Premio a la ‘literatura veraz’ de Carlos Fidalgo

pacho rodríguez | madrid

Cuando los cuentos ya no empiezan por ‘érase una vez...’ ahí aparece Carlos Fidalgo, que «muy optimista no es, por lo que escribe», como matizó Penélope Acero, la editora de Septiembre negro, obra con la que ha ganado el Premio Tiflos en la categoría de cuento. Y no empiezan así los cuentos que escribe Fidalgo porque lo que escribe es ficción producto de la realidad. Y la que él ve tampoco da para relatos edulcorados.

Fidalgo abordó la cuestión dejando claro que las 28 historias que componen el libro se adentran en lo complicado, en este caso del mundo de las Olimpiadas. Así, frente a lo paradisiaco de la Villa Olímpica, el berciano, periodista de Diario de León, contrapone el conflicto. Que puede ser, tal y como señaló, «la historia de un boxeador gitano, la imposibilidad de salir de la franja de un deportista palestino, los once atletas asesinados en Múnich», relató.

Todo lo cual sirve para corroborar su doble condición de escritor y periodista. Y aunque se abstraiga de cada de una de ellas según el momento, el poso se mantiene para hacerle reflexionar hasta temiendo el sacrilegio, como él mismo se atrevió a advertir: «Llego a pensar que la literatura cuenta a veces mejor la realidad que el periodismo...», dijo, además de añadir de manera cómplice «el agradecimiento a mi director, Joaquín Torné, que esté aquí».

«Septiembre negro es literatura, pero no invento nada», prosiguió en esa linde literaria que mantiene desde sus otras obras y donde desde la ficción consigue retratar la cruda realidad.

Penélope Acero también elogió Septiembre negro desde el punto de vista del estilo de Carlos Fidalgo: «Cuenta con claridad y simpleza datos reales que desembocan en literatura. Y eso es complejo», señaló Acero. La editora puso como ejemplo de esa dificultad el introducir personajes reales como Coe o Comaneci junto a un verdadero ingrediente literario. E incluso se preguntó Acero por la sensación de vacío que se podría sentir al terminar relatos que nunca huyen de la crudeza.

Así, entre esa veracidad literaria de Carlos Fidalgo, este Septiembre negro es también un nuevo paso en una carrera en la que el periodista nutre al escritor y éste cada vez se cuela más en la actividad del redactor.

Los premios Tiflos, que entrega la Once apuestan por el compromiso social pero a lo largo de XIX ediciones la calidad literaria también se ha impuesto como seña de identidad de unos galardones que descubren autores y son punto de reunión para consagrados. Así fue ayer durante el acto celebrado en el Palacio del Duque de Pastrana.

Junto a Carlos Fidalgo (Bembibre, 1973), premiado en categoría de cuento, hubo premiados también en poesía y novela. El premio de poesía se lo llevó la cubana Gilda Guimeras, por su trabajo titulado Quién llega a los andenes. En novela, la ganadora fue Ioanna Gruia, rumana afincada en Granada, bajo el título de El expediente Albertina.

Junto a ellos, la Fundación Once reserva un apartado especial para escritores con discapacidad. En este caso los premios respectivos de poesía, cuento y novela recayeron en Antonio José Carmona, por Caballo muta a cebra; Manuel Antonio Enríquez, por El vino y los siete pecados capitales; y Cristina Valero, por Sangre vikinga, como primer premio, y Francisco Javier Bernal, por La puerta de la belleza, en segundo lugar en la categoría de novela. Junto a responsables y directivos de Oncey su Fundación, al acto asistieron representantes de la cultura, algunos también en su condición de jurado de los premios. Así, se pudo ver a Luis Mateo Díez, Luis Alberto de Cuenca o Espido Freire, en un ambiente en el que se respiró, aun tiempo, cultura y compromiso.