Patrimonio
La cota cero de la muralla emerge en Era del Moro
La base de la muralla se halla a tres metros de profundidad. Hasta ahora era prácticamente inédita. La fortificación está rematada por un zócalo y una plataforma, similar a una acera, de tres metros de ancho. Es el principal hallazgo en los 540 metros que se han excavado en Era del Moro.
La base de la muralla de León es la parte más genuinamente romana. El faldón inferior de la fortificación ha sufrido menos cambios y reintegraciones que el resto. La cota cero, prácticamente inédita hasta ahora, ha aflorado a lo largo de las excavaciones que se están llevando a cabo en el tramo de Era del Moro, el más desconocido, porque durante décadas ha estado semioculto tras la tapia de una empresa de construcción. Ha habido que profundizar tres metros para llegar al estrato más bajo. Los constructores romanos remataron la base de la muralla con un zócalo y una plataforma —similar a una acera— de tres metros de ancho.
En uno de los paños de la muralla, engullido por un garaje al que se accedía por la avenida de Ramón y Cajal —en cuyo interior se escondía también el antiguo Molino Sidrón— hay cinco lápidas funerarias grabadas, que ahora son perfectamente visibles. No es algo excepcional. En 2010 se extrajeron medio centenar de estelas mortuorias durante la restauración de la muralla en la avenida de los Cubos. Las losas aportaron mucha información sobre los moradores del campamento. Las lápidas se encuentran en el Museo de León.
Las excavaciones
Y es que la muralla es una ‘caja del tiempo’ casi desde su construcción, en la que los romanos reutilizaron no solo losas las necrópolis cercanas, sino elementos de otras edificaciones singulares, como el anfiteatro.
Explica el arqueólogo municipal, Victorino García Marcos, que los romanos nunca emplearon cantos rodados ni en la cara exterior ni en la interior de la fortificación; únicamente en zonas no visibles. Así que todos los ‘parches’ en los que hay estos materiales son añadidos posteriores.
Uno de los lienzos que podrá contemplarse cuando concluya la restauración es «uno de los más bonitos de la muralla», en opinión de García Marcos. Se trata de un paño entre dos cubos que preserva grandes sillares en tonos blanquecinos y rojizos.
Las excavaciones que dirige el arqueólogo Fernando Muñoz han abierto seis grandes zanjas de 540 metros cuadrados de extensión. No han aparecido restos excepcionales, salvo la cimentación de la muralla. Los arquitectos municipales están estudiando fórmulas para dejar visible la cota cero, que permite comprobar la altura inicial de la muralla, de unos doce metros.
Un adarve infranqueable
Pese a que el adarve ha quedado completamente restaurado, no será paseable de momento, ya que la Comisión Territorial de Patrimonio no autorizó una escalera de acceso; algo incomprensible, teniendo en cuenta que la parte que rodea al antiguo castillo de León —ahora sede del Archivo Histórico Provincial— sí se puede recorrer.
En una de las catas arqueológicos han aparecido restos de una escalera de piedra relativamente bien conservada y de un pozo. Según el arqueólogo, pertenecieron a una edificación del siglo XVII o XVIII anexa a la muralla. Sí han encontrado infinidad de restos cerámicos y monedas romanas y medievales. Asimismo, ha salido a la luz la derivación de la presa que regaba la huerta del convento de los Descalzos, un complejo monástico del que únicamente ha sobrevivido la iglesia, actualmente utilizada por el Archivo Histórico para preservar documentos.
En una de las catas más próximas a la calle Era del Moro han localizado estratos con materiales de la Legio VI, que erigió el primer campamento. La corona de la muralla en este enclave preserva los refuerzos defensivos erigidos durante la primera guerra carlista.
En un mes concluirán las excavaciones. Pero quedan aún muchas obras para que la avenida de los Cubos, la calle Carreras y Era del Moro sea un gran paseo peatonal que permita contemplar un monumento históricamente maltratado, pese a su complejidad constructiva y su extensión —un rectángulo defensivo para proteger un campamento de 20 hectáreas—. Y queda pendiente la rehabilitación del Molino Sidrón, que dispone de un presupuesto de casi 700.000 euros.