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Torrente de agresiones a los ríos

La Miño-Sil, que resolvió 99 expedientes sancionadores y tramitó 170 denuncias, achaca el incremento de las infracciones al aumento de la vigilancia de los cauces

El Cúa se tiñó de negro a consecuencia de las lluvias que arrastraron residuos forestales calcinados

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m. j. alonso | ponferrada
Ponferrada

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Si bien durante el año 2009 el número de agresiones a los ríos y al patrimonio fluvial del Bierzo había experimentado una merma considerable, el 2010 se cerró con la tramitación de un mayor número de denuncias. 170 infracciones fueron incoadas en el último ejercicio y se resolvieron con sanción un total de 99 expedientes, frente a las 81 que se contabilizaron a lo largo del año anterior y los 60 del 2008. Un balance negativo que, no obstante, encuentra una justificación lógica, tal y como confirmaron fuentes de la Confederación Hidrográfica Miños Sil. Las cifras recogidas no demuestran que las agresiones a los ríos hayan aumentado estrepitosamente, sino que desde hace un año el control de las cuencas es más rígido y se han abierto más investigaciones.

La gran mayoría de denuncias fueron de carácter leve y no se ha registrado ninguna agresión «muy grave». Si ha habido, en cambio, infracciones de las consideradas graves, un total de seis. De ellas, cuatro fueron por vertidos ilegales y las dos restantes por obras. Es esta última actividad la que genera mayor número de infracciones. Casi el 60 por ciento de los procedimientos abiertos el año pasado por agresión a los cauces responden a denuncias de obras. El 33 por ciento por vertidos y sólo un 7,6 por ciento, concesiones. Lo mismo sucede con el número de expedientes sancionadores incoados. 60 responden a obras, 35 a vertidos y sólo cuatro a concesiones.

En cuanto a la procedencia de los vertidos o al actor de la infracción -”empresas, administraciones públicas o personas a título individual-”, la Miño-Sil no ha ofrecido datos. Lo que si aporta el ente hidrográfico es la identidad del denunciante. La guardería fluvial es el organismo que más anomalías detectó, un total de 86. Por detrás, el Seprona, con 32 denuncias. El resto proceden de los propios ciudadanos o de otras vías no identificadas.

Además de los procedimientos abiertos por nuevas infracciones o investigaciones que la propia Confederación decide reanudar, el archivo del organismo de cuenca también contabiliza el número de casos cerrados. El año pasado, 200 denuncias fueros resueltas o archivadas. De esta cifra se desglosan los 99 expedientes resueltos con sanción. Pero a ellos hay que sumar aquellos que no se sancionan -”30-” y los que se archivan -”71-”.

El precedente de Peñarrubia. Pese a que ha aumentado tanto el número de denuncias como el de sanciones, en el año 2010 no se registró ningún caso tan nefasto como el del embalse de Peñarrubia. Durante el mes de agosto del 2009, un vertido procedente -”según todas las investigaciones-” de la cantera de Catisa en Carucedo tiño las aguas del Sil hasta la comarca vecina de Valdeorras. Entonces, el caso fue trasladado a la Fiscalía de León por un presunto delito ecológico y se habló de un multa superior a los 700.000 euros.

En el 2010, los casos más sonados se registraron en el río Cúa. El vertido de decenas de televisores después de extraer el cobre para venderlo, o el color negro que tomaron las aguas como consecuencia de las lluvias registradas en primavera, que arrastraron los residuos de incendios desde las masas forestales de Fornela, motivaron la alerta de la Confederación Hidrográfica.