Diario de León

Crímenes para la memoria

Bajo la apariencia de una provincia tranquila, León esconde terribles asesinatos y fríos asesinos que atemorizaron a la sociedad de la época. A finales del siglo XIX, eran detenidos en León el Sacamantecas y el Hombre del saco. Desde entonces, la lista de criminales locales crece y crece.. Bar ‘Ayí’ Localizado en el Portillo, se encuentra con las ventanas tapiadas y un cartel de «Se alquila» desde 1975. Fue este el escenario del asesinato de Carlos Fernández, muerto por siete hachazos en la cabeza asestados por Covadonga Sobrino.

Publicado por
pablo guerra nicolás. leonalsol@diariodeleon.es
León

Creado:

Actualizado:

Niños, mujeres, hombres... nadie se salva del gen XYY de los homicidas. Pero existen dos asesinos en serie vinculados a León que han caído en el olvido en las crónicas periodísticas y que han quedado relegados a la leyenda. Este es el caso de Juan Díaz de Garayo el Sacamantecas y de Manuel Blanco Romasanta el Hombre del Saco . Estos dos hombres aterrorizaron a la sociedad española del siglo XIX. El Sacamantecas acabó con la vida de seis prostitutas entre los trece y los cincuenta años. Tres de ellas fueron en la comarca de El Bierzo, a las que mutiló para sacar el unto (grasa corporal), para fabricar los ungüentos que supuestamente servían para curar la tuberculosis. Existen una novela y una película de Tomás Salvador, Cuerda de presos , en la que relata la captura de este hombre en la ciudad de León y su posterior traslado hasta Vitoria, donde sería ajusticiado en la horca.

Pero, sin ninguna duda, el más famoso de los asesinos de la historia de España es el Hombre del Saco, el primer psicópata criminal español documentado del país. Asesinó a seis mujeres en la provincia de León y también al alguacil de Ponferrada para extraer el unto, al igual que su contemporáneo Garoya. Debido a sus atroces crímenes se le diagnosticó licantropía clínica, una enfermedad mental que provoca que el afectado se imagine su transformación en un animal.

Estas dos figuras han sido las que han generado tantos monstruos para las historias de terror para niños. Pero la pregunta es, ¿Realemente son historias para no dormir que se deben contar a los niños? Quién sabe si Covadonga o Pilar se convertirán en los nuevos personajes de cuento para meter miedo a las futuras generaciones.

Ya en la historia más reciente, uno de los casos que más tiempo ha quedado atrapado en el subconsciente de los leoneses es lo acontecido en el Portillo, en el bar «Ayí» la noche del 3 de mayo de 1975. Ya con el franquismo dando sus últimos coletazos, Covadonga Sobrino , «Covi» para los conocidos, mató de siete hachazos en la cabeza a su amante, Carlos Fernández, en el bar que regentaba.

Con su sobrino de quince años como testigo, acabó a sangre fría con la vida de este joven de 25 años. Eran las once de la noche. A la mañana siguiente, el cuerpo fue descuartizado en dos mitades. La inferior se encontraría el 15 de mayo en la carretera de Caboalles por un hombre que recogía caracoles y cinco días más tarde sería la cabeza la que sorprendiera a un caminante en Vegacervera.

Fueron las bolsas en las que se encontraba el cadáver las que dieron la pista sobre la asesina de Carlos. Unas bolsas idénticas cubrían unas ventanas del bar de Covadonga.

Lo que nunca se encontró fue el brazo derecho del joven, ni el arma homicida, de la que, aseguraba Sobrino, había arrojado tras el matadero municipal de la capital. La leyenda urbana se hace eco de este hecho y se contó durante mucho tiempo cómo ese brazo desaparecido fue el ingrediente principal del menú del bar en días posteriores. Aunque quedó en eso mismo, en un rumor que se convirtió en leyenda urbana. Su «salto a la fama» fue la sangre fría que mostró Covadonga al ser detenida y reírse al comentar la fuerza de sus brazos.

Un poco más alejado de la versión española de American Pshyco está el caso de la berciana Pilar Mazaira , la asesina de la maleta. Eran principios de los años noventa en la ciudad de La Coruña. Pilar acudió al domicilio familiar de Pablo Rodríguez, un niño de doce años hijo de una amiga de la asesina. Diagnosticada desde hacía años como enferma mental, estranguló al infante y decidió deshacerse del cadáver facturándolo en una maleta con destino Madrid. Posteriormente llamó a la familia de la víctima fingiendo acento francés y pidiendo treinta millones de pesetas como rescate. Nunca se esclarecieron los motivos del crimen.

También en el año 1992, cuando Pilar Mazaira entró a cumplir condena, otro enfermo mental perpetraba un crimen en la pequeña localidad de Quintana de Herreros. Jesús Iglesias se enzarzó a tiros desde una ventana del segundo piso de su casa contra sus vecinos, que acudían en procesión al Corpus Christi. El rojo escarlata de la sangre fresca invadió los blancos trajes de los procesionantes. Cuatro fueron los fallecidos antes de que la Guardia Civil pudiera abatir al hábil tirador. Solo la esquizofrenia diagnosticada pudo justificar este crimen.

Pero el crimen que de verdad conmocionó a la sociedad leonesa de los años ochenta fue el cometido por Valentín Gómez , más conocido como el Argentino . El asesinato perpretado por este hombre parece sacado de las mentes más perturbadas de Hollywood. Eran las fiestas de Navidad de 1986 y el cuerpo de una niña de once años aparecía con signos de violación y estangulamiento en un caserón próximo al Puente de las Palomas, en las proximidades de Piedrafita de Babia.

La niña, Celina Rodríguez, había sido secuestrada dieciocho días antes a la salida de su colegio en Gijón y posteriormente trasladada a la población leonesa donde se cometió su violento asesinato. Fue mucho el tiempo que se tardó en resolver el caso y en que las pistas señalaran a Valentín. Finalmente se descubrió que el móvil del crimen fue un ajuste de cuentas entre el asesino y el padre de la víctima, que habían coincidido durante las estancia de ambos en la cárcel en Argentina. Su arresto sería uno de los más cinematográficos de la provincia con carrera de coches incluida. También su final sería de película, cuando otro preso lo estranguló en la prisión de Burgos, donde cumplía condena.

Por desgracia los niños siempre han sido una de las principales víctimas de los más fríos asesinos y aún resulta más sorprendente cuando el asesino es un joven también. José Luis Monteagudo es el ejemplo de este caso. Con solo dieciseis años perpetró su primer asesinato. La víctima fue Soledad Sembranes, de doce años. Mientras la niña comía sola en su casa , él joven se aventuró dentro del hogar y la dirigió hacia el sótano de su casa. Allí la asfixió con una cuerda y con miedo de no haber acabado con la vida de la niña la clavó una navaja en el cuello. Este acontecimiento ocurrió en 1960 en Ponferrada. Veinte años más tarde, en el pueblo de Columbrianos, Monteagudo cometió su segundo crimen. Esta vez la víctima fue una vendedora de libros a la que arrojó a un pozo de la localidad berciana. Este gallego ha pasado más de cincuenta años entre rejas por estos crímenes además del intento de asesinato de su casera en el año 2004.

tracking