Diario de León

La Junta descarta que la pintada del castro de Borrenes sea de grafiteros

La investigación del Seprona apunta a alguien con conocimientos arqueológicos

La pintada afecta a un tramo de 10 metros que llega a la esquina de la puerta del castro.

La pintada afecta a un tramo de 10 metros que llega a la esquina de la puerta del castro.

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Carlos Fidalgo | ponferrada
Ponferrada

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No fue ningún grafitero. La pintada con aerosol que ha estropeado parte de la muralla reconstruida del castro prerromano de Borrenes es obra de alguien que conoce el yacimiento del siglo I y que sabía perfectamente qué piedras manchar de rojo, según las primeras conclusiones del Servicio Territorial de Cultura de la Junta en León, que ayer remitió su informe técnico sobre el suceso a la Dirección General de Patrimonio.

La ausencia de firma -”los grafiteros siempre dejan una marca personal que distingue sus dibujos-” y el hecho de que el autor del atentado contra el yacimiento declarado Bien de Interés Cultural eligiera cuidadosamente las piedras recolocadas en 1999 sobre la muralla original, delimitadas por una pila de pizarra, han llevado a los servicios técnicos de la Junta en León a descartar que detrás del suceso se esconda una simple gamberrada. El autor de la pintada no dejó huellas y se preocupó por llevarse consigo los botes de aerosol usados. Y trabajó con minuciosidad, aunque no le dio tiempo a concluir su obra; la pintura roja que dejó afecta a un tramo de 10 metros lineales de la muralla reconstruida tras las excavaciones dirigidas hace una década por el arqueólogo del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), Javier Sánchez Palencia, y que en los veranos de 1998 y 1999 reunió a una veintena de jóvenes en un taller organizado por el Instituto de Estudios Bercianos.

El Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil se ha hecho cargo de una investigación que ahora apunta a alguien que conoce el yacimiento y que ha querido dejar en evidencia la reconstrucción efectuada a finales del siglo. Ninguna piedra original de la muralla, que alcanza entre 30 y 40 centímetros, está afectada por el aerosol, según constantaron también los arqueólogos de la Fundación Las Médulas que descubrieron la pintura.

La reconstrucción dirigida por Sánchez Palencia sirvió para levantar el muro original hasta los dos metros, en algunos tramos, y dar así una idea al visitante de la finalidad defensiva de la muralla. El castro de Borrenes no llegó a habitarse porque la dominación romana sorprendió a los constructores del asentamiento y abandonaron su tarea.

La Dirección General de Patrimonio deberá decidir ahora la forma de restaurar la zona afectada. Las piedras pintadas, en cualquier caso, no tienen el mismo valor patrimonial que la base de la muralla y podrían volver a recolocarse.

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