¿Cómo limpiamos el monte? ¿Y cómo lo pagamos?
Observemos con atención la imagen que sigue a este párrafo: en primer plano, una barbacoa en un área recreativa en una zona donde apenas hay vegetación. En segundo plano, y detrás de una cerca de piedras semiderruida, la configuración y estructura de la vegetación es mucho más compleja: un estrato arbustivo dominado por brezos y helechos secos bajo robles y pinos. Dos mundos, dos montes, separados por una antigua tapia.
Para muchos, el monte detrás del muro está sucio , aunque no se vean basuras. El área recreativa, por el contrario, está limpia: su aspecto es ajardinado.
Para otros, los menos, el monte del segundo plano no está sucio, simplemente se manifiesta con su presente estructura como consecuencia del abandono de usos agrarios tradicionales que ha posibilitado la colonización natural del espacio que antaño aprovecharan intensamente nuestros mayores y sus animales.
Un número más limitado aún añadirá conceptos como complejidad estructural y de continuidad de combustible . Pero, sin lugar a dudas, todos entienden que, en caso de provocarse un incendio, el fuego en el paisaje del segundo plano será prácticamente inapagable.
Este artículo se centrará en la prevención de incendios y, especialmente, en aspectos económicos y presupuestarios. Pero no perdamos de vista la primera imagen.
Cada vez más bosques y más incendios
Los modelos climáticos predicen incrementos de los fenómenos de sequía, de olas de calor y, por tanto, de desecación de la vegetación , que aumenta el riesgo de propagación del fuego. En el verano de 2022, los incendios han provocado en Europa las emisiones de CO₂ más elevadas de los últimos 15 años .
Más del 50 % del territorio de España es monte ( 27,9 millones de hectáreas ), situado mayoritariamente en la España vaciada .
A pesar de los incendios forestales, la superficie forestal aumenta anualmente y gradualmente se acumula más biomasa en el monte.
La transformación de una hectárea de monte mal llamada sucia (detrás del muro) en limpia (área recreativa) requiere, como mínimo, de cinco a diez jornales de trabajo.
Ante este panorama, ¿es factible pensar que hay presupuesto en algún país del mundo para abordar una selvicultura de prevención de incendios a base de inversiones y dinero público en millones de hectáreas?
Gestión forestal sostenible
Los dantescos incendios que llenan los titulares de prensa cada verano han incorporado un nuevo concepto al debate: la necesidad de gestionar los montes . Se acepta de forma generalizada la necesidad de promover el silvopastoralismo (ganadería extensiva realizada en monte) y la selvicultura .
Centraremos el artículo en la selvicultura usando tres imágenes panorámicas tomadas siguiendo una hipotética línea norte-sur desde la cordillera Cantábrica al entorno continental mediterráneo de la meseta norte.
Observemos las tres siguientes fotos antes de continuar con la lectura:
En la parte derecha de las tres imágenes puede apreciarse el resultado de tratamientos selvícolas denominados claras o raleos. Se han cortado árboles con el objeto de disminuir competencia entre ellos para favorecer su crecimiento, vigor y estabilidad, al tiempo que se obtienen productos con valor comercial (madera, leñas).
La estructura de los bosques en la parte izquierda muestra el estado previo al tratamiento selvícola. Se reconoce una evidente y peligrosa acumulación de combustible leñoso , similar a la zona tras el murete de la foto que encabeza este artículo.
En el lado derecho de las panorámicas, al disponer los árboles de más espacio para crecer y poderse repartir los nutrientes del suelo entre menos árboles, su vitalidad y vigor mejorará y el crecimiento se acelerará.
Las copas se elevarán más rápidamente creándose a medio plazo una discontinuidad de combustible entre el suelo y las copas, lo que será favorable de cara a la prevención de incendios.
En escenarios de sequía, el escaso recurso hídrico podrá ser utilizado por menos individuos, lo que disminuirá su estrés hídrico y, por tanto, también su inflamabilidad.
La liberación de espacio también posibilita la instalación de especies de sotobosque. En la parte derecha de la foto del pinar se ha instalado vegetación herbácea que está siendo aprovechada activamente a final de verano por ganadería extensiva. En los tres montes, la estrategia fundamental se ha basado en la corta de árboles: ¡varios centenares por hectárea!
Una estrategia de financiación
En los tres casos presentados, el valor del producto cortado, la madera, ha contribuido a financiar el tratamiento y está siendo gestionada como recurso natural renovable. Es lo que se denomina un tratamiento selvícola autofinanciado o aprovechamiento.
En lugar de haberse consumido fondos públicos, se han conseguido beneficios económicos para los propietarios del monte. Los jornales invertidos en la clara no han costado dinero; los ha pagado la madera .
En los tres casos, la selvicultura ha sido:
ambientalmente aceptable,
económicamente viable (en zonas con grave problema de abandono rural),
socialmente aceptada.
Estos son los tres pilares de la gestión forestal sostenible .
El dónde, el cuánto y el cómo
Si al principio de este artículo comentaba que es inviable plantear una selvicultura en España únicamente en base a inversiones, también lo sería abordar tratamientos selvícolas en todo el territorio de forma uniforme.
La contraposición de las dos realidades de las fotografías panorámicas (lado izquierdo vs. lado derecho) muestra claramente dos aspectos contrapuestos: el riesgo de incendios y la falta de gestión frente al refugio de fauna, la complejidad estructural, la diversidad, etc.
Es evidente que la clave de la gestión debe estar basada en la búsqueda de un equilibrio: paisajes con alternancia de zonas con diferentes tipos de estructura forestal evitando grandes áreas continuas y homogéneas : el dónde importa.
Para poder abordar una selvicultura autofinanciada habrá también que definir cuánto y cómo se corta por hectárea. Tan problemático puede ser no gestionar los montes o trasladar realidades centroeuropeas al sur de Europa –para después lamentar incendios inapagables, emisiones descomunales de CO₂ y despoblación rural–, como ejecutar cortas sin ningún criterio selvícola en las cuales únicamente rija el rendimiento económico.
La selvicultura, que incluye la corta razonada y ordenada de árboles como parte esencial de su línea de actuación, es aceptada como clave para la adaptación al cambio climático de los montes y la prevención de incendios, especialmente en los del sur de Europa .
Las actuales condiciones de mercado –creciente interés en madera , leñas , biomasa energética – amplían las opciones para abordar una selvicultura autofinanciada y generadora de riqueza en muchos montes de la España vaciada, pero obligan a una planificación forestal y ejecución acorde a los principios integradores de la gestión forestal sostenible para que hablemos de selvicultura y de gestión de recursos renovables frente a la simple corta de árboles y extracción de recursos forestales.
Hablemos en serio de gestión forestal sostenible y releguemos el concepto monte sucio a bosques con residuos generados por el ser humano y abandonados en la naturaleza: la basuraleza .
(*) Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation y escrito por José A. Reque Kilchenmann, profesor titular de selvicultura de la Universidad de Valladolid.