Balboa recupera la figura del militar berciano Francisco Pérez Mercadillo
Le llamaban el coronel . Nació y vivió en Berlanga del Bierzo. Y tuvo una vida azarosa que le llevó a participar en la Guerra de Independencia, en la emancipación de la América colonial, en la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis y en las primeras guerras carlistas. Francisco Pérez Mercadillo (1790-1859), su vida novelesca y la época convulsa en la que se desenvolvió son un material lo suficientemente jugoso como para que el historiador berciano José Antonio Balboa de Paz haya escrito una biografía de doscientas páginas a partir de los documentos que durante un siglo y medio ha conservado su familia.
Y es que Francisco Pérez Mercadillo y su tiempo, presentado ayer por el autor en la Casa de la Cultura de Ponferrada, es precisamente fruto de un encargo de los descendientes del militar, que han guardado la correspondencia que recibió en Berlanga, sobre todo en los últimos años de su vida.
Mercadillo vivió treinta años vertiginosos en los que conoció la guerra, la cárcel, el exilio y una paz ominosa. «Tenía 18 años en 1808 y dejó sus estudios para ser soldado y comenzar a vivir una vorágine de la que no va salir hasta 1842», contaba ayer el autor del libro editado por la propia familia y que contó con la presentación, a título particular, de la presidenta del Instituto de Estudios Bercianos, Mar Palacio.
Mercadillo encadenó guerras, victorias y derrotas. De la península pasó al sur de la Francia napoleónica, con las tropas de Wellington, y a la Colombia levantada en armas contra la dominación española. Liberado tras la derrota del ejército real, Mercadillo desembarcó en La Coruña en 1824, en el momento de la invasión de los Cien Mil Hijos de San Luis que iban a restaurar el absolutismo de Fernando VII. Y claro, como liberal que era y defensor de la Constitución de Cádiz, volvió a acabar encarcelado. De nuevo libre, acabó combatiendo en la Primera Guerra Carlista, pasó otros dos años en prisión (1835-1837) en Navarra y regresó a Berlanga en 1842 con el rango de coronel. De ahí hasta el final de su vida, las cartas que recibió son la base fundamental del libro de Balboa.