El regreso del embajador que repatrió a Gil
Álvarez de Toledo cuenta hoy en Villafranca cómo trajeron sus restos desde Berlín. La fotografía es de mayo de 1987 y la tomó la periodista de Diario de León Ana Gaitero con una de las pistas del aeropuerto de Barajas de fondo. En el centro, el alcalde de Villafranca, Luis Núñez, posaba con la caja que contenía los restos de Gil y Carrasco, sacados de Berlín gracias a las gestiones de Álvarez de Toledo
Es una historia contada. Pero los villafranquinos podrán escucharla esta tarde de boca de unos de sus protagonistas: el que fue embajador de España en la extinta República Democrática Alemana, Alonso Álvarez de Toledo y Merry del Vall, que en el año 1987 logró que los restos de Enrique Gil y Carrasco atravesaran el Telón de Acero y reposarán en Villafranca, como se había empeñado el entonces alcalde de la localidad natal del escritor, Luis Núñez del Blanco.
Invitado por la Asociación de Amigos del Castillo de Cornatel Álvarez de Toledo contará de primera mano, a las 19.30 horas en la iglesia de San Francisco donde reposa ahora el escritor, las gestiones que hace 28 años realizó para que los huesos de Gil y Carrasco salieran del cementerio de Santa Eduviges en Berlín oriental. La conferencia del diplomático forma parte de los actos de homenaje al autor romántico en el bicentenario de su nacimiento que la Asociación de Amigos de Cornatel organiza hoy en Villafranca. Tras la charla, la cellista del Conservatorio Cristóbal Halffter Celia Cruz Solares, que interpretará al violonchelo la Zarabanda y preludio de la tercera suite de Bach.
La jornada concluirá con una cena de confraternidad en el Parador Nacional de Villafranca a las 21.30 horas, que servirá para que los amigos del Castillo de Cornatel, uno de los escenarios principales de la novela El Señor de Bembibre , nombre tenente de honor a título póstumo al escritor. Recogerá la distinción en su nombre el propio ex embajador Álvarez de Toledo.
El diplomático desempeñó hace 28 años un papel fundamental para que los restos de Gil y Carrasco, que murió en Berlín en 1846, con sólo 31 años, regresaran a su localidad natal. El investigador francés Jean Louis Picoche había localizado su tumba en el cementerio situado en la zona comunista de Berlín. El entonces alcalde, Luis Núñez, se propuso devolver al escritor a casa y con la ayuda de Marita Álvarez de Toledo, que sirvió de mediadora recordando que el padre de Gil había sido administrador de la familia, y las gestiones del embajador hicieron posible que la caja con los restos volarán desde Berlín a Madrid en un avión de la compañía rusa Aeroflot. La periodista de Diario de León Ana Gaitero fue testigo en el aeropuerto de Barajas de los problemas en la aduana por la falta de un permiso sanitario —se estaba repatriando un cadáver después de todo— y que al final se solventaron al tratarse de restos antiguos. Más detalles, esta tarde en Villafranca.