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Un incendio paraliza Roldán al inutilizar el tren de laminado de la acerera

El fuego se originó en la red eléctrica y se propagó con velocidad a través de las galerías subterráneas del cableado

El humo se veía desde el exterior de la fábrica.

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m. j. alonso | ponferrada
Ponferrada

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La tragedia se cebó ayer con la factoría de Aceros Roldán en Santo Tomas de las Ollas. La sección de laminación -"donde se ubican los trenes de laminado del acero, la cabeza productiva de la fábrica-" se vio afectada por un gran incendio originado en torno a las 9.30 horas en la red eléctrica. Un fuego que se propagó con rapidez hasta los espacios contiguos a la sala de transformadores y de gestión de aparatos eléctricos a través de las galerías subterráneas que dirigen el cableado, y que incluso obligó a la Guardia Civil a regular el tráfico en el kilómetro 383 de la N-VI debido al denso humo.

El balance es devastador aún no habiéndose conocido con detalle el alcance de los daños. Roldán anuncia su paralización con carácter indefinido, ahora toca decidir si de forma integral o sólo en parte; si se mantendrá la actividad en determinadas secciones o si, por el contrario, las puertas de la fábrica de Santo Tomas cerrarán durante meses, justo ahora que la producción había aumentado hasta situarse en las 9.000 toneladas y el total de la plantilla -más de 470 trabajadores- estaba ya en activo después del Expediente de Regulación de Empleo (ERE) aprobado en febrero del 2009. «Nos encontramos con un problema muy grave, será necesaria una instalación absolutamente nueva y no sabemos si la planta permanecerá parada por completo, puesto que aunque hay talleres que todavía tienen material para trabajar unas semanas, la producción se detiene de forma irremediable durante algunos meses», aseguró el gerente de la empresa, Manuel Ángel Fernández.

Sin heridos. Un total de quince trabajadores del turno de noche permanecían en el interior de la nave afectada cuando se originó el incendio. Ninguno sufrió daños y todos ellos fueron evacuados con total seguridad cuando llegaron los bomberos. En un principio, la plantilla misma intentó apagar el fuego pero la existencia de materiales altamente inflamables no ayudó en la tarea. Fue necesario entonces avisar al servicio de extinción de incendios. Doce bomberos se desplazaron con urgencia hasta las instalaciones de Aceros Roldán, dotados de tres aljibes -cisternas-, dos camiones y una furgoneta. En el parque permaneció tan sólo un retén de tres bomberos del mermado equipo de extinción ponferradino.

La labor fue ardua, complicada y excesivamente peligrosa -tal y como reconoció el jefe de bomberos, José Manuel Valcarce- puesto que en el interior del recinto reposan grandes depósitos de aceite con «miles y miles de litros de combustible» que se emplea en el funcionamiento de las máquinas y motores, y que de haber ardido hubieran provocado un incendio de dimensiones espeluznantes. «Hemos conseguido que no alcanzara una temperatura elevada para empezar a arder», afirmó Valcarce. Asimismo, los bomberos consiguieron salvar de las llamas una decena de transformadores eléctricos almacenados en las cercanías del tren laminado.

El otro gran problema se encontraba bajo suelo, en las galerías subterráneas por las que el fuego campaba a sus anchas. El acceso allí era imposible y la única manera de aplacar las llamas fue inundando la galería desde arriba con espuma. Finalmente, los operativos de extinción desplazados consiguieron controlar el fuego pasada la una de la tarde, pero la extinción no llegó hasta las 15.00 horas, prácticamente seis horas después de las primeras llamas. No obstante, durante todo el día permaneció en la zona un grupo de extinción en labores de prevención, para evitar que el fuego se reactivase en los puntos más calientes.

De momento es imposible valorar el alcance de los daños o hablar de cifras y causas exactas, aunque las pérdidas son millonarias porque «será necesaria una instalación absolutamente nueva», aseguró el gerente. Mañana aparecerán los primeros datos, se conocerá con certeza el origen del fuego y la dirección tomará decisiones, habrá evaluación de daños tanto económicos como laborales.

Miedo a despidos. El temor al parón se extendió como la pólvora entre los empleados que ayer desarrollaban su trabajo en la acerera. Aún sin conocer la posición de la gerencia de la empresa y desconociendo la realidad del desastre, manifestaron su miedo a nuevas regulaciones de empleo, incluso algunos hablaron de despidos inminentes. Meras especulaciones que hasta el martes no encontrarán una respuesta. Así, la plantilla de fin de semana continuó trabajando en medio de la incertidumbre hasta que llegaron las primeras noticias pasadas las 12.30 horas. Había que detener la actividad de manera obligada hasta el lunes.

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