Última tecnología para la voladura de las torres de la térmica de La Robla
- Naturgy ya tiene hora para el derribo de las dos torres de refrigeración de la térmica de La Robla: las 13.00 horas - En Anllares, donde sólo había una, se utilizaron 48 kilos de dinamita
La voladura de las dos torres de refrigeración de la central térmica de La Robla ya tiene día, mañana viernes, y también hora: la una de la tarde. A esa hora y en pocos segundos se desmoronarán dos de los símbolos de la pujanza industrial de una localidad que lo dio todo por el desarrollo de la provincia de León, donde la nieve tenía una capa negra producto del humo de las chimeneas de Unión Fenosa, Cementos y la Hullera Vasco Leonesa, y el río Bernesga bajaba negro como el carbón.
Naturgy, actual propietaria de las instalaciones , informará en las próximas horas sobre los detalles de la voladura controlada de las dos torres, que tienen 100 metros de alto y 71 de diámetro de boca. La térmica de La Robla tuvo un presupuesto de 2.300 millones de pesetas cuando se diseñó y aprobó su construcción en 1968. Las otras dos chimeneas se derribarán el año que viene, en una nueva fase de las obras de demolición de la central.
En Anllares, propiedad al 50% de Naturgy y Endesa, donde sólo había una torre de refrigeración, se utilizó la técnica de fulminación. Un descenso sobre su vertical con un ligero vuelco hacia un lado con el objetivo de concentrar los escombros en una zona. En la térmica berciana, ubicada en el municipio de Páramo del Sil, se emplearon 48 kilos de dinamita y 850 metros de cordón detonante, y la ráfaga del disparo tuvo una duración de 1.025 milisegundos. La tecnología utilizada (detonadores electrónicos) permitió controlar la continuidad de la cadena pirotécnica hasta el momento del disparo, por lo que en el caso de La Robla se presupone que será el doble de carga.
La demolición mediante esta técnica es una de las más eficientes para el desmantelamiento de centrales, ya que minimiza los riesgos para los trabajadores, favorece la economía circular y contribuye a reducir el impacto ambiental.
Aunque en La Robla ha vuelto a surgir, tímidamente, el debate sobre la conservación de estas infraestructuras, su coste de mantenimiento hace inviable cualquier intento. En Anllares —donde ya no queda nada— no surgió, pero sí en Compostilla, donde continúan las obras de demolición a la espera de volar tanto las torres de refrigeración como las chimeneas.
No es posible porque primero se debería saber qué institución se hace cargo y después quién paga la factura que, en algunos casos puede llegar a ser de decenas de miles de euros, hasta un millón, por la propia complejidad de la infraestructuras ya que las chimeneas oscilan y necesitan controles especiales.
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En la provincia de León sólo se ha conservado la chimenea de la Fábrica de Luz, en Ponferrada, la primera térmica de España, hoy reconvertida en el Museo de la Energía. Al mantenimiento hay que añadir la propia seguridad de las instalaciones para evitar accidentes o ataques de desaprensivos. Las instalaciones son las únicas que están teniendo apoyos para ser convertidas en Bien de Interés Cultural.
La construcción de la central térmica de La Robla generó 500 empleos directos. Naturgy, a la vez que está desarrollando las labores de desmantelamiento apuesta por convertir en La Robla en un importante polo de desarrollo. Basta con recordar que la localidad es el epicentro de las grandes líneas de alta tensión hacia Asturias y Castilla. Producía el 3% de la energía de España.