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El triunfo de la lucha con el cáncer

La presidenta de la AECC en el Bierzo, Concepción Blanco, recibió ayer el Premio Ciudad de Ponferrada a la Solidaridad en un acto emotivo celebrada en el Bergidum

Carlos López Riesco entregó el Premio Ciudad de Ponferrada a la Solidaridad a Concepción Blanco.

Publicado por
m. j. alonso | ponferrada
Ponferrada

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El cáncer le arrebató lo más importante de su vida, pero aún así trabaja codo a codo con él desde hace 29 años, la primera vez que la intervinieron de un tumor. Después de esa y años después, hubo otra operación, la última. Concepción Blanco puede contar hoy que ha superado un cáncer. No corrieron la misma suerte su madre, su esposo y su hija. Todos ellos fueron víctimas de una fatídica enfermedad que se ha convertido en el día a día de esta mujer, presidenta de la Asamblea Comarcal de la Asociación Española Contra el Cáncer (AECC). Ayer, Conce -como le gusta que le llamen- recibió el premio Ciudad de Ponferrada a la Solidaridad en el teatro Bergidum. Un galardón que reconoce la labor que desarrolla al frente de un colectivo integrado en el Bierzo por una decena de personas. Es presidenta y voluntaria, pues personalmente se encarga también de visitar a los enfermos ingresados o que acuden al hospital para recibir el tratamiento de quimioterapia.

Concepción Blanco es, por encima de todo, una mujer luchadora que, pese a las trabas que le ha puesto la vida, ayer envió un mensaje de esperanza para aquellas personas que están pasando por el duro trago del cáncer. Una palabra que -según ella- hay que pronunciar abiertamente, no debe ser un tabú. «La gente toma la palabra cáncer como sinónimo de muerte y no es así. Yo estoy aquí, lo he superado y hoy, por suerte, se curan muchas personas. Hay que tener esperanza y, sobre todo, prevenir», apuntó la presidenta de la AECC en el Bierzo.

Fue el alcalde de Ponferrada, Carlos López Riesco, el encargado de entregarle el premio. El momento de mayor emoción llegó con su discurso, donde además de agradecer la inmensa labor que desarrollan todas las personas de la asociación, recordó a su familia y el apoyo de sus vecinos de Cuatrovientos. Sus nietos -Álvaro y Rocío- se convirtieron en el eje vertebrador de las palabras que ayer pronunció. A ellos atribuyó su energía para seguir adelante. También su madre, de quien aprendió a respetar, ayudar y compartir. Algo que viene haciendo desde hace cerca de tres décadas con personas que merecen respecto, ayuda y, sobre todo, compañía. Y, por su puesto, su hija, la última en irse, «sin maleta».

«Esto es una gran alegría. Ahora con más motivo tengo ganas de hacer cosas y seguir trabajando duro», apuntó en relación al premio una mujer para quien lo más bonito de su trabajo es conseguir sacarle una sonrisa al enfermo y lo más duro, regresar al hospital un mañana y encontrar una cama vacía «porque el paciente se ha ido y no a casa».