Urbanismo
¿Hay que enterrar los cubos romanos de la Muralla en Carreras?
Tapar los restos de las torres derribadas hace un siglo y marcarlos sobre la calle Carreras peatonalizada es la propuesta del Ayuntamiento de León. El Plan Director de las Murallas de León, de 2008, admite esta solución, pero la supedita a los hallazgos y en función de su valor plantea hasta su recuperación volumétrica. Los restos de los cubos, destruidos a principios del siglo XX, serán enterrados de nuevo. La Comisión Territorial de Patrimonio, que se reúne mañana, tiene la última palabra.
Los restos de los siete cubos de la Muralla romana que la piqueta derribó entre 1893 y principios del siglo XX serán enterrados si sale adelante el proyecto de peatonalización de la calle Carreras del Ayuntamiento de León. Una solución que pasa por su marcaje en el suelo con una estructura metálica y la instalación de unos bancos.
La obra de peatonalización cuesta 57.241 euros. La Junta de Gobierno Local aprobó el proyecto el 13 de mayo con el título: ‘Obras de peatonalización. De la C/ Carreras y Avda Los Cubos para la protección y puesta en valor de la Muralla de origen romano de León’. La realidad es que los restos de los cubos, parte de la muralla romana del siglo III, quedan tapados si se aprueba por la Comisión de Patrimonio.
El arqueólogo Fernando Muñoz Villarejo , autor de la excavación arqueológica, está de acuerdo con la idea municipal de tapar los restos encontrados . «Hemos encontrado las cicatrices de las torres. El de la esquina (empalme con los Cubos) está completamente destrozado por las construcciones o zanjas y no pudimos saber si era cuadrado o circular», explica.
Cuatro de los siete cubos presentan mejor estado de conservación . La inclinación de la vía hacia la plaza del Espolón evitó que fueran tocados en su base y se ven perfectamente los sillares. Son genuinamente romanos . Los arqueólogos no tienen duda.
El Plan Director de las Murallas de León plantea «una solución ‘de mínimos’ urbanizando la zona, pero abierta y supeditada a los cambios necesarios provocados por los posibles hallazgos arqueológicos », admite Melquiades Ranilla, arquitecto redactor de este plan.
Y es que el mismo plan fija una partida presupuestaria de unos 133.000 euros (cifra desfasada tras 14 años) para el caso de que el valor de los restos exigiera su reconstrucción volumétrica. «La filosofía restauradora del Plan Director está abierta al cambio según los hallazgos que se realicen en las preceptivas excavaciones e investigaciones arqueológicas», insiste Ranilla.
Uno de los empeños del Plan Director es conseguir la «continuidad formal y volumétrica» de la Muralla para «tener conciencia de la magnitud de la obra, tanto en un recorrido por la zona superior del adarve, como en su recorrido por el exterior de la muralla, a pie de calle», explica.
Por los cubos a la vista
Existe esa continuidad del monumento romano en el tramo que va desde la calle Ramón y Cajal, siguiendo con la zona recuperada en la Era del Moro, hacia Puerta Castillo (plaza del Espolón), la calle Carreras y por la Avda de los Cubos. Su apuesta por la recuperación volumétrica de los cubos de la calle Carreras se basa en «los importantes restos aparecidos, (sobre todo en los cubos más cercanos a la Plaza del Espolón)».
«Sería bueno recuperar los hallazgos encontrados en las últimas excavaciones realizadas, (precisamente para reencontrarnos con lo que queda) e intentar integrarlos en la nueva concreción formal de la calle y así poder completar esa visión continua de la muralla», manifiesta a preguntas de Diario de León.
No se trata de reproducir de manera mimética las torres que siguen en pie, llamada reconstrucción ‘en estilo’, pero «es posible recuperar los volúmenes de las torres, teniendo en cuenta los criterios de restauración contenidos, por ejemplo, en el Plan Director, que emanan de los tratados y cartas internacionales más importantes relacionados con el tema y toda la normativa de obligado cumplimiento», explica Ranilla. El arquitecto defiende que «existen soluciones técnicas que permitirían plantear la integración de los restos encontrados con una calle peatonal». En concreto, propone «diferenciar dos niveles, uno de calle propiamente dicho y otro el de los restos (para su contemplación desde la plataforma superior)».
«No nos debemos conformar con ‘tapar bien los restos’ por si en el ‘futuro se decide intervenir», opción que defiende el arqueólogo Fernando Muñoz. «El futuro es hoy», insiste Ranilla. «No debemos perder esta oportunidad de recuperar y mostrar nuestro legado cultural y abrir un debate en nuestra ciudad», añade.
Debate social
Sugiere un concurso de ideas d e equipos multidisciplinares —arqueología, arquitectura, historia— para «encontrar la solución más bella y más adecuada para este tramo de nuestras murallas». Y recuerda que el Plan Director contempla la posibilidad de convocar de manera excepcional un Consejo de Fábrica y que expertos, técnicos de las instituciones, técnicos del Plan Director, representantes del Ayuntamiento de León y del Ministerio de Cultura y por supuesto ciudadanos ayude «a tomar decisiones a las instituciones responsables y garantes del Monumento».
«Es muy doloroso ver esas cicatrices, esos muñones, esas amputaciones… y no intentar dar una solución formal a las torres y lienzos de nuestra muralla», lamenta. «Hemos trabajado en ciudades totalmente protegidas por su interés cultural como Toledo, Astorga o Morella, lugares con calles muy, muy estrechas y con grandes pendientes y hemos conseguido resolver problemas similares. En la calle Carreras quedaría una superficie plana y un carril prácticamente libre.
Para el profesor de la Universidad de León Emilio Morais , del Departamento de Historia del Arte, los cubos romanos aparecidos «tienen que quedar a lavista como testimonio de la historia más antigua y más reciente de la ciudad», precisa.
Morais, que ha estudiado en profundidad el proceso de destrucción de las Murallas de León, particularmente sus puertas, recalca que los restos de los cubos que han aflorado en la excavación arqueológica pertenecen a la Muralla romana, que son el símbolo del origen de la ciudad, y a la vez son «un vestigio de lo que se hizo al tirarlos».
Dejarlos a la vista «para que tengamos conciencia de lo que significa destruir el patrimonio» es su posición como experto, que apela a arquitectos y arqueólogos para que «busquen la solución». «No se puede enterrar», dice tajante. Es hora de que León empiece «a tratar bien» a una muralla «no muy bien tratada» en el pasado más reciente.
El arqueólogo Fernando Muñoz relativiza la destrucción que se llevó a cabo en los cubos de la actual calle Carreras. «Es algo que se hizo en toda en Europa y en León no se tiró más porque no había dinero». Fue en época del alcalde Mariano Sanz Hernández, el 5 de enero de 1893, cuando se dictó la sentencia de muerte de estos siete cubos en una sesión plenaria: «Tras celebrarse sin resultado dos subastas para el suministro de morrillo con destino a las obras en que se han de ocupar los obreros (...), el Ayuntamiento acordó que en la calle de la Carrera hay algunos cubos de la muralla que pueden derribarse, lo que proporcionaría material y trabajo a los obreros y también el ensanche de dicha vía».
El derribo sirvió para abrir paso a la carretera de Asturias y su enlace con la carretera de Santander, un acceso hoy obsoleto. Muñoz apunta a la complicación de cambiar el nivel de la calle por las casas adyacentes. En cuanto al paso de vehículos de emergencia, las máquinas de obra, de más de dos metros, han trabajado con total normalidad. La Comisión de Patrimonio, que se reúne mañana, tiene la última palabra.