Memoria histórica
Justicia para Jerónima y Fernando
Ponferrada «salda una deuda» con la mujer embarazada y su hijo de tres años asesinados en el verano de 1936 por falangistas Un monolito junto a su antigua casa en la avenida de Portugal recuerda la «aberración» de aquel crimen
Todo el horror y toda la aberración, toda la crueldad y toda la miseria, toda la deshumanización que encierra la violencia caben en la historia de Jerónima Blanco Oviedo, vecina de Flores del Sil embarazada y su hijo Fernando, de tres años, asesinados en el verano de 1936 por un grupo de falangistas que buscaban a su marido. Todo el horror y todo el terror, todo el trauma que dejaron sus asesinatos, no caben, sin embargo, en la cabeza de Isaac Cabo, esposo, padre, huido, que debió encontrarse con los cuerpos al pie de la carretera una de las noches que bajaba del monte Pajariel para ver a su familia. Desde ayer, aquella «aberración» ya tiene su desagravio, en forma de monolito de acero corten colocado junto a la casa donde vivieron hasta que la violencia que trajo el golpe de Estado de 1936 lo truncó todo.
El horror tampoco cabe en este artículo. Y es muy difícil de atrapar con palabras. Porque los falangistas que buscaban a Isaac Cabo en el verano de 1936 y mataron a Jerónima, en avanzado estado de gestación, y a Fernando —y los dejaron varios días expuestos en la cuneta para que el perseguido los viera— también acabaron, en represalia, con la vida de los padres y los hermanos y el cuñado del huido, en una espiral de violencia que todavía estremece.
«Por esa ventana la sacaron», decía ayer el sobrino nieto de Jerónima, Abel Arias, después de intervenir en el acto que, con la asistencia del alcalde, Olegario Ramón, y del vicepresidente de la Asociación para la Recuperación de la Memoria Histórica (ARMH), Marco González, entre otros, ha permitido que Ponferrada «salde una deuda», en palabras del regidor, con la colocación de un monolito en el lugar donde ocurrió «la aberración» y muy cerca de la trasera de la vivienda donde los cuerpos de las víctimas estuvieron sepultados hasta que los voluntarios de la ARMH exhumaron en 2008 los restos que pudieron encontrar. Y la frase que pronuncia Arias — «por esa ventana la sacaron»·— cuando el acto ha terminado, y han retirado la cortina del monolito, y ha dejado de sonar el violonchelo, y la gente se va, abre la puerta a una pesadilla.
El Ayuntamiento y la ARMH eligieron el Día Internacional de las Desapariciones Forzosas para mostrar ayer el monolito con la icónica fotografía de Jerónima, que solo tenía 22 años, y de Fernando, y saldar esa deuda que la ciudad tenía con sus víctimas, puesta en evidencia el día en que el Ayuntamiento de León concedió en 2009 una calle para recordarlas en un acto que contó entonces con la asistencia y los versos del poeta Antonio Gamoneda.
El alcalde de Ponferrada habló de la «obligación moral y política» que tenía el Ayuntamiento con las víctimas y recordó que en breve habrá exhumaciones en el cementerio del Carmen y un nuevo monumento, obra de Amancio González, en el Montearenas, donde tantos cuerpos reposan. El sobrino nieto de Jerónima recalcó, por su lado, que el monolito es un homenaje a todas las víctimas de la represión. Y citó al investigador Santiago Macías, presente en el acto junto al ex alcalde Samuel Folgueral, para dar las gracias porque la historia de Jerónima y Fernando saliera a la luz, junto con los restos exhumados por la ARMH.
Y aunque no estuvo Gamoneda, también se escuchó la voz de otro poeta comprometido con la memoria en boca de Teresa Rivas, de la ARMH, «La memoria es restablecer la justicia en el lugar donde no hubo justicia, la utopía de los sueños, la única justicia de los sueños es no darle en el tiempo la razón a los verdugos», fueron las palabras de Juan Carlos Mestre que Rivas leyó, antes de que descorrieran la cortina y el monolito de acero corten con la fotografía de Jerónima y Fernando les hiciera justicia, aunque solo sea desde el campo de la poesía.