Descubren un león de la fachada de San Isidoro en un rincón del Louvre
El hallazgo es fruto del trabajo 'detectivesco' del investigador Francisco Prado-Villar
La mejor forma de ocultar algo es ponerlo a la vista. Así lo advertía Poe en su cuento La carta robada. Y es lo que ha ocurrido con un león románico que perteneció a una de las portadas de San Isidoro . Ha pasado desapercibido en el Louvre, pese a que millones de personas visitan el museo parisino cada año. Ni siquiera expertos en escultura medieval habían reparado en él.
Su ‘descubrimiento’ ha sido fruto de la casualidad. El historiador de arte gallego Francisco Prado-Vilar, doctor por Harvard, se encontraba en la capital francesa como profesor invitado en la École des Hautes Études en Sciences Sociales (Centre de Recherches Historiques de París), cuando le llamó la atención un león, situado en una esquina entre dos salas del Louvre.
Quizá, cualquier otro historiador no se habría fijado en esta escultura, pero a Prado-Vilar, coordinador del comité científico de la restauración del Pórtico de la Gloria y reconocido especialista en escultura románica, el animal le resultó sumamente familiar. Inmediatamente se acordó de los «feroces leones» que describe el Códice Calixtino flanqueando las dos portadas del transepto de la catedral compostelana.
La pista del artista
Recuerda que la mayoría de los escultores medievales son ‘anónimos’, pero las peculiaridades y el estilo de cada uno es su mejor firma. Algunos de estos escultores realizaron obras tanto en San Isidoro como en la Catedral de Santiago y en Saint-Sernin de Toulouse. Prado-Vilar considera que el león del Louvre podría ser obra del taller de un maestro «que se movía entre Santiago y León, donde habría realizado las figuras de san Isidoro y de san Pelayo de la Portada del Cordero».
El investigador gallego pidió documentación al Louvre sobre el león, identificado en el museo como «pieza procedente de la villa de León». A simple vista, para él era evidente la procedencia de la escultura, por el color de la piedra, de un tono anaranjado, que la vinculaba con San Isidoro, cuya composición lítica Prado-Vilar conocía por haber leído el estudio constructivo del monumento leonés realizado por el maestro de cantería Rodrigo de la Torre, con quien había colaborado en el proyecto del Pórtico de la Gloria.
Intrigado por la pieza, Prado-Vilar pidió documentación al Louvre, ya que quería probar su hipótesis de que la escultura podría ser una de las dos «figuras monstruosas de leones» que, según el que fuera abad de San Isidoro, Antonio Viñayo, originariamente coronaban la Portada del Perdón —desaparecidas ya en 1962, fecha de la restauración dirigida por Luis Menéndez Pidal—, sustituidas por dos animales híbridos mitológicos del escultor Andrés Seoane, el mismo que realizó la réplica de la Virgen Blanca que luce la fachada de la Catedral de León.
La venta del león
La segunda hipótesis que barajaba es que el león del Louvre hubiera estado en la portada norte, desmantelada y tapiada por diversas construcciones a lo largo de los siglos.
El primer sorprendido fue el conservador del Louvre al consultar el dossier de la pieza. El museo únicamente preserva el documento de la compra del león, adquirido a la galería Brimo de Laroussilhe —fundada en París en 1908 por Nicolás Brimo y Lucien Lascombes de Laroussilhe— por 2.000 francos en febrero de 1936. «Su procedencia leonesa fue referida a Brimo, presumiblemente, por la persona que se la vendió en España». También trató de tirar del ‘hilo’ de los galeristas. Desde los años ochenta, la galería Brimo de Laroussilhe es propiedad de la familia Carlier, a quien también le interesó la investigación del profesor gallego, pero en los archivos de la galería no se conserva documentación de esa venta.
Pierre-Yves Le-Pogram, jefe del departamento de escultura anterior a 1500 del Louvre, quien ha calificado toda la investigación de «apasionante», le ha confesado a Prado-Vilar que intentará exponer mejor la pieza leonesa.
Pruebas fotográficas
Agotada la vía de los galeristas, Prado-Vilar inició entonces una búsqueda por archivos, casi detectivesca, para localizar fotografías de San Isidoro anteriores a 1936.
En dos imágenes del siglo XIX, un grabado publicado en el libro de José María Quadrado Bellezas de España y una fotografía de Laurent, se ve el relieve de un león en la fachada sur o Portada del Perdón. Pero no se trata del que está en el Louvre, ya que una fotografía del Marburg Bilderarvich de 1932 permite comprobar que aquel león ya se encontraba en esa fecha totalmente erosionado y «reducido a su esqueleto pétreo»; incluso, había perdido la cabeza, que todavía era visible a principios del siglo XX. «Cuando se acometió la restauración de 1962, Seoane no tenía referentes claros y produjo la criatura hídrica que hoy ocupa ese lugar», explica Prado-Vilar en el artículo titulado Un león románico en París: En busca de los fragmentos perdidos de la basílica de San Isidoro, publicado esta semana en la web Románico Digital, de la Fundación Santa María la Real, artículo que ya ha enviado al Louvre, donde «están encantados de tener información de una pieza que desconocían», dice.
Las fotografías echaban por tierra la hipótesis de que el león del Louvre fuese uno de los que habían desaparecido de la Portada del Perdón de San Isidoro. Sin embargo, reforzaban la segunda hipótesis: su procedencia de la portada norte. El león parisino sería «el gemelo superviviente» de los que habían desaparecido de la portada sur, debido al paso del tiempo. Es muy posible que en San Isidoro hubiera al menos cuatro felinos en las portadas norte y sur.
El profesor gallego encontró otro elemento crucial en este ‘puzle’: la memoria que realizó el arquitecto Juan Crisóstomo Torbado en 1911 para la apertura de la puerta norte. Al retirar el muro que la bloqueaba quedó visible la portada y un alero con sus canecillos. Torbado escribió: «La parte superior del hastial norte ha sido mutilada despiadadamente...».
Tesoros escondidos
Durante los trabajos que se especifican en la memoria aparecieron numerosos restos escultóricos. «Algunos fueron dados a conocer a la comunidad científica internacional por E. Puckett y J.H.B. Knowlton», incluidos restos de un relieve que podría pertenecer a un tímpano.
Prado-Vilar cuenta que quizá el león depositado ahora en el Louvre apareció en aquella campaña. Aunque la mayoría de los restos fueron a parar al lapidario de San Isidoro, «otros podrían haber pasado a manos privadas», como ocurrió con una «hermosa» Crucifixión de mármol, que aparece en una foto de las primeras décadas del siglo XX del archivo Moreno del Instituto del Patrimonio Cultural de España (IPCE) como perteneciente a la ‘colección Torbado’ y que hoy se encuentra en paradero desconocido.
Hace unos años la leonesa Ángela Franco publicó un exhaustivo libro sobre el Arte leonés fuera de León, donde recoge obras de procedencia leonesa en la colección del Louvre, pero tampoco incluye el león descubierto por el historiador gallego, que llegó a consultar sobre él a uno de los mayores especialistas del mundo en colecciones de arte románico en museos, incluida la del Louvre, y exconservador del Metropolitan de Nueva York, Charles Little, quien también ignoraba la existencia de este león románico que ahora, gracias a esta investigación, sabemos que seguramente coronó una de las fachadas de San Isidoro.