El cirujano de los toreros
El leonés Antonio Mostaza es el único cirujano en España especialista en cirugía mínimamente invasiva por endoscopia. Por el Hospital y su consulta privada pasan 300 pacientes al año
carmen tapia | león
No había visto una corrida de toros en su vida pero se ha convertido, casi por casualidad, en el cirujano de referencia de los toreros. Por sus manos han pasado las espaldas de Dámaso González, Uceda Leal, Enrique Ponce, Victoriano Valencia —padre de Paloma Cuevas—, Morante de la Puebla y Miguel Ángel Pereda. La popularidad del neurocirujano leonés Antonio Luis Mostaza ha traspasado las fronteras nacionales al ser el único en España especializado en cirugía de la columna vertebral por endoscopia, una técnica que ha perfeccionado en los últimos veinte años gracias a su capacidad mental tridimensional. «Para dominar esta técnica tienes que tener capacidad tridimensional», asegura.
«Enrique Ponce ha estado ahí sentado, en esa misma silla, consultando sobre sus problemas de espalda provocadas por las cogidas en las corridas de toros». Es uno de sus clientes. Pero pese a que es un referente en el mundo taurino, su especialidad atrae a León a políticos y altos ejecutivos de Estados Unidos y de otros países europeos que recurren al cirujano leonés tras pasar varias veces por otros quirófanos sin resultados positivos. Portugueses, belgas, suizos y americanos son sun principales clientes. «Siempre ha funcionado el boca a oreja, no sólo porque saben de mí por las páginas especializadas sino porque además operarse en León resulta mucho más barato que hacerlo en Estados Unidos». El coste de la operación ronda los 7.000 euros y el mismo tratamiento supera los 80.000 euros en Estados Unidos.
Aunque es un cirujano referente para el mundo del toro, su popularidad comenzó tras intervenir a Juan Hormaechea, el tercer presidente de Cantabria. También intervino a la mujer y la hija del político. Y ahí comenzó todo.
Pero la técnica no es sólo un privilegio al que acceden los que más dinero tienen. Antonio Mostaza es jefe de sección y coordinador de Neurocirugía del Hospital de León, centro sanitario en el que opera a una media de cien pacientes al año. En el quirófano privado de la clínica Altollano interviene a doscientas personas con diferentes dolencias de espalda. Con la cirugía mínimamente invasiva por endoscopia se pueden curar todas las enfermedades del raquis, como son las hernias discales, estenosis de canal y cervical, tumores vertebrales, descompresiones forominales en la escoliosis del adulto...
«Los toreros tienen, debido a un montón de traumatismos al ser deportistas de élite, hernias discales, estenosis de canal y alteraciones de articulaciones y disco intervertebral», asegura. La ventaja es que con esta intervención el tiempo de cirugía se reduce. «Con la cirugía tradicional operar una hernia discal lleva una media de tres horas mientras que con cirugía mínimamente invasiva son tres cuartos de hora».
Además de las operaciones, pacientes como los toreros recurren a este cirujano para recibir tratamientos con factores de crecimiento o plasma rico en proteínas, «una técnica que utilizo hace cinco años». Esta intervención consiste en la extracción de sangre, que se centrifuga con una máquina especial y los factores plaquetarios que se obtienen se inyectan en las articulaciones del disco. «Son los productos de las células madre, pero no son células madre», aclara.
A Mostaza le preocupa el relevo generacional. «Es una técnica difícil que necesita de mucha práctica durante muchos años y no es fácil dominarla». A León llegan todos los años diez alumnos para aprender una cirugía que cuenta con muy pocos especialistas en el mundo, una técnica que utiliza un endoscopio y no un microscopio. La cirugía mínimamente invasiva permite operar tumores sin necesidad de abrir al paciente. «Han venido cirujanos de toda España para aprender pero no logran dominar la técnica. Al principio cuesta», explica.
Utilizando cirugía endoscópica, las complicaciones se reducen. «Se hace una incisión de apenas dos centímetros, como un par de granos de arroz, y quitamos el tumor por completo sin tocar la médula. Los problemas que tenía el paciente antes de la cirugía se recuperan, no hay secuelas y el paciente a las 12 horas se levanta de la cama y a las 48 horas se puede ir a casa. Antes nececitaba cinco días de ingreso».