TRANSPORTES
Cuando una manada de jabalíes pasa las vías en medio de la noche
La treintena de viajeros del Regional que anoche llegó a Ponferrada se vieron sorprendidos por un atropello, que retrasó el tren casi media hora después de un frenazo en medio de la vía
22:35. Estación de ferrocarril de León. El Regional con destino a Ponferrada sale puntual con más de una treintena de viajeros, muchos más que un día cualquiera de semana. Es casi Navidad. El viaje se realiza con normalidad hasta que se pasa el apeadero de Villavante. A los pocos minutos, el tren empieza a frenar y se escucha un ruido de piedras que golpean contra el convoy. Hay viajeros que piensan que ha descarrilado.
Termina parando y enseguida sale el revisor de la cabina. Va tranquilizando a los viajeros. No pasada nada. Ha tenido que frenar por la presencia de una manada de jabalíes en medio de la vía. En ese tramo alcanza la mayor velocidad del viaje. 110 km/h. El problema es que el tren no arranca. Hay un problema técnico como consecuencia del impacto. Hay que llamar al centro de operaciones para que ponga en marcha, bien otro tren para continuar viaje, o la alternativa de un bus. La espera puede ser de horas.
Maquinista y revisor informan a Renfe del punto kilométrico. Como las carreteras, cada 200 metros, en el caso de las líneas de ferrocarril, hay un indicador del punto kilométrico.
Nadie se mueve de sus asientos aunque los teléfonos echan humo. Todo el mundo avisa a casa. El convoy está en medio de la nada en una noche cerrada y oscura. En un tramo que no se sabe si tiene accesos. Empieza la espera.
Así pasan 20 minutos cuando, de repente, el tren vuelve a ponerse en marcha. El impacto del jabalí había afectado al sistema de freno pero el maquinista ha sido capaz de arreglar la avería sobre la marcha. Se acaba la pesadilla.
En los últimos meses, Renfe ha repuesto el revisor en los trayectos a Ponferrada, pero qué hubiera ocurrido si el tren se para en la vía y los viajeros se quedan en tierra de nadie. El incidente recuerda a lo que pasó en agosto en Valencia, donde terrminaron bajando del convoy por su cuenta a la vista de un incendio.
La pericia del maquinista y el buen hacer del revisor dejaron el viaje a Ponferrada en un susto a las puertas de las Navidades.