Bruselas deja sin castigo los daños de la Variante de Adif en los acuíferos de Pajares

Es la misma Unión Europea que muestra celo con el uso del agua en Huelva y se pone de perfil ante el efecto desolador que dejan las obras ferroviarias en los ecosistemas hídricos en León.

La misma Unión Europea, y sus tentáculos burócratas, que amenazan el uso de acuíferos en torno a un espacio natural y espacio reserva de la biosfera de Doñana, y se queda al margen de las filtraciones que causó el túnel de alta velocidad en la montaña del Bernesga, también reserva de la biosfera.

La doble vara de medir se siente en León desde hace más de una década, con las instituciones  de la Unión a las que compete velar por la integridad del medio ambiente colocadas de perfil ante el torrente de agua que se escapa por las grietas abiertas al paso de las tuneladoras. 

Un territorio espera restañar daños, aminorar la afección, tramitar soluciones sobre el terreno para restablecer la posición anterior al momento de la quiebra, que fue evidente cuando las máquinas rompieron los acuíferos para amoldar el paso del tren bajo la cordillera. Desde entonces, el agua dejó de correr por su curso, sin que se haya producido sanción alguna para los responsables de esta acometida, que según reconoció el mes pasado el Gobierno, ya había evaluado el perjuicio para la cabecera de cuenca leonesa en más de mil litros por segundo. 

Europa no atiende reclamaciones por estas causas sobre los daños colaterales que deja el ferrocarril a su paso por León, en un silencio administrativo que tiene un paralelismo casi calcado en la atención a las consecuencias de la acometida prevista en Trobajo del Camino , otro de los puntos calientes que distingue la obra pública en la provincia leonesa. En el mejor de los casos,  con respuestas vagas y evasivas  a base de enumerar un repertorio infinito de directivas y anexos a la norma madre del medio ambiente y sus impacto, termina por encomendar dirigirse a los órganos jurisdiccionales del país para denunciar los casos, que no competen a la Unión Europea, se disculpa un jefe de unidad de nacionalidad rumana que está vinculado a la dirección general de Medio Ambiente de la Comisión Europea, con domicilio en Bruselas.

No se espera que el Reino de España, reciba una sanción o sea apercibido por un expediente por la mala praxis y los daños en el sistema hídrico del territorio de León que se derivaron de ellas; financiadas, por cierto, en una alto porcentaje de los 4.000 millones de euros destinados a los túneles de la variante, con dinero procedente de los fondos aportados por la propia Unión Europea.

 

La misma fuente financiera se puede compartir para la obra aún pendiente de Trobajo del Camino, en donde la resistencia vecinal ha abierto ya brechas y pleitos administrativos a imagen y semejanza del camino elegido por otras urbes que se han visto afectadas por este problema de la movilidad sobre las vías y la permeabilidad, los espacios sostenibles al lado del ferrocarril, y episodios de desencuentro entre los ciudadanos y los proyectos ideados por Adif para perpetuar el paso de los trenes.

El filtro de agua y las desavenencias ambientales acusadas por la obra del ferrocarril en un gran trecho del territorio de la cabecera fluvial del Bernesga es   un problema cronificado desde hace más de una década que sale a flote por el agravio de las respuestas institucionales frente a  la polémica de Doñana, elevada estos días con los altavoces mediáticos del poder.  En el extremo sur del oeste español ya se colocan bandos de la Unión Europea  con amenazas de multas a la  administración en el caso de  se amplíe el uso de agua; tras el muro de las vías en el balcón note de León, miles de litros de agua por segundo corren hacia otra cuenca que no era la de su destino anterior sin que se plantee ni una corrección para restañar los efectos, ni una sanción para aplacar las causas.

León experimenta ante la UE la misma sensación del agravio que ya padece en el trato con estamentos nacionales.