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Asistencia hospitalaria en la ciudad de León a lo largo de diez siglos
Se ha investigado la historia desde los hospitales medievales, de la Iglesia y beneficencia hasta llegar a los sanatorios y clínicas del siglo XX
león
El objetivo de este trabajo de historia de la ciencia, desarrollado por Marta Ballesteros Pomar y dirigido por los doctores Miguel Cordero del Campillo y Serafín de Abajo Olea, queda referido al intento de recuperar la memoria histórica de la asistencia hospitalaria en la ciudad de León a lo largo de diez siglos, desde los hospitales medievales, iniciados en 1084 con el fundado por el obispo Pelayo, hasta las instituciones del siglo XX, clínicas y sanatorios, precursoras de los grandes centros de la medicina socializada. Y, entre unos y otros, la imprescindible evocación del hospital de San Antonio Abad, presente en la actividad asistencial de la ciudad durante casi quinientos años.
En la investigación, que dio lugar a la memoria de doctorado defendida por la doctora Ballesteros, se estudian las tres grandes etapas por las que, a lo largo de la historia de la humanidad, discurre la relación médico-enfermo. La medicina mágica o sacerdotal, la medicina científico-natural y la medicina social. Los inicios de asistencia hospitalaria surgen con evidente intención espiritual, bajo el patronazgo de iglesias y monasterios. Han de pasar varios siglos para que al impulso de caridad se una el de beneficencia, al asumir la sociedad su compromiso asistencial ante el pobre y el desvalido. Y tras ello, la apertura hacia una medicina colectivizada, iniciada en clínicas y sanatorios, ya con el horizonte próximo de la medicina social.
Tal y como se señala en el resumen de la memoria de tesis doctoral, desde comienzos del siglo XI la atención prestada al Camino de Santiago, en razón a la protección del peregrino, propicia la aparición de una tupida red de centros hospitalarios. Es así como en León van surgiendo establecimientos de este tipo, iniciados por el fundado por el obispo Pelayo y continuados por otros de patronazgo eclesiástico, en ocasiones, y otras como fundaciones por decisión real o ligadas a órdenes militares o bien a organizaciones civiles. Cabe citar entre ellas, por su relevancia, los hospitales de San Marcelo, del Santo Sepulcro, que a partir del siglo XIV se llamaría hospital de Don Gómez, de San Isidoro o San Froilán, de San Lázaro, de San Marcos, de San Martín, etc. etc.
Por su parte, el Hospital de San Antonio Abad fue fundado en la primera mitad del siglo XIII, situado extramuros de la ciudad, junto al monasterio de San Marcelo. Por bula de Clemente VII se integraría en el mismo el hospital de San Marcelo, en 1531, y otros hospitales medievales lo hicieron hasta el siglo XVIII. Diversas vicisitudes médico-asistenciales y otros eventos (pestes, guerras, incendios) incidirían en su configuración· definitiva de hospital decimonónico.
El proyecto de Ensanche de la ciudad propició la operación urbanística de traslado a los terrenos adquiridos en los Llanos de Nava, siendo allí construído el nuevo hospital, por el arquitecto Manuel de Cárdenas, entre 1919 y 1922, vendiéndose el solar de San Marcelo a las hermanas Teresa y Dionisia González Roldán. Nombres señeros de la medicina leonesa dedicarían sus afanes médicos a la emblemática institución. El hospital fue vendido a la Diputación Provincial, en 1966.
Antiguos sanatorios
En cuanto a los antiguos sanatorios de León, se señala que la aparición de estos centros presenta vinculación evidente con la aparición, a finales del siglo XIX, de sociedades gremiales o de socorros mutuos, precedentes de una medicina colectivizada, al tiempo coexistiendo con una asistencia sanitaria de ámbito privado y pago por acto médico. Por último, la aparición y progresiva generalización de la medicia socializada contó, en sus primeros tiempos, con estos centros para llevarla a cabo, a través de los oportunos conciertos con los organismos públicos correspondientes. En estos sanatorios iniciarían su colaboración los que serían médicos pioneros de la moderna anestesiología en León.
Tras la figura del primer cirujano que contó con sanatorio propio en León, el doctor Coderque Navarro, muchos otros ejercerían la titularidad de sus centros. Los doctores Eguiagaray, Miranda, Hurtado, Pérez Alonso, Néstor Alonso, López Otazú, Sáez, Calvo, Serrano, Navas, etc., otros orientados en su funcionamiento como clínicas maternales (doctores Aparicio, Ucieda, Eiriz y Juan Pérez Martínez) y, por último, los que en su origen reconocían connotaciones políticas o sociales (sanatorio 18 de Julio y de la Cruz Roja).
Las clínicas de los 60
Las modernas clínicas de la década de los sesenta aparecen en la época que constituye el punto de inflexión entre los antiguos sanatorios y los grandes centros hospitalarios y quedarían representadas por las siguientes tres instituciones. La primera, la Obra Hospitalaria Nuestra Señora de Regla, continuadora del secular compromiso asistencial de la Iglesia de León y que iniciaría su funcionamiento, a partir de 1966, bajo el impulso fundacional del obispo Luis Almarcha, en solares próximos a la Catedral. La segunda, el Centro Sanitario San Juan de Dios, fundación de la Orden Hospitalaria del mismo nombre y que se levantaría en el extrarradio de la ciudad, merced a la donación de terrenos por las benefactoras leonesas hermanas Hevia-Chaussadat, en 1968. Por último, la Clínica San Francisco, conectada en su origen y objetivos con la sociedad de asistencia médica Unión Médica Previsora y que se constituiría como sociedad anónima por un grupo de médicos leoneses, construyéndose e iniciando su funcionamiento, en 1969, en el popular barrio de San Claudio.
Como conclusión final se puede decir que la asistencia hospitalaria dispensada, a través de los siglos, en los distintos establecimientos sanitarios ha asistido al profundo cambio que, en su concepto y realidad, habrían de experimentar los hospitales. Desde la primitiva definición de establecimiento «para cura de enfermos, por lo general pobres, desvalidos y menesterosos», a través de la acción de la caridad o de la beneficencia, se llega a la medicina de justicia proyectada por la medicina social, en la que los centros hospitalarios asumen tareas de curación, de prevención y de formación, acordes con la evolución social.
La autora de la investigación concluye en su memoria que, sin duda, es necesario poner especial acento en la expresión de gratitud hacia las instituciones hospitalarias que, a lo largo de los siglos, protagonizaron esta asistencia hospitalaria en la ciudad de León, y el deseo de que la difusión de esta historia responda, aun mínimamente, a la impagable deuda contraída para siempre con todas ellas.