivieron aquellos tiempos de progreso para la mujer en España. De algunas queda la obra, pues la cultura artística (plástica, música, escritura...) formaba parte del concepto de enseñanza integral que contenía el ideario krausista e institucionista que inspira la creación de la Residencia de Señoritas.
Si el acceso a la universidad fue un hito, el reconocimiento en el mundo artístico no lo era (y aún es) menos.
Las becas para mujeres artistas abrieron paso a Maruja Mallo, Delhy Tejero y otras muchas, y la habilitación del Club Lyceum femenino como espacio de exhibición fue «un referente para tomar el pulso de la actividad artística femenina».
La Guerra Civil terminó con toda la obra de la ILE. Muchas tomaron el camino del exilio. La residencia fue ocupada y usada como hospital. Al finalizar la guerra fue tomada por la Sección Femenina de Pilar Primo de Rivera y transformada en el Colegio Teresa de Cepeda, primero y Santa Teresa de Jesús más tarde. Pero, como apunta Margarita Sáenz de la Calzada, siempre «pervivió el espíritu liberal español», Quizás porque, como escribió Josefina Carabias al ser invitada al 50 aniversario, «las paredes tienen mucha fuerza sobre los acontecimientos».
«Yo lo comparto», añade Margarita Sáenz de la Calzada, quien fue alumna del colegio Santa Teresa:
«Los viejos pabellones de la calle Fortuny rezumban una libertad que nosotras respirábamos ansiosamente. Eran lugares de memoria, de convivencia, de cultura y de tolerancia", apostilla.
La médica leonesa Nieves González Barrio durante una clase en 1935. Fue una de las mujeres becadas por la Junta de Ampliación de Estudios en Estados Unidos. Su trabajo sobre la creación del cuerpo de visitadoras mereció un premio. Fue encargada del laboratorio de Enfermedades de la Infancia de San Carlos sin retribución.