Diario de León

fiestas del cristo 2010 en el valle del boeza | el discurso del pregonero y el del alcalde

El científico Ángel Alonso pregonará mañana los festejos

Hablará desde el balcón del Ayuntamiento a las 20.00 horas

Ángel Alonso, recibiendo el premio Gil y Carrasco.

Ángel Alonso, recibiendo el premio Gil y Carrasco.

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c. fidalgo/ M. A. Cebrones bembibre
León

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Hijo predilecto de Bembibre. Premio Gil y Carrasco de Ponferrada. Investigador en Alemania. Luchador contra el cáncer. El científico bembibrense Ángel Alonso volverá a su tierra para recibir un nuevo homenaje y de paso homenajear a sus paisanos anunciando las fiestas.

El pregonero de este año es un hombre de ciencia y un humanista. Lo demostró en marzo del 2008, cuando recogió en el Teatro Bergidum de Ponferrada el busto de Gil y Carrasco que le acredita como titular de uno de los premios más importantes que concede el Ayuntamiento de la capital berciana. Aquel 29 de marzo defendió la necesidad de recuperar el humanismo y sumarlo a la tecnología para que la ciencia no camine separada del hombre. Mañana, 12 de septiembre del 2010, su discurso será diferente cuando pregone las fiestas de su pueblo desde el balcón de la Casa Consistorial, a las 20.00 horas, para después dejar que un chupinazo, como en Pamplona, avise a todos de que la villa está de fiesta.

Alonso nació en Bembibre en 1944. Estudió en la vieja escuela de Pradoluengo y después eligió la carrera universitaria de Veterinaria en León, no para ejercer, sino porque estaba convencido de que el prestigio de aquella facultad en la España de los años sesenta, era el mejor camino para formarse como biólogo. Así consiguió, en 1966, el mejor expediente académico de todo el país. Todavía recuerda que obtuvo 23 matrículas de honor, 13 sobresalientes, y un único aprobado porque tuvo una discusión con un catedrático.

Docente en la Universidad de Navarra, fue autor de una tésis doctoral sobre el cáncer hepático que marcó un avance en su disciplina y le valió el sobresaliente cum laude y el Premio Extraordinario de Doctorado.

El siguiente paso sería la investigación internacional, en un campo donde ha acabado dirigiendo a un equipo de 60 personas en la Universidad alemana de Heildelberg, de la que es catedrático. Hace dos años, en Ponferrada, decía que «la investigación no es inmoral, si no amoral» al hablar de las relaciones entre la ciencia y la ética. «Un embrión con 32 células es sacrosanto. Un feto con 12 semanas de gestación, no tiene valor alguno», dijo entonces dejando en evidencia las contradicciones de nuestra sociedad.

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