Diario de León
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La gaveta césar gavela

Manuel Girón Bazán, el guerrillero más famoso del maquis, era berciano. De joven, antes de la guerra y antes de su heroísmo en el monte, era campesino y vivía en Salas de los Barrios. De aquel Girón sabemos poco: trabajaba en el secano, era famoso por su puntería, conocía el terreno. En 1931 tenía 21 años. Era un joven republicano del que no sé si quedan fotografías, recuerdos, alguna carta.

Pero no resulta difícil imaginar su vida humilde. Su trabajo duro, sus charlas políticas con algún vecino, tal vez con personas que pudo conocer en Ponferrada, ciudad muy cercana, que visitaría con frecuencia. Algunas de estas personas, años después formarían parte de una épica resistencia antifranquista. Bercianos que se jugaban la vida, que arriesgaban torturas y atrocidades en aquel tiempo tan funesto y largo.

Girón conocería las tabernas de Salas, uno de los lugares donde mejor se interpreta la canción berciana. También tuvo que conocer a don Adelino Yebra, casi vecino suyo y de parecida edad, aquel hombrón autodidacta que amaba la cultura y que levantó un museo en su gran casona del Villar. Y tuvo que saber algo de nuestro mayor sabio vivo, don Valentín García Yebra, que era de Lombillo, a un paso y una cuesta de Salas. Girón venía del Bierzo más raigal. No era obrero urbano, tampoco su mundo era el de las minas, los talleres. Se hizo socialista en un entorno rural, próximo a la periferia de una pequeña ciudad de diez mil habitantes. Donde había obreros y maestros republicanos. Donde pasaba el tren y se vendían periódicos.

Aquel Girón primero no podía imaginar una vida como la que tuvo, de ningún modo. Pensaría en casarse, tener hijos, hacer un modesto patrimonio. Y profundizar en sus opiniones políticas, tal vez mejorar su formación. La propia de quien no tuvo posibilidades. Pero todo eso lo truncó la guerra. Y la fiera postguerra. Impresiona que estuviera doce años luchando contra Franco después de la paz cruel. Y que muriera a causa de una traición, en 1951. Murió en el Bierzo, a los 42 años. En Molinaseca. El jueves se cumplieron cien años de su nacimiento. Aún podía vivir Girón, ser un anciano atendido por nietas amables. Y de algún modo vive, atendido por la memoria. Porque quienes no lo conocimos, tampoco lo olvidaremos.

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