Diario de León

El suelo se vuelve a hundir en Onamio

Ha aparecido un nuevo agujero de más de un metro de diámetro en el casco urbano que se corresponde con una chimenea de ventilación de la vieja mina de hierro del Coto Wagner que ya había sido rellenada hace años

Aparece un nuevo agujero en el casco urbano, donde hubo una chimenea de ventilación de antigua mina de hierro del Coto Wagner que ya fue rellenada hace años

Ponferrada

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La tierra se ha vuelto a hundir en Onamio (Molinaseca) sobre la vieja explotación minera del Coto Wagner, de donde la Minero Siderúrgica de Ponferrada (MSP) extrajo hierro entre 1952 y 1982. El suelo se abrió el viernes, alrededor de las 20.00 horas, en una finca urbana ubicada a unos tres metros de la calle La Cruz. «No hay casas demasiado cerca. Todos son huertas», explicó el alcalde, Alfonso Arias.

El agujero tiene un diámetro de poco más de un metro y se ha abierto en una antigua chimenea de ventilación de la mina de hierro que «ya dio problemas hace años y había sido rellenada», afirmó el regidor. Probablemente, las intensas lluvias de los últimos días hayan favorecido el corrimiento del terreno y el derrumbe. El Servicio Territorial de Industria de la Junta de Castilla y León ya está al tanto de los hechos y enviará a un equipo de técnicos el viernes para valorar la situación y redactar un informe que, después, será trasladado a la Dirección General de Minas para que «se adopten las medidas necesarias, explicaron fuentes de la administración autonómica consultadas por este periódico.

«Hasta donde se sabe, el nuevo hundimiento ha surgido en una zona que ya estaba tapada, pero a causa de las prominentes lluvias recientes se ha generado de nuevo», incidieron desde Industria. Mientras se estudia la situación y el alcance del hundimiento, el Ayuntamiento de Molinaseca ha vallado el perímetro y, aunque Alfonso Arias se muestra tranquilo, porque «no vemos una peligrosidad inminente», sí reconoce que de seguir aumentado el diámetro por efecto de las lluvias previstas para los próximos días, podría desplazar la calle que está a pocos metros. Y de los otro lado de esta ya se encuentran las primeras casas.

Los últimos hundimientos de los que se tiene constancia en el casco urbano de este poblado minero se produjeron en el año 2009. Salieron unos pequeños agujeros de un diámetro de unos 50 centímetros que se vincularon a la rotura de una tubería del depósito con cien mil litros de agua, que se vació por completo. Entonces, a la memoria de los vecinos volvió aquel hundimiento de mediados de los 80 que se tragó las cuadras de dos de ellos y una vivienda.

Precisamente, en febrero de ese año se encargó la realización de un estudio sobre la situación de los hundimientos provocados por la antigua explotación minera en el casco urbano a fin de minimizar o prevenir los riesgos para la población. No obstante, está constatada la existencia de más de 60 hundimientos por el colapso de las galerías del interior de la mina, aunque prácticamente todos se localizan en zonas alejadas del núcleo poblacional. 

Una consultoría externa se encargó de la elaboración de dicho estudio a instancias del Servicio de Minas de la Junta de Castilla y León, del que el entonces (2009) delegado de la Junta en la provincia, Eduardo Fernández, dio cuenta tras los pequeños hundimientos de aquel año. Afirmó que el pueblo estaba seguro y que la superficie sobre la que se asienta es bastante compacta, ya que la galería que pasa por debajo es de cruce y no de explotación. Esa fue la explicación que ayer volvió a recordar el alcalde: «La galería que pasa por el pueblo no se llegó a explotar», dijo.

Los problemas en el suelo de Onamio se dan desde finales de los años 50. De aquella, varios vecinos presentaron un escrito ante la autoridad competente en el que alertaron de los riesgos por la explotación de esa mina de hierro al hacerse visible ya hundimientos próximos al casco urbano. Unos años después, varias familias tuvieron que ser evacuadas  de sus casas, aunque después volvieron tras asegurarles la Jefatura de Minas que el terreno no volvería a repisar, según los testimonios de algunos. 

Lo que sí hubo que cortar hace años fue un camino de acceso a una zona de fincas en el que se demostró que «está hueco a cuatro metros», explicó Alfonso Arias.

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