Un león leonés en sevilla
Para saber cómo pudieron ser los estandartes de los reyes leoneses entre los siglos XII y XIII nos conviene observar el tafetán custodiado en el Tesoro de la Catedral de Sevilla. El Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico de la Junta de Andalucía acometió hace años la restauración del Pendón de San Fernando, compuesto por un león casi completo y fragmentos de castillos, en lo que fue una gran enseña con las armas de los reinos de León y de Castilla. Lo más relevante es que el fragmento más antiguo y el mejor conservado es una tela blanca con la figura de un león al que le falta una pata, de color púrpura, con las garras azules y bordado en oro.
Destronado el oso de la cúspide del bestiario europeo, el león se alzó con la primacía simbólica y, en palabras de Isidoro de Sevilla, se convirtió en príncipe de todas las bestias feroces gracias a la implantación del cristianismo y de las tradiciones orientales. La identificación del león con las virtudes y la majestad reales, así como la homofonía entre el vocablo para designar al animal y el de la ciudad de León, que, como Roma y Toledo, dio nombre a un reino, pudieron ser motivos más que suficientes para consagrar al león en signos, escudos y telas. En cuanto a la púrpura, rico tinte de variados matices y de prestigio imperial, obtenido en la Antigüedad en las costas de Tiro y de Cádiz, ¿qué mejor color para representar la dignidad de un rey emperador?
Según el análisis de colorantes del Pendón de San Fernando realizado por Francisco Gutiérrez Moreno, el púrpura del león se obtuvo mediante la mezcla de dos tintes. Uno, el índigo, azulado y de origen vegetal. Otro, el extraído de la cochinilla, rojo y de origen animal. Desconocemos cómo serían los estandartes enarbolados por los primeros monarcas leoneses; tal vez consistieran en paños donde se bordarían cruces o motivos religiosos con función protectora, como el Poema de Almería le atribuye a las insignias de la ciudad de León, que protegen de todos los males. Por ello, aun sin descartar otras opciones y a menos que aparezcan nuevas fuentes documentales, la más cercana aproximación a los antiguos estandartes reales leoneses la encontramos a través de ese león púrpura morado sobre una tela blanca, análogo a los leones cárdenos de la ilustración de Alfonso IX en el conocido pergamino de la Catedral de Santiago. Es en el último tercio del siglo XX cuando, a través del trabajo de heraldistas y eruditos, el león leonés se reglamentó de púrpura en el escudo de España, y en el escudo y la bandera de una Comunidad Autónoma que se apropió del cuartelado de los reinos y territorios de León y de Castilla. Sin embargo, paradójicamente, el púrpura morado no parece haber tenido mucho éxito en las banderas de las instituciones que se pueden reclamar como más propiamente leonesas, a pesar de la recuperación, al menos nominal, de ese color en el paño y el león del escudo de la bandera autonomista que en 1978 presentó el Grupo Autonómico Leonés.
El Pendón sevillano resulta valioso en vexilología al menos por dos motivos. Documenta en tela, y no sólo en ilustraciones alegóricas, el antiguo uso del púrpura en la vexilología hispana, descartando que el color púrpura o morado no haya sido más que el resultado de la decoloración de telas carmesíes o rojas. En el siglo XIII conocían bien cuál era el color púrpura y cómo conseguirlo. Asimismo, el blanco y el púrpura son los principales colores que nos cabe asociar con la monarquía, la ciudad y el reino leoneses.