Diario de León

Emigrante de Argovejo, capitán a la Antártida

Pablo Fernández, a sus 32 años, capitanea el ‘Sarmiento de Gamboa’ que ayer zarpó de Vigo con rumbo al continente helado.

Pablo Fernández en el puente de mando del ‘Sarmiento de Gamboa’. DL

Pablo Fernández en el puente de mando del ‘Sarmiento de Gamboa’. DL

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León

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j. c. f. | Ponferrada

Pocas similitudes se adivinan a primera vista entre Argovejo —una pequeña localidad perteneciente al municipio de Crémenes— y la Antártida. Si acaso lo despoblado de ambos territorios. Lo demás sólo pueden ser diferencias y distancia. Una distancia que recorre desde ayer un vecino de este pueblo enclavado en la montaña oriental leonesa como capitán del buque Sarmiento de Gamboa que porta en sus bodegas el apoyo logístico a la Base España Juan Carlos I desplegada en el continente helado.

«Es la segunda vez que este buque realiza esta travesía y será la última vez que baje», apunta Pablo Fernández, el niño de Argovejo que soñó con ser capitán sin haber visto ni siquiera el mar. «Mi sueño era ser capitán, tengo la suerte de haberlo cumplido ya, y más en un barco como éste», afirma con rotundidad el capital del Sarmiento de Gamboa . Y no es para menos, pues no todos pueden ‘presumir’ de haber cumplido su sueño con sólo 32 años —es más, casi nadie puede incluir en su currículo el contar con los galones de capitán apenas superada la treintena—.

Desde el puente de mando del Sarmiento de Gamboa —un buque de setenta metros de eslora (largo para los neófitos en la materia) y 16 de manga (ancho) y una capacidad de desplazamiento de 2.700 toneladas—, el capital Fernández volvió a ver este viernes como quedaba atrás tierra firme, la del puerto de Vigo. Por delante, primero agua y, luego, hielo. Una travesía que, tras escala en Canarias, arribará a la Patagonia, si no surge ningún imprevisto, el próximo 5 de diciembre. «Allí esperaremos a que se abra una ventana de tiempo que nos permita atravesar el Paso de Drake». Un espacio entre el Cabo de Hornos (Chile) y las Islas Shetland del Sur que pasa por ser las aguas más tormentosas del planeta. «Han sido muchas horas de planificación», reconoce. Horas estudiando planos y anticipando posibles contingencias. «El principal problema es que no es una cartografía fija», afirma, refiriéndose a los bloques de hielo que se encontrará en el viaje. El principal temor: los imprevistos. «Ante cualquier contingencia que surja se está solo».

Pese a que es la primera ocasión en la que navegará por las aguas de la Antártida, no será su primera experiencia en agua heladas. Antes de regresar a España en 2014 para ser oficial jefe de Salvamento Marítimo, había estado sirviendo en buques de Noruega, a donde había ‘emigrado’ en busca de «más posibilidades».

Pero eso es el pasado. El futuro es la Antártida. Un futuro, ya presente, al que dedicará cinco meses. Tras ese tiempo fuera llegará el momento del reencuentro con la familia. «Tengo un hijo del que me perdí su nacimiento», lamenta, mientras que reconoce que, a veces, cumplir los sueños no sale barato.

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