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Encubriendo al pedáneo

Los vecinos de Mosteirós se imponen una especie de ley del silencio

Un vecino de Mosteirós, junto a su esposa, explicando cómo se originó el fuego.

Publicado por
León

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Mosteirós es un poblado desperdigado de cuatro casas. Pero cuando interrogas a los vecinos sobre quién es Manuel L.S., el hombre de 52 años detenido por la Guardia Civil como presunto autor del incendio que lleva devoradas más de mil hectáreas entre Barjas y Oencia, te responden sin ningún tipo de rubor que allí hay muchos Manueles . Son sólo siete las familias que residen aún en este pueblo olvidado del Bierzo Oeste. Pero nadie suelta la lengua. Como si reinará una especie de «omertá» siciliana. El que lo hace parece poner aún más el acento premeditado en la fala gallega que distingue a los habitantes de esta raya fronteriza para hacerse lo más ininteligible posible.

Si insistes en que el presunto pirómano es el presidente de la Junta Vecinal, entonces el pueblo entero mira hacia la Peña do Seo o hacia Piedrafita para invitar a la Guardia Civil y a la Junta de Castilla y León a que busquen al autor verdadero entre alguna persona que pudiera haber llegado el pasado domingo a primera hora de la tarde a Mosteirós con el único propósito de «meter» fuego al monte.

Las investigaciones de los agentes del Seprona que se han dejado la piel noche y día recorriendo la zona y recogiendo todo tipo de pruebas y testimonios son bastantes consistentes. Tanto como para que Manuel se derrumbara y confesase que él había sido el culpable bajo el pretexto de que las llamas se iniciaron cuando decidió sacudir descuidadamente la pipa de tabaco que se estaba fumando.

Mirando hacia otro lado. Aún así, sus convecinos, no dan crédito. Alguno sostiene incluso que el pedáneo no se encontraba ese día en el pueblo cuando se iniciaron las llamas en el paraje que ellos conocen como A Morteira, entre otros muchos topónimos.

No es de extrañar la actitud de los lugareños. El alcalde de Barjas, el socialista Alfredo de Arriba, que cuando decidió llevar a Manuel en la lista como pedáneo debía ser conocedor del predicamento personal que tenía en la localidad, trató inicialmente de desviar la atención sobre la identidad del presunto pirómano.

Al ser interpelado al respecto por los reporteros de este periódico describió al detenido como el prototipo de un pobre diablo. Incluso dejó entrever que su minusvalía era psíquica y bastante profunda. Luego, al regidor municipal no le ha quedado más remedio que reconocer la cruda realidad. Sin ambages, además, poniéndose al frente de quienes exigen la máxima severidad en el castigo si se confirma que el representante del pueblo es el autor y si las diligencias demuestran que prendió el monte de manera intencionada. «Yo ya les dije a los de la Guardia Civil que les apretaran, que eran sólo siete vecinos y que ahí tenían que saber algo», se jacta finalmente De Arriba.

Manuel L.S. es ajeno desde la tarde del jueves, cuando fue detenido en Ponferrada, a todos estos ejercicios de encubrimiento o acaso sólo de prudencia o tal vez de solidaridad inherente a cualquier ser humano. Pero quienes han estado en contacto directo con él tras su detención creen que su perfil psicológico es el de una persona débil y que si se siente presionado podría llegar a cometer alguna «locura».

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