Otro vecino en los pueblos
La polémica huella del oso
La convivencia entre este animal y el hombre siempre ha sido difícil pero obligatoria, lo que ha creado conflictos a lo largo de los años
En el año 1989 se comienza a realizar un seguimiento, de manera estandarizada, de la población de osos pardos en la Cordillera Cantábrica. Este animal se encontraba en la categoría de ‘Especie en peligro de extinción’ según el Catálogo Español de Especies amenazadas, con menos de cinco osas con crías en la cordillera. Era visto como una alimaña y su caza hacía disminuir la población año tras año. En 2018, y gracias a la labor de la Administración y asociaciones como la Fundación Oso Pardo (FOP), las osas con crías eran más de treinta, con presencia en León, Palencia, Asturias y Cantabria.
Actualmente, el oso pardo se encuentra en el segundo nivel más alto de protección, lo que significa que el número de individuos ha crecido de manera notable, pero todavía no es suficiente, ya que acontecimientos como una enfermedad o un incendio podrían acabar con un gran porcentaje de ellos y colocarlos otra vez en una situación vulnerable. Por eso, queda todavía mucho por hacer para sacarlo de la categoría de protección en la que se encuentra, aunque en ello influyen también diversos intereses.
Un recurso económico
El oso ha pasado de ser un enemigo a contribuir notablemente en la economía de la cordillera, convirtiéndose en una especie señera de la zona, como el lobo o el urogallo. Según la FOP, un 40% de los negocios de la zona dependen en algún grado del oso pardo, siendo el turismo de naturaleza el sector más favorecido por la presencia del plantígrado. En total, un 7% del empleo de este territorio se debe al animal. Por esto, entre otras cosas, el oso es querido por la mayor parte de la gente que convive con él.
Miembro de la Patrulla Oso de Villablino . FERNANDO OTERO
La existencia del oso es un atractivo para los turistas, que acuden a conocer todo lo relacionado con él. Así, los comercios locales lo aprovechan, poniéndolo como imagen de sus pueblos y productos y creando centros de interpretación, como las ‘Casas del oso’ que se pueden encontrar en municipios como el de Somiedo, en Asturias.
El trabajo de las patrullas oso
Un factor importante en la lucha contra la extinción de la especie son las Patrullas Oso de la Junta, equipos de expertos que trabajan en primera línea. Ellos se encargan de avistar a los osos, estudiar sus hábitos y realizar un seguimiento de las osas con crías, un elemento considerable a la hora de conocer la población total.
Las patrullas estudian los comportamientos de la especie. F. O.
Un día de verano para las patrullas empieza cuando sale el sol. Es a esta hora de la mañana cuando comienza la actividad en las montañas, ya que el sol todavía no pega y las temperaturas son suaves. Los animales empiezan a buscar comida, por lo que es el momento idóneo para localizar al oso. Cuando empieza a calentar y la fauna se retira, también lo hacen los patrulleros, que vuelven al atardecer para observar, grabar y estudiar cada movimiento de los individuos. Por la noche los osos también son activos, por lo que, en muchas ocasiones, la jornada laboral termina de madrugada.
Cerezo roto por un oso en Laciana. F. OTERO
Las patrullas recogen muestras de pelo para realizar pruebas de ADN, examinan heces y huellas y están al tanto de los daños que provocan, gestionando las ayudas y subvencionando gran parte de los equipos de protección a los afectados, como pastores eléctricos para proteger la entrada a los colmenares. Además, ellos se encargan, junto con los agentes medioambientales, de actuar en caso de ataques o presencia de osos en entornos no deseados, lo que procuran hacer con una velocidad de respuesta de entre 0 y 1 días, siempre y cuando sean avisados. «No se puede esperar, hay que avisar el mismo día para que el oso no se acostumbre», dicen desde las Patrullas Oso. Es difícil para ellos espantar a un oso que se ha habituado a ir a comer a un sitio y sabe que no pasa nada, de ahí que el aviso inmediato sea necesario a la hora de evitar segundos avistamientos. Cuando reciben la alerta de un acercamiento se pone en marcha un protocolo. Primero definen el problema, ya que el oso puede presentar varios patrones de comportamiento. Una vez hecho eso, se procede a ahuyentarlo por medio de señales acústicas. Si eso no funciona, se le disparan pelotas de caucho desde una distancia segura para no dañarlo. El objetivo es que sienta recelo de bajar al pueblo. En los próximos años se va a poner en marcha un programa de captura y radiomarcaje, promovido por la Junta de Castilla y León y con la colaboración del Gobierno de Cantabria y del Instituto Mixto de Investigación en Biodiversidad. En el proyecto participará también el prestigioso doctor Vincenzo Penteriani. Este sistema, pionero en la Cordillera Cantábrica, permitirá conocer la localización de los osos y actuar de inmediato cuando se acerquen más de la cuenta a un núcleo urbano.
Otra de las medidas que se van a llevar a cabo para evitar las visitas indeseadas es la instalación de contenedores anti-osos, que se llevará a cabo el año que viene con el fin de que la basura deje de ser un alimento para estos animales. También se plantea desbrozar los prados a las afueras de los pueblos.
Conflicto de intereses
Si bien es cierto que la especie crea empleo y trae dinero a la zona, no todos obtienen beneficio con su presencia. Son muchos los que están en contra de favorecer tanto a los osos y descuidar a la población. Mucha gente se ve afectada por el gran número de avistamientos y el miedo a perder cabezas de ganado o a tener un susto por la calle crece. Desde los pueblos se pide que no se olvide que quienes habitan en los municipios y pagan impuestos son las personas, y que se merecen un trato de favor frente al plantígrado. Reclaman que se fortalezca el sistema de ayudas para recibir las subvenciones de una manera más rápida y justa.
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Editorial | El innegable éxito para conservar el oso debe incluir un marco estable
Redacción