Linares y Ordás, dos ecos en la plaza
Ponferrada descubre el bronce que recuerda a los dos locutores y estrena la plaza a la que dan nombre
Sonaba Cheek to cheek ( Mejilla contra mejilla ) en la megafonía, la plaza estaba expectante y Yolanda Ordás, que no llevaba nada escrito porque no sabía como se iba a sentir cuando le tocara dar las gracias delante del micrófono, tiró del cordón junto al alcalde para descubrir la escultura con su imagen y la de su marido en la nueva plaza de Ponferrada que lleva el nombre de los dos. La emoción tiró entonces de ella hacia la figura de Ignacio Linares, fallecido en el 2005, y durante unos instantes, notó el latido del bronce bajo la palma de su mano.
Sonaba Cheek to cheek y la plaza se había quedado en silencio viendo sollozar a Yolanda Ordás, que ayer inauguró la escultura y el nuevo espacio urbano con el que el Ayuntamiento ha querido perpetuar el eco de dos voces después de medio siglo de dedicación a la radio.
«No me he fijado en mí. Sólo le miraba a él» explicó después la locutora de Onda Bierzo, arropada por sus hijas y por sus nietos, especialmente el pequeño David, que enseguida se abrazó a la locutora para reconfortarla. «No se separa de mí porque me ha visto llorar y se pregunta que le pasa a su abuela», siguió explicando Ordás, con el micrófono delante, a la gente que llenaba la nueva plaza que el Ayuntamiento ha urbanizado sobre los mismos terrenos de la zona alta de Ponferrada que el abuelo de Linares compró a principios del siglo pasado, cuando volvió de América. «O es una feliz coincidencia o el alcalde sabía muy bien lo que hacía cuando eligió esta zona», añadió Ordás, que un momento antes también había recibido el abrazo del regidor, Carlos López Riesco.
Versos de Mestre. El montaje de Miguel Ángel Varela recuperando las voces de Linares y de Ordás, y mezclando la música de Cinema Paradiso o Memorias de África con un mensaje personal, en forma de versos, del poeta Juan Carlos Mestre, ya había abonado el terreno de las emociones. Con los ojos húmedos, Yolanda volvió a escuchar la coletilla con la que su marido presentaba el informativo de Onda Bierzo; «Buenas tardes, Bierzo, Valdeorras, Laciana y Cabrera. Les habla Ignacio Linares desde los estudios de la avenida de España». Linares en sus cotas más altas, ironizando en verso sobre el alcalde Celso López Gavela, criticando los excesos de un grupo de mineros de la MSP que habían agredido a dos ingenieros, aguantando, junto a Yolanda, el chaparrón en directo de su amigo Luis del Olmo -”ayer ausente porque se había comprometido a entregar un premio lejos de Ponferrada y no tuvo margen de tiempo para descomprometerse-” bromeando sobre el amor que unió durante cuarenta años a la pareja de locutores. «¡Cómo se quieren estos dos!».
«Lo más hermoso es reuniros a todos», había comenzado diciendo a los presentes Ordás, «la voz de los ríos, las campesinas y la nieve», según la había definido la voz grabada de Mestre, que también se había referido a Linares como «el amigo de las vocales de Dios». Luego, Ordás, recordó el vacío que le dejó la muerte de Linares. «Las primeras salidas sin él, me parecía que me faltaba el brazo derecho, y a veces me faltaba todo el cuerpo», compartió con el público que llenaba la plaza. Y la veterana locutora -”le temblaban las piernas, pero no la voz-” agradeció el apoyo de su familia y de sus oyentes, la consideración del alcalde y del Ayuntamiento, y anunció que no tiene intención de retirarse. «Hasta que me echen mis hijas, seguiré al pie del cañón. Tenéis Yolanda para rato», prometió.