Francisco Luis Rodríguez | Jefe de Psiquiatría del Hospital de León
«Ocho meses sólo de consultas telefónicas han cronificado los problemas mentales»
Los especialistas aseguran que la cuarta ola del coronavirus será invisible y tendrá como protagonista la salud mental.
—¿Cómo ha afectado la pandemia al funcionamiento del servicio de Psiquiatría el Hospital de León?
—Ha sido toda una prueba de esfuerzo. Hubo que reestructurar todo, incluido nuestro esquema mental. Algunos de los psiquiatras pasaron a atender plantas covid, otros, junto con los psicólogos clínicos se ocuparon de las consultas telefónicas y telemáticas, algo que nunca se había hecho pero que salvó en parte los muebles. Enfermería tuvo que adaptarse a nuevas situaciones tanto en el Hospital como en Santa Isabel, de manera casi obsesiva, para prevenir la entrada del virus. Los casos que hemos tenido entre los pacientes se cuentan con los dedos de una mano. No así en lo que se refiere al personal por lo que hemos tenido que redoblar esfuerzos para suplir a los compañeros temporalmente ‘caídos’.
—El servicio ha trasladado a los pacientes a Santa Isabel. ¿Cuándo se va a volver al Hospital?
—Se trasladó puntualmente a los pacientes de la Unidad de Agudos de la planta baja de Princesa Sofía y tuvimos que hacer hueco para ellos en Santa Isabel a marchas forzadas en un hospital, el de Santa Isabel, que ha evolucionado mucho para ser de puertas abiertas. El traslado se ha hecho ya el traslado en dos ocasiones, en la primera y tercera ola, pues hubo que dejar libres las camas de nuestra planta para pacientes de Traumatología, que a su vez, cedieron la planta para pacientes covid. En la actualidad parece que la tercera oleada está en franco descenso por lo que ya está de nuevo cada unidad en su sitio.
—¿Qué consecuencias psicológicas tendrá el impacto del coronavirus en la población?
—La pandemia supuso una gran debacle y no podíamos quedarnos de brazos cruzados. Al principio, de forma atropellada, establecimos un programa de atención psicológica y psiquiátrica en el que voluntariamente participaron todos los psicólogos clínicos y psiquiatras del servicio. La atención se realizaba por vía telefónica e iba dirigida tanto a personal sanitario como a la población general que se viese afectada por el fallecimiento de un familiar, el miedo… A medida que pasó el tiempo, el programa se adecuó a otros existentes en otras provincias y acabó como una consulta específica formada por un psicólogo clínico y un psiquiatra, dedicados hoy en exclusiva a problemas y secuelas relacionadas con el covid.
Estrés y ansiedad
—¿Cuántos profesionales sanitarios han pasado por la consulta?
—El estrés al que está sometido el personal sanitario es triple. La sobrecarga de trabajo y el estrés, suplir a los compañeros contagiados de baja o que deben cumplir cuarentena por contacto y, en tercer lugar, el miedo a contagiarse y a contagiar. De las más de trescientas cincuenta personas atendidas, más de doscientas son personal sanitario. Los problemas más frecuentes son trastornos adaptativos, es decir, reacciones de ansiedad y/o ánimo deprimido que van más allá del mero aumento del estrés o la tristeza por las situaciones vividas. En segundo lugar, y como patología algo más grave, se han dado frecuentes casos de trastorno por estrés postraumático que es una forma de manifestarse la ansiedad cuando se desborda y se tiende a repetir y a revivir la experiencia traumática afectando a la vida diurna y al sueño…
—¿Qué consecuencias tendrá lo vivido con el covid en la población infantil?
—Estrés, ansiedad y alteraciones del estado de ánimo. Este estrés es reflejo de la situación que también están viviendo sus padres y, como digo, se ha manifestado en forma de aumento de los trastornos de conducta, sobre todo en niños predispuestos que ya los manifestaban antes. Una cuestión curiosa que se está observando, posiblemente en relación con el confinamiento, es el aumento de las conductas alimentarias restrictivas en jóvenes adolescentes, sobre todo chicas, como posible reacción a la sobreingesta y falta de ejercicio casi inherentes a la situación de parón vital.
—¿Cómo repercute el confinamiento en la salud psicológica y mental de los mayores?
—Tristeza, ánimo deprimido, sensación de soledad. También en los hijos que no ven a sus padres, los nietos que no ven a sus abuelos, el miedo al olvido… El personal que atiende a los mayores en las residencias también sufren el mismo estrés que el personal sanitario.
—¿Qué efectos tiene el exceso de información?
—Todos conocemos a tres tipos de personas, los ultraortodoxos con las medidas de prevención y que siguen confinados como en la primera ola. Los cumplidores no estresados que se van adaptando a las normativas, cumplen con las medidas de prevención e intentan realizar una vida lo más ‘neonormalizada’ posible. Existe también un tercer grupo de personas, negacionistas, para quienes las normas establecidas no parecen existir. Parece estar claro que el segundo grupo es el más saludable. Cuanto más se busque ‘neonormalizar’ nuestra vida, que se parezca lo más posible a la previa, normalizada (trabajo, familia, ejercicio…), menos posibilidades de caer en los trastornos de adaptación.
—¿Cómo afectar a los pacientes el retraso de las consultas psiquiátricas?
—Eso forma parte de las curvas tardías del covid. Patologías crónicas no tratadas o revisadas, intervenciones quirúrgicas retrasadas… La salud mental también se ha visto afectada. Ocho meses de consultas cerradas con mera atención telefónica y el miedo a acudir a los centros después ha descompensado y cronificado las patologías y la sensación de desprotección de los pacientes, que ven en sus equipos de salud mental un referente de tranquilidad.
—¿Han aumentado las urgencias en su especialidad?
—Sí, aunque quizás no lo esperado precisamente por el temor de acudir a los centros sanitarios. Han aumentado los problemas de convivencia, más aún cuando en el seno familiar existe algún enfermo mental.
— ¿Y los intentos de suicidio?
—Ha aumentado todo aquello que tiene que ver con los síntomas depresivos. Las ideas de muerte, las ideas de suicidio, los intentos de suicidio y los suicidios consumados han aumentado. Hay más desencadenantes que tienen que ver con las situaciones vividas.