La memoria de un minero de 83 años en los tiempos difíciles

A sus 83 años, Ceferino Fernández Feijóo es uno de los centenares de hombres que protagonizaron la historia de Antracitas de Brañuelas. Jubilado hace varios años por larga enfermedad, Ceferino no olvida la buena sintonía entre los trabajadores. «Con los compañeros siempre hacías amistades, porque además, aunque cada uno hacíamos nuestro trabajo, al final dependíamos todos de todos. Porque la seguridad en la mina depende de que cada uno haga bien su trabajo», dice.

Como buena labor minera, Ceferino recuerda a un topógrafo que entraba a medir y hacia los cálculos para buscar las capas buenas de carbón. «Recuerdo que íbamos calando desde abajo y calábamos justo al punto que él quería, porque se medía todo a la perfección». Ceferino cuenta que antes de trabajar en Antracitas de Brañuelas lo hizo en otra explotación de San Marina de Torre. «Teníamos que ir andando, pasábamos este monte (camino que ahora divisa desde su casa ) para llegar al trabajo». Recuerda también que un hundimiento en esa mina le dejó atrapado: «Oía a mis compañeros como se esforzaban para sacarme de allí», y la excelente atención sanitaria que recibió «todo a cargo de la empresa». Pese al mal trago, por el que le entregaron un primer carné de pensionista, Ceferino se adentró de nuevo en una mina para conseguir el sustento de su familia. Ya en Antracitas de Brañuelas, que por aquel entonces contaba con cerca de tres centenares de trabajadores, «trabajaba también una mujer, y según contaban habían trabajado varias más, especialmente en la época de la Guerra Civil». La proximidad de la explotación, apenas dos kilómetros desde Santa Cruz de Montes, hacía más cómodo el acceso al trabajo andando que en el autobús.