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León

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Silla baja jOSÉ ÁLVAREZ DE PAZ

ALLÍ estábamos algunos miembros de la Asamblea de ACP, para recibir en la frontera al derrocado presidente Arístide, la última esperanza fallida, 1994. No sabemos si hizo más daño allí el pasado colonial, los regímenes sanguinarios y corruptos de su historia reciente, o la naturaleza rebotada. Haití producía el 80% del arroz que consumía hasta que EE.UU., con la complicidad el gobierno local y de la O.M.C. inundó el mercado de arroz subvencionada. Cuando los campesinos no pudieron aguantar más, bajaron los brazos y el precio del arroz subió un 300% para esos nuevos urbanitas. Ahora el 70% de la población vive en la pobreza, aunque disponen de tierras fértiles para abastecer su demanda. Muchos de los sepultados bajo los escombros de las ciudades desoladas, estarían ahora cultivando los fértiles valles tropicales. Cuando Colón arribó a La Española, escribió: «nos hallamos ante una nueva vega de Granada». En menos de treinta años, la dominación exterminó a casi todos los indios taínos. Un genocidio. En 1697, un tercio de la isla fue cedido por España a los franceses que hicieron de él uno de los países más ricos del Caribe, gracias a la deforestación salvaje, la esclavitud y la degradación ambiental. Los esclavos africanos sufridores del milagro llegaron en barcos con nombres del Santoral. Había entre ellos decenas de miles de profesores y alumnos de la floreciente Universidad de Malí. Medio millón de esclavos, pioneros en lograr la libertad, se rebelaron y proclamaron la independencia. Se calcula que hay un millón de huérfanos o afectados, no sabemos cuántos alumnos y profesores quedaron sepultados en las aulas. Comprendo a los bomberos que no querían regresar, sabiendo que dentro de pocos meses, sin tiempo para recuperarse de los seísmos, llegan los tifones. De aquellos polvos, vienen estos lodos. La educación debería ser la clave de la reconstrucción hasta convertirse en un verdadero Estado, libre de la tutela y el saqueo comercial. La solidaridad internacional reacciona y debemos alegrarnos de ello, aún sin saber si al final veremos algo diferente o será otra colonización. Si la mitad es menor de 18, cabe la esperanza de que ellos mismos sean un día protagonistas de su destino.

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