La Junta alerta de la elevada presencia de la polilla de la vid

La central de avisos del Bierzo informa de que, tras detectar la pasada semana picos elevados de vuelo de la polilla del racimo de la vid, los viticultores deben mantener protegidos sus viñedos y plantaciones. La polilla del racimo (lobesia botrana) es una especie de insecto que se alimenta de las bayas del racimo. Los adultos de polilla realizan las puestas de huevos de los que nacen las larvas que posteriormente dañan las uvas. La afección que producen las larvas en las bayas favorece la aparición posterior de podredumbres en el racimo.

En los municipios más occidentales de la comarca, como Cacabelos, Toral de los Vados o Villafranca, ya se habrán producido las primeras eclosiones, según la Junta, por lo que recomiendan aplicar materias activas como larvicidas (bacillus thuringiensis, clorpirifos, emamectina, metil-clorpirifos, spinosad y tebufenocide). En el caso de los municipios más orientales y en las zonas de mayor altitud, como Arganza, Carucedo, Ponferrada, Priaranza y Camponaraya, la evolución de la polilla va más retrasada, por lo que se recomienda aplicar materias activas de tipo ovicida (fenoxicarb, flufenoxurón, indoxacarb, metoxifenocide) o esperar y aplicar el tratamiento la semana que viene. Pese a todo, desde la central de avisos recomienda alternar las materias activas utilizadas para evitar problemas de resistencia.

También el mildiu. Actualmente la baya tiene el tamaño de un guisante y es en este momento y hasta el envero, cuando las uvas comiéncen a coger color, los racimos son muy sensibles al mildiu larvado, debidos a la infección del hongo plasmopara vitícola, aunque para que haya problemas es preciso que llueva. Por lo tanto, desde la central recomiendan a los viticultores estar pendientes de las previsiones meteorológicas y proteger los viñedos con un tratamiento antifúngico. Las materias activas a utilizar pueden ser de contacto, penetrantes o sistémicas, pero teniendo en cuenta que los racimos no absorben los productos sistémicos, ya que son absorbidos por las hojas y los tallos, pero no por los racimos. Por lo tanto, se recomienda aplicar fungicidas de contacto o penetrantes, que son los que mejor protegen el racimo en las condiciones actuales.