El arquitecto secreto de la Catedral
El medievalista asturiano José Fernando González Romero defiende que el templo gótico leonés, la catedral de Burgos y la de Saint-Denis fueron diseñados por el mismo autor: el maestro Enrique.
La identidad del arquitecto que diseñó la Catedral de León es uno de los mayores enigmas. El historiador asturiano José Fernando González Romero se atreve a aventurar un nombre: el maestro Enrique. Sus hipótesis ‘revolucionarias’ sobre un único autor de las catedrales de León, Burgos y Saint-Denis superan las teorías más arriesgadas postuladas hasta la fecha por los investigadores.
El medievalista Gómez Romero desvela en el libro El secreto del gótico radiante que la Catedral de León «parece haber sido trasladada por arte de magia de la Isla de Francia a la meseta española». El libro trata de desentrañar la conexión que existe entre las catedrales de León y Burgos con el gótico radiante francés o estilo San Luis, que cristaliza en la Isla de Francia en la tercera década del siglo XIII. El templo leonés, en su opinión, verdadera cúspide del gótico rayonnant en su fase clásica, sorprende por su atrevimiento, unidad estilística y rapidez de ejecución —unos 53 años, desde su inicio en torno al 1250 y el 1303, fecha en que habrían finalizado el grueso de las obras.—. «Una obra de tal madurez no sólo exigía al arquitecto o arquitectos que la trazaron un dominio absoluto del dibujo arquitectónico sobre papel, sino que precisaba también una asistencia a pie de obra, por las dificultades técnicas que entrañaba». Es decir, el diseñador tuvo que estar presente en León durante la construcción para aportar soluciones puntuales. Para el historiador asturiano, sólo un proyectista con la más alta calificación profesional, y ya en su plena madurez personal, pudo llevar a cabo una obra de tal categoría.
Un genio anónimo
«Nos encontramos ante uno de los arquitectos más importantes de toda la historia del arte». Ahondando en sus tesis sobre la identidad del hombre que forjó la Pulchra Leonina, Gómez Romero asegura que «una construcción tan compleja, que refleja un perfecto conocimiento de las últimas novedades experimentadas en la región parisina, llevándolas hasta sus últimas consecuencias, no parece ser una mera copia de algún ejemplo similar. Precisa que sus autores hayan realizado anteriormente algunas muestras de su buen hacer». Y, en España, en ese momento, «no se conoce nada semejante» y «sólo presenta coincidencias coetáneas con la fase radiante de la catedral de Burgos».
El historiador asturiano coteja la Catedral de León con las de Chartres, la Sainte-Chapelle, las de Amiens y Beauvais y concluye que «lo más parecido que encontramos con el modelo leonés lo constituye la primera fase radiante (1231-1241) de Saint-Denis, paradójicamente, de un maestro anónimo».
Enrique y Simón
Las catedrales de León, Burgos y Saint-Denis son tres de los máximos ejemplos de la arquitectura mundial, cuyas conexiones artísticas, sofisticados procedimientos técnicos y autoría no han sido esclarecidos, debido a la escasa documentación existente, los avatares constructivos que sufrieron los tres edificios –con numerosos añadidos- y las intervenciones restauradores, que en parte alteraron su primitivo significado.
Lo cierto es que del primer constructor de la Catedral de León del que se tiene noticia es el maestro Simón, que se cita en febrero de 1261 en un litigio. Sin embargo, en esa fecha las obras ya estaban muy avanzadas, al celebrarse culto desde 1260. «La falta de noticias anteriores no impide poder atribuirle el proyecto inicial o considerarlo un estrecho colaborador del posible autor (el maestro Enrique)».
En el obituario de la Catedral se recoge el fallecimiento del maestro Simón un 21 de noviembre, pero sin precisar el año. Un calendario de la catedral de Burgos habla del fallecimiento en julio de 1277 de Enrique, maestro de obras de esa catedral. El mismo día falleció su hija Elisabeth (nombre francés). También el obituario de la Catedral de León da cuenta de la muerte del ‘magister operis’ (maestro de obras) Enrique.
Gómez Romero se plantea las siguientes cuestiones: como consecuencia de su sorprendente parecido, ¿constituye la Catedral de León la continuación modernizada de la primera fase radiante de la de Saint-Denis, realizada por los mismos arquitectos? ¿Interviene el maestro Enrique en los proyectos de Saint-Denis, Burgos y León, dadas sus estrechas relaciones? ¿Actuaron conjuntamente en León los maestros Simón y Enrique, uno de los dos como arquitecto mayor y el otro como ayudante técnico?
Sobre el origen del enigmático maestro Enrique, el autor asturiano se inclina por pensar que es de origen francés. A pesar de que la Catedral de León se construye 60 años después que la de Chartres, «el genial proyectista de la de León parece conocer perfectamente a su antecesora por algunas soluciones que comparten». Por ejemplo, el diseño de la fachada principal. «Gracias a la disposición de las torres a sus costados y no sobre los últimos tramos de las naves, se pudo generar un transparente y liviano pórtico». Según el investigador asturiano, «las portadas del crucero de la catedral de Chartres pudieron servir de referencia a la solución leonesa».
Blanca de Castilla
Una pieza clave también es la regente de Francia Blanca de Castilla, impulsora del gótico radiante, que tiene unas excelentes relaciones con el rey Fernando III el Santo, o, lo que es lo mismo, entre las dos cortes reales más importantes de Europa.
Blanca de Castilla favoreció la gran renovación de Saint-Denis en 1231 por un arquitecto desconocido; obras que se interrumpieron en el año 1245. Es en 1250 cuando se reinician los trabajos en la catedral de Burgos, paralizados desde la década anterior. Y comienzan también las obras en las de León. Gómez Romero se pregunta: ¿se trasladarían algunos operarios de la abadía parisina para enfrentarse a la tarea de conferir una mayor magnificencia al templo castellano, iniciado dos décadas antes? Y, aprovechando la presencia de maestros de tal relevancia técnica en Burgos, ¿se trazaría el proyecto de la vecina catedral de León? ¿o viceversa?
El historiador Gómez Romero enumera la coincidencia entre elementos arquitectónicos y ornamentales entre las catedrales de León, Burgos y la Isla de Francia. El mismo autor aventura que la Catedral de León no es una buena copia de la abadía parisina de Saint-Denis, sino una versión perfeccionada de la anterior realizada por el mismo arquitecto. Por los escuetos datos sobre sus hijos, el maestro Enrique –según conjetura Gómez Romero- debió nacer a principios del siglo XIII en alguna región francesa y comenzó a ejercer su actividad en torno al año 1230. Es probable que bajo la regencia de Blanca de Castilla trabajase en el equipo que participa en la fase clásica de la basílica de Saint-Denis, para, una vez interrumpidas las obras por el cese del abad Eudes Clement, trasladarse a la Isla de Francia, donde proseguiría su actividad, alcanzando así el suficiente prestigio para recibir el encargo regio de proseguir la campaña en la catedral de Burgos y levantar de nueva planta la de León.
El gótico, junto al románico, representa la manifestación por primera vez de esa gran entidad que es Europa. Y el Camino de Santiago constituyó un perfecto vehículo de transmisión cultural. Gómez Romero concluye que el coro de la catedral de Troyes, la rosa septentrional de Chartres, la fase rayonnant de la basílica de Saint-Denis, la capilla real de Sain-Germain-en-Laye, los últimos tramos de las torres de Notre Dame, la Sainte-Chapelle, el volumen radiante de Burgos y el interior de la Pulchra Leonina «constituyen un todo unitario». En este sentido, considera que varias de ellas, si no todas, podrían ser producto de «un único arquitecto genial, que a la vez fue escultor, al servicio de la regente Blanca de Castilla y san Luis de Francia». Añade que, aunque no hay pruebas concluyentes, «nada impide conceder un protagonismo especial al maestro de origen francés con el nombre de Enrique, que trabajó simultáneamente en Burgos y León como un ‘magister operis’».
Otras tesis
Autores como Henrik Karge, profesor de Arte Medieval de la Universidad de Dresde, consideran que el arquitecto y proyectista de la Catedral de León fue el maestro Simón, quien emigró de Francia a León en el año 1255 junto con un equipo de pedreros con el propósito de erigir la nueva Catedral. Karge atribuye al maestro Enrique la transformación de modo muy original del estilo rayonnant francés tanto en Burgos como en León. Sin embargo, cree que esta nueva tendencia «no transformó la estructura arquitectónica de la Catedral de León, cuyo sofisticado sistema tuvo validez hasta la terminación de la obra a comienzos del siglo XIV. Así, a pesar de las adiciones del maestro Enrique, la Catedral de León se distinguió hasta su fin por una unidad artística extraordinaria», afirma.
El historiador José María Quadrado, en su conocido libro Recuerdos y bellezas de España escribió en 1855: «Faltan datos para fijar el año preciso y el nombre del arquitecto a los cuales debe su creación la Catedral de León. En 1175, cosa de veinte años antes de su comienzo, suena Pedro Cebrián en un documento como maestro de obra de la Catedral. Qué parte en la nueva tuvo, se ignora. Más ya que se ha perdido para la posteridad la memoria del desconocido genio que la concibió y trazó, queda al menos la de sus continuadores y ejecutores: Enrique, que murió en 10 de julio de 1277, y Simón, que falleció el 21 de noviembre hacia mediados o fines del siglo XIV, según el carácter de la partida de su óbito, y dejó al Cabildo para su aniversario 100 maravedíes destinados a compras de heredades». En cualquier caso, resultan apasionantes las teorías sobre la autoría de la Catedral.