Diario de León

¡Mujer hay en la hueste!

León cuenta con una de las leyendas bélicas más misteriosas de la historia. Son muchos los que creen que la Dama de Arintero no fue el resultado del canto de los bardos y defienden que Juana luchó en Peleagonzalo y fue recompensada por el rey F

Publicado por
CRISTINA FANJUL | texto
León

Creado:

Actualizado:

En todas las culturas hay leyendas que glosan el mito de la mujer guerrera. Las amazonas están en el subconsciente colectivo desde la Grecia clásica hasta nuestros días. No hay más que ver a Lara Croft para darse cuenta de que la paradoja -qué ironía- sigue emocionando. Los ejemplos de la historia son numerosos. Puede recordarse por ejemplo a la reina egipcia Ahotep, que en el año 1550 a.C. reunió un ejército y se puso al mando del mismo para luchar contra los hicsos, a Juana de Arco o a la más castiza Agustina de Aragón. Más recientemente, Disney llevó hasta los altares del cartoon la historia de una guerrera china, Mulan. Esta heroína canta su historia en un poema conocido como La balada de Mulan , donde una joven se disfraza de hombre para suplantar a su padre anciano en la guerra. Sin embargo, no hace falta escuchar a bardos extranjeros. León dispone de una de las leyendas más vivas acerca del mito de la mujer guerrera. Se trata de la Dama de Arintero, la historia de una mujer en la que se entremezcla la valentía, la miseria humana, los privilegios nobiliarios, la política de Estado, ¿los celos de una reina? y, por supuesto, la muerte. Pero, ¿fue real o se trató simplemente del resultado de los cuentos que surgieron tras la batalla de Peleagonzalo? ¿Existió Juana García? y, en caso de ser un personaje real, ¿transcurrió su historia como nos lo cuentan los novelistas e historiadores? En La Cándana, todos los paisanos dicen que sí, que los soldados de Isabel le dieron muerte allí mismo. «Aquí la enterraron y aquí le pusimos la cruz», dice una de las personas que con más ahínco ha guardado la leyenda. Pero hay más. Mabel Muñoz conserva en el hall de su casa un cuadro del siglo XVII que muestra una pintura de Juana García a caballo. La tabla esconde un pergamino en el que Ortega Muñoz, secretario del Ayuntamiento de Lugueros, da fe de que Juana García acudió a la guerra y participó el 1 de marzo de 1476 en la batalla de Peleagonzalo: «Este lugar ha sido poblado del apellido de Garcías y González, una noble generación de Hijosdalgo notorios; y es llamado Solar conocido por ser ganada esta merced con otras muchas que abajo serán referidas, por una doncella que fue dada en el mes de marzo del año mil quatrocientos setenta y seis, quando fue cercada Zamora de los enemigos (...)» La misma casa luce uno de los blasones que se cree parece confirmar la historia. Pero, ¿qué hay de verdad y qué de leyenda? La historia se desencadena a consecuencia de la muerte de Enrique IV, quien deja la Corona de Castilla partida en dos estandartes: el de su hija Juana, apodada la Beltraneja, y el representado por Isabel. Se convoca entonces a los hombres para que acudan en defensa de Isabel a los campos de Zamora, lugar donde se decidiría la suerte de España. Juana García, la dama de Arintero, decide disfrazarse de guerrero y suplantar a su padre en la batalla. Al final de la batalla de Peleagonzalo (1476) se descubre su condición femenina. Maravillado, el rey Fernando le concede una carta con privilegios según la cual ningún hijo de Arintero tendrá que acudir a la guerra. Sin embargo, tan pronto Juana toma el camino de regreso a casa, el rey decide desposeerla de todos sus derechos. Los soldados alcanzan a la heroína en La Cándana, lugar donde le dan muerte. Una prueba escrita El documento en el que consta la historia de la Dama de Arintero y los privilegios concedidos a los habitantes de este pueblo por el rey Fernando es un escritura, copiada de otra más antigua, que ya no se conserva. No lleva fecha, pero se deduce que pertenece a los días de Felipe V. Uno de los puntos del texto reza: «Y esta regalía con otras muchas nos fue concedida por el Señor rey Don Fernando el Quinto en el cerco y sitio que los enemigos pusieron a la Ciudad de Zamora, cuias mercedes fueron fchas por dcho Señor Rey a Dª Juana de Arintero, la qual como Cavallero en caballo con lanza y adarga se halló en dcho sitio y defensa de cha ciudad de Zamora, y por el dho Rey le fue mandado pedir mercedes y libertades en pago de su bien servicio, esfuerzo varonil y lealtad, y las que pidió le fueron concedidas» . Hasta aquí la leyenda. Joaquín de Sotto y Montes publica en 1973 un artículo en Tierras de León en el que estudia el linaje de los Arinteros. Considera que el señor de Arintero, padre de la Dama, debió de ser un infanzón o un caballero villano. Asimismo, relata que en 1517 aparece un Juan de Arintero vecino de Curueña, partido judicial de Murias de Paredes, al que sitúa como un pariente próximo al padre de Juana. El historiador explica que no existe constancia del lugar en que Juana de Arintero se incorporó a la hueste real. Sin embargo, pensando que la ciudad de León se había declarado a favor de la Beltraneja y que la Reina Católica se encontraba en Tordesillas, todo hace suponer que el lugar de asamblea debió ser la región comprendida entre Mota del Marqués y la ciudad de Toro, cuyo castillo permanecía fiel a los monarcas. Incorporada a los Ejércitos Reales, debió de pasar alrededor de tres años en las operaciones militares, lo que da una idea de cuáles debieron de ser sus esfuerzos para evitar ser descubierta. Según las referencias históricas, el comportamiento militar de la heroina debió ser sobresaliente. Tras ser descubierta y como recompensa, el rey le concedió una serie de beneficios tendentes a mejorar la vida de los vecinos de su lugar. Entre ellos destacan los puntos siguientes: que el lugar de Arintero debía ser conocido como el solar de Hijosdalgos notorios, que todos los de dicho solar que se apellidaran Arintero serían estimados como presenteros, que en reconocimiento de tal señorío, el presentero más anciano llevaría caridades a los pobres en fechas determinadas, que todos los pertenecientes al solar de Hijosdalgos que se ausentasen del lugar para vivir en otra localidad seguirían disfrutando de los beneficios antes anunciados y que ninguna persona ajena al lugar podría morar en Arintero si por su condición social de pechero o malas costumbres pudiera dañar el buen nombre de esta localidad de la montaña.

tracking