«La primera separación me costó un psicólogo; pero volví a acoger»

Once años acogiendo. Esa es la historia de Camino Mata y Jorge Muñoz, una joven pareja de poco más de 40 años que ha ido dando todo su cariño a una decena de niños y que a pesar de que ya se hayan ido continúan presentes en su casa decorando con sus fotos una gran pared. Hace cuatro años llegó un bebé. Su madre había renunciado a ella y a medida que pasó el tiempo los médicos fueron detectándole diferentes problemas. La pequeña tiene autismo junto con otras deficiencias.

«Patricia es una preocupación de toda la familia», explicó esta pareja que son padres de dos hijos ya casi adolescentes y que están muy implicados con el cuidado de su «hermana». La familia se ha volcado con la pequeña y viajan con frecuencia a Madrid «porque en el Hospital de La Paz están los mejores neurólogos».

«La primera separación me costó un psicólogo, pero volví a acoger», comentó Jorge Muñoz, para añadir: «No miras lo que te cuesta cuando se van porque lo importante es lo que te aportan por eso seguimos». «Es la satisfacción de haber ayudado a alguien, a un niño y eso no se paga con nada», apuntó Camino Mata, que se cogió un año de excedencia para poder cuidar a la pequeña. Ahora, la peculiaridad del caso de su «hija» Patricia podría desembocar en una adopción. «Mi hermano y yo ya somos mayores y ahora con Patricia la casa tiene de nuevo alegría», dijo Nuria, la hija mayor de la pareja que anima a todos sus compañeros de clase para que sus padres se conviertan en familia de acogida.

«La separación es difícil, pero ni tus propios hijos son tuyos realmente porque cuando son mayores también se van». Con esta explicación zanjó Camino Mata el dolor de la separación después de tener en su casa durante un tiempo a un pequeño, con los que en muchos casos siguen teniendo contacto.