CASO LARRALDE ■ EL JUICIO RECUPERA LA TENSIÓN
Roberto Larralde recibió una severa paliza cuando ya había sido asesinado
El crimen se cometió en el mismo lugar donde apareció el cadáver, a tenor de la autopsia
dl | redacción
El cuerpo sin vida de Roberto Larralde fue objeto de una severa paliza, según consta en la autopsia realizada al cadáver. El análisis del informe de las forenses detalló que, poco después de que la víctima se desplomara a consecuencia de un disparo en la cabeza realizado por la espalda desde unos 70 centímetros, recibió un golpe seco por encima de la nuca, otro en el pecho que le fracturó el esternón, dos contusiones más en el hombro y en el codo, respectivamente y una patada en una pierna.
Las conclusiones del examen del cadáver se convirtieron ayer en el principal argumento de la última sesión de la cuarta y penúltima semana del juicio que se sigue contra siete personas a las que se acusa de dar muerte a la víctima en el marco de un plan para satisfacer supuestamente las pretensiones de un empresario, que mantenía una relación sentimental con la esposa del fallecido y que no podía completarla en toda su extensión (según la versión del fiscal) por lo que decidió acabar con la vida del marido utilizando para ello al resto del grupo.
La bala entró por la región parietal y quedó alojada en el cerebro. La persona que le disparó iba a su derecha y por detrás. Los restos que aparecieron entre las uñas del fallecido correspondían a células epiteliales de su propia piel. No hubo forcejeo ni opción a la defensa. Las forenses tienen claro que ninguna de las lesiones se produjeron a consecuencia de la utilización de una retroexcavadora para enterrar el cadáver y que el cuerpo no fue arrastrado: «Las zapatillas estaban limpias y no tenían signos de rozaduras», explicaron. «El disparo fue primero y el resto de las lesiones se produjeron después», explicaron las facultativas. «Lo sabemos porque no hay sangre en ninguna de las heridas, a pesar de que son importantes. Eso quiere decir que en ese momento, el corazón ya no latía o que el torrente sanguíneo era ya muy débil».
SIN EROSIONES
El cadáver apareció semi sentado y enterrado a no mucha profundidad, con la ropa colocada «señal de que no hubo pelea antes del disparo» y sin ningún tipo de erosión en las manos. Todo ocurrió entre las 23.00 horas del día 13 de septiembre y las 11.00 de la mañana del 14 de septiembre, aunque a tenor del tráfico de llamadas que registró su teléfono móvil, todo hace pensar que fue antes de la medianoche cuando se produjo el asesinato.
El cuerpo sin vida de Larralde apareció en un paraje agreste de las inmediaciones de Santa Olaja de la Ribera. «Había un montículo de un metros de altura y dos de longitud, aproximadamente y estaba enterrado a no mucha profundidad», dijeron las forenses.