Lady Isabel: «Para cumplir un sueño hay que abrir la mente»

Isabel García Salguero tuvo un sueño hace quince años. No era el primero, pero sí el más fuerte. Quizás por eso su madre, entonces presidenta de Amidown, Aurora Salguero , volcada en el colectivo de personas con síndrome de Down, pasó de puntillas por el deseo de su hija de hacer sus propios diseños de ropa. «No me creíste» le recuerda.

Isabel buscó aliados y mostró los 40 diseños de colores dibujados en cuadernos a su profesora. Belén Ugidos se sorprendió del potencial y alertó a su madre. Y ahí empezó todo. Se convirtió en Lady Isabel, la primera diseñadora de moda de España con síndrome de Down. 

Llamó a la puerta de varios diseñadores «pero no nos hicieron caso», recuerda. La Asociación Activos y Felices organizó su primer desfile en León en 2013, el mismo año que contó con la colaboración Didesant y Laura Lorenzo, que le dieron su primera oportunidad en el desfile Espazio moda o, más adelante, el modisto Antonio Ramos, con una trayectoria en el taller de Caprile, que  interpretaron en telas y diseños los colores que salían de su cabeza.

Su primera actividad fue pasar por un proceso de coaching. Antes de emprender un camino de duro trabajo, de alegrías y desengaños en un mercado altamente competitivo, tuvo que asimilar el posible fracaso y aprender a separar a la mujer que es de su marca.

La Asociación Crea y Crece, fundada en 2015 por su madre para respaldar su carrera y promover, impulsar y difundir el desarrollo de las potencialidades creativas y artísticas en personas con discapacidad, abrió puertas al proyecto que han apoyado nueve diseñadores diferentes y por el que recibió la Medalla de Oro de Cruz Roja por su «esfuerzo, compromiso social y labor solidaria», entregado por la reina Letizia en 2017.

Después de la ropa llegaron los textiles, los cuentos (su historia inspiró a Esthi Rubio y a Reyes Fernández para escribir Camino de Luz), las alpargatas —ha regalado modelos a la infanta Sofía y la princesa Leonor y a la reina Letizia—las tazas, los pañuelos...y el covid, un confinamiento que le provocó un parón de creatividad del que todavía no se ha recuperado. 

«Estoy agobiada» —confiesa— «no me salen los colores, todo lo veo marrón y apagado y no me gusta lo que hago. Además, ya soy una mujer adulta y me canso de tanto viajar». Gran parte de su esfuerzo laboral lo ha dedicado desde 2015 a los talleres de empoderamiento, en los que cuenta su trayectoria por toda España. 

Reconoce que no ha vendido tantos vestidos como esperaba, sus compradores prefieren los complementos y telas de seda pintadas. «Tengo más de 100 vestidos guardados», dice. La mayor parte de los gastos de su proyecto los ha sufragado con los premios concedidos por la Fundación Telefónica (6.000 euros), Premio Solidario del Seguro Deloitte (4.000 euros) y Fundos como emprendedora joven (10.000 euros). Tiene el premio de Honor de Pasarela Española Fashion Week, sin prestación económica.

Tras diez años de éxitos, a sus 36 años, quiere dar un nuevo aire a su carrera y centrar su proyecto en León. «Para cumplir un sueño hay que abrir la mente», concluye.