Diario de León

adiós al poeta de la represión

El secreto que se lleva Marcos Ana

Fallece el preso más simbólico del franquismo; el Picasso que dio a un camarada apareció en un vertedero de León en 2012.

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M.r. / efe | león

Fernando Macarro Castillo, que pasará a la Historia como Marcos Ana, el poeta comunista salmantino represaliado por el franquismo y encarcelado durante 23 años tras la Guerra Civil, falleció anteayer en Madrid a los 96 años sin rencores, pero también sin «amnesia», como le gustaba remarcar. Con él se va una vida legendaria y muchos secretos, entre ellos el que se destapó recientemente en un vertedero de la montaña leonesa con la sorpresiva aparición de una litografía de Picasso dedicada por Ana a un desconocido Pepe: «A Pepe, a quien tanto debemos, por su sacrificio, su colaboración y su honesta contribución al CISE con fraternal camaradería en nombre de todos».

Entrevistado por este periódico en 2012 sobre esta litografía, no pudo identificar al propietario porque Picasso le había regalado una veintena de ejemplares de este dibujo que había hecho en 1959 en apoyo a la libertad de Marcos Ana y él los fue regalando. Recuerda que Olof Palme, primer ministro de Suecia, o Petro Nenni, entonces ministro italiano de Asuntos Exteriores, fueron algunos de los receptores. «El resto se lo di a gente que se había ocupado de mí y de todos». Nada se sabe pues de quién es Pepe, aunque su ya frágil memoria le hacía pensar que se tratase de un emigrante gallego que ayudaba en la logística e intendencia del exilio parisino. «Es una historia bonita», decía entonces.

De origen humilde, nació el 20 de enero en el pequeño pueblo salmantino de San Vicente de Alconada, aunque creció en la vecina Ventosa del Río Almar, donde a los quince años vivió el estallido de la contienda civil.

Tras recoger el cadáver de su padre entre los escombros de su casa destruida, se alistó en el bando republicano y cuando acabó la guerra, en marzo de 1939, fue capturado en el puerto de Alicante y conducido al campo de concentración alicantino de Albatera. Aunque consiguió evadirse y ocultarse en Madrid, a los pocos días fue detenido y comenzó su periplo por las prisiones españolas: la cárcel del Conde de Toreno; el penal de Ocaña, donde estuvo 307 días incomunicado; la prisión de Alcalá de Henares y el penal de Burgos, donde pasó 15 años.

En esta etapa de «turismo carcelario», como decía con ironía, sufrió castigos y lo único que le mantuvo con vida era la fuerza que le daban los ideales por los que fue encarcelado durante 23 años y condenado a muerte en dos ocasiones. Fue durante su estancia en el penal de Burgos, hacia 1954, cuando escribió sus primeros poemas, que firmó con el seudónimo lde Marcos Ana.

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