LITERATURA A RITMO DE ROCK
Un capricho de dios o una broma del diablo
El periodista y escritor berciano Carlos Fidalgo tiró del ovillo de una leyenda sobre el origen del rock para tejer 50 relatos encadenados. ‘Los dedos del diablo’ es una novela original y sorprendente por la que desfilan músicos como Elvis, Jim Morrison, Janis Joplin, Eddie Cochran o Billie Holiday.
Robert Johnson era un guitarrista mediocre. Frustrado por su falta de talento, decidió desaparecer. Dos años después, regresó convertido en un músico excepcional. Así nació la leyenda de que en una noche, en un cruce de caminos, Johnson se citó con el diablo y le vendió su alma a cambio de ser el mejor bluesman que había pisado la Tierra.
Este episodio fabuloso ha inspirado Los dedos del diablo (Editorial MueveTuLengua) , una novela construida con cincuenta relatos encadenados que permiten al escritor y periodista del Diario de León Carlos Fidalgo indagar sobre algunos de los capítulos más curiosos, truculentos, extraños y singulares de los orígenes del rock y sus grandes figuras. El autor establece un juego entre los divino y lo humano. «Dios y el diablo se tocan en este libro. Cada episodio se puede leer de forma independiente, pero el libro gana si se lee como una novela», confiesa.
Lo cierto es que cuando Keith Richards y Mick Jagger compartían piso escucharon un día un disco de Robert Johnson y creyeron que tocaban dos guitarristas, tal era el virtuosismo del músico que vendió su alma a cambio de talento.
Relatos encadenados
Fidalgo, que publicó recientemente El baile del fuego, con una trama trepidante en plena Guerra Civil, se adentra ahora en la América profunda regada por el Misisipi, donde nacieron también otros géneros musicales como el blues, el jazz, el góspel o el country, para conducir al lector por los oscuros secretos que dieron vida al rock. El libro, por el que desfilan más de ochenta músicos, como Elvis Presley, Leonard Cohen, Janis Joplin, los Beatles o los Rolling, discurre entre los orígenes del género hasta el estallido de la revolución cultural de los años sesenta y el verano del amor. Fidalgo aborda también temas como la muerte y del amor, el éxito fugaz, la juventud perdida... y, pese a todo, está lleno de humor e ironía, de egos revueltos y de pequeñas vanidades.
Un libro con mucha música
El autor ha hecho el esfuerzo de seguir, con el fraseo y los diálogos, el ritmo frenético del rock. Cada relato está relacionado con una canción. Fidalgo ofrece al lector un ‘regalo’ añadido: ha creado una lista de canciones en Spotify, con 50 ‘himnos’ imprescindibles del rock, como Cross Road Blues , de Robert Johnson; That’s all right, Don’t be cruel o Hound Dog , de Elvis; The fat man , de Fast Domino; Tutti Frutti , de Little Richard; Rock around de clock , de Bill Haley; Peggy Sue Got Married , de Buddy Holly; Respect , de Aretha Franklin; C’est si bon , de Louis Armstrong; o The steps to heaven , de Eddie Cochran. Ha tardado quince años en hilar las historias. Comenzó a escribir Los dedos del diablo en 2008 y a investigar sobre las míticas estrellas del rock y sobre los escenarios en los que se forjaron sus leyendas, desde las riberas del Misisipi a las calles de Memphis, la California de los macroconciertos, el Liverpool de los Beatles o Hamburgo. Una ruta que atraviesa la inquietante relación de Elvis con Priscilla Beaulieu; los antros de Harlem donde nació la voz maltratada de Billie Holiday; el tortuoso viaje del gÓspel al soul de Aretha Franklin; la tragedia de Ritchie Valens en la nieve de Iowa; los teatros del sur de Inglaterra donde dieron sus primeros conciertos los Rolling Stones; el desparpajo de Las Ronettes en Londres; la rabia infinita de Jim Morrison y Los Doors en la California de la psicodelia y los grandes estadios de América que a punto estuvieron de devorar a los Beatles... También el viaje de Jim Morrison a la Alhambra y al Museo del Prado, un relato hermanado con el ‘quinto beatle’.
«Los primeros roqueros eran negros y la industria adaptó este talento para que surgieran músicos blancos. Cantantes que al principio sonaban como si fueran negros», cuenta Fidalgo. Eran los años convulsos del movimiento civil, de censurar a un Elvis que se contorneaba con movimientos demasiado sexuales y una época de segregación racial. El autor no orilla cuestiones graves como el racismo —en los años 50 aún se linchaba a los negros en el Sur profundo—, la xenofobia, la pobreza, la intolerancia o la vertiente machista del rock, así como la falta de escrúpulos de un negocio millonario, y el cambio de percepción que trajeron las drogas en un momento en que aún se desconocían sus riesgos.
«En el libro me pregunto si el rock es un capricho de dios o una broma del diablo», explica el autor de El agujero de Helmand. El personaje de Elvis es el que más aparece, no solo porque fue el rey, sino porque es un personaje con muchas luces y sombras, por su relación con Priscilla, a la que conoció con 14 años y fue su novia «en barbecho». También se adentra en sucesos como el día que murieron Ritchie Valens, Buddy Holly y The Big Bopper, conocido como «el día que murió la música», o la muerte de Jim Morrison en París, en los lavabos de un pub. El libro cuenta con las espléndidas ilustraciones de la peruana Daniela de los Ríos.
Salvando temáticamente las distancias, la estructura de Los dedos del diablo recuerda a El espíritu del Páramo, de Luis Mateo Díez.