El Alto Sil se asocia contra los daños del oso en las colmenas y el ganado

De poco sirvió el cercado eléctrico que protegía las colmenas. El oso, como dice el dicho, fue a la miel y el pasado 23 de agosto destrozaba los panales de uno de los colmenares de la empresa apícola Leizem, asentada en los montes de Páramo y Palacios del Sil. No era la primera vez, ni será la última. Y lo mismo que le ocurre a los apicultores , afecta cada vez más a los ganaderos y a quienes cultivan huertas o árboles frutales, advierten los promotores de Leizem, el matrimonio formado por Leizure Alonso y Emilio Villar, ante el éxito de la recuperación del oxo pardo en la zona.

Y el problema viene a la hora de cobrar las compensaciones que ofrece la administración. «Te pagan la mitad y te pagan tarde. Estamos cobrando hasta con un año y medio de retraso», decía ayer, en un alto en la recogida de la miel Emilio Villar, que se postula para ser el presidente de la primera asociación del Alto Sil que agrupe a todos los afectados. Los promotores ya están redactado los estatutos y formando la primera junta directiva para constituirse en una asociación que todavía no tiene nombre, pero que nace con la vocación de aglutinar a todos los perjudicados, ya sea por ataques al ganado o por destrozos en cultivos o colmenas.

Leizem tiene colmenas en Anllares del Sil , donde reside el matrimonio que ha obrado el milagro de que vuelva a corretear por el pueblo un niño. Instalado en Anllares en agosto de 2020, la pequeña empresa ha sufrido en las últimas semanas daños en 30 colmenas de Salientes —y deberá recibir 10.650 euros de compensación de la Junta de Castilla y León— y otras 15 en la propia Anllares, lo que debería suponerle una compensación de 5.325 euros. Desde que la empresa se dedica profesionalmente a la apicultura —empezó en 2017— ha perdido «la friolera de 64 colmenas», afirma, por su parte, Leizure Alonso. Eso supone pérdidas de casi veinticuatro mil euros.

Alonso asegura que las compensaciones de la Junta «no se ajustan a la realidad» de los daños que causa el oso y «tampoco se cumplen los plazos de resolución de los expedientes, que son de tres meses» y»vienen a pagar y resolver en un año o año y medio. Los profesionales, añade su marido, tampoco tienen preferencia en el cobre respecto a quienes tienen colmenas como actividad secundaria.

A todos estos problemas se añade este año la sequía y el efecto de las olas de calor, que está reduciendo la recolección de miel porque ha afectado al castaño, el brezo o el roble y ha empujado a los osos hacia los colmenares en busca de alimento. «No vamos a llegar ni a los siete kilos por colmena», afirma Villar. Leizem, que explota 340 colmenas en el Alto Sil apenas llegará a producir 1.800 kilos esta campaña, calcula Villar. Y así resulta dificil que su peripleo de la ciudad al pueblo siga siendo un éxito.