HOMENAJE EN PONFERRADA
Los apuntes perdidos del hombre que imaginó la fiebre del wólfram
El escritor Raúl Guerra Garrido dejó unas notas para esbozar su autobiografía
"En mi literatura hay un lugar mítico, que es el mojón que marcaba el kilómetro 400 de la Nacional VI de Madrid a Coruña. A partir de ahí, hacia el norte, se abre el valle de Cacabelos y allí estaba la viña de mi abuelo». Esto es lo que le decía el escritor Raúl Guerra Garrido, fallecido el pasado 2 de diciembre , a la revista Fusión entrevistado con ocasión de la publicación de su libro El otoño siempre hiere . Y apuntillaba: "Soy berciano de Madrid. Toda mi familia es de Cacabelos".
Ese mojón legendario, junto a las bolas de la plaza de Cacabelos que representaban el globo terráqueo y que tanto le fascinaron de niño, son dos de las anotaciones para comenzar a escribir una autobiografía que dos meses antes de morir dejó manuscritas en un folio Guerra Garrido, nacido accidentalmente en Madrid, fallido (no por culpa de él) Hijo Adoptivo de Cacabelos , y desde esta semana, enterradas sus cenizas en el cementerio del pueblo donde no nació, pero del que siempre se sintió parte.
Y aunque a Guerra Garrido no le dio tiempo a escribir el libro de su vida, Javier Mina ya tiene un borrador con la biografía del ‘berciano de Madrid’ que tuvo una farmacia en San Sebastián, se enfrentó a la kale borroka y estuvo en el blanco de ETA, y aunque le reconocieron con el Premio Nadal, el Premio Nacional de Literatura y la Orden de Alfonso X el Sabio, no consiguió poner de acuerdo en 2020 a la corporación de Cacabelos. Un «defecto de forma» fue el motivo que ofreció una parte de la oposición para tumbar aquel intento de nombrarle Hijo Adoptivo.
La biografía del autor de El año del wólfram —la novela que narró la fiebre por el oro negro de la Peña del Seo— lleva como título Un hombre en tensión, porque así ha entendido el autor que fue la vida del cacabelense de Madrid.
Homenajeado este sábado por un grupo de escritores, periodistas y divulgadores en la librería El Libro Imposible de Ponferrada, en un acto al que asistió su viuda y sus hijos, Guerra Garrido dejó entre esas notas manuscritas otras ideas sueltas que dan una pista sobre sus pensamientos dos meses antes de morir: «El hombre nace para la derrota», o «Entre dos caminos, siempre el desconocido». Momentos en los que se piensa en los primeros años de vida. El Bierzo, escribe Raúl Guerra Garrido, al que le gustaría estar enterrado bajo un cerezo , era su «infancia silvestre y natural» frente a la vida urbana y civilizada de Madrid.