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Condenado a un año de prisión por poner una cámara en el baño de sus inquilinas

Debe indemnizar a las dos chicas con 6.000 euros, por un delito contra la intimidad.

Imagen de la localidad de Fabero, donde sucedieron los hechos en el 2007.

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León

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Un vecino de 59 años de Fabero ha sido condenado a un año y quince días de prisión por un delito contra intimidad de la personas. El hombre había colocado una microcámara en el cuarto de baño de una vivienda que había alquilado a dos jóvenes leonesas. Los hechos se desvelaron en noviembre del 2007, cuando el novio de una de las jóvenes descubrió la cámara, que estaba escondida tras unas rejillas del respiradero del aseo. Como Diario de León ya publicó entonces, el dueño del edificio de dos plantas —que residía en el piso de encima al alquilado— confesó a los agentes de la Guardia Civil que el aparato era suyo, aunque se tardó en localizar las cintas grabadas. Los hechos se remitieron al juzgado número 6 de Ponferrada.

Tras la celebración de un juicio de conformidad en la capital berciana, en el que el acusado reconoció los hechos, los abogados de ambas partes alcanzaron un acuerdo por el que, además de la pena de cárcel, el hombre ha sido condenado a pagar una multa de 2.730 euros e indemnizar a cada una de las jóvenes con otros tres mil euros por daños morales, según explicó el abogado de la acusación particular, Santiago Pascua, a Radio Bierzo. La investigación realizada por los agentes que llevaron el caso ha sido larga e incluyó el visionado de un centenar de cintas de video que el hombre había grabado de sus inquilinas y que fueron localizadas en el domicilio del acusado. La policía científica de Madrid se ha encargado de este trabajo. La cámara instalada permitía visualizar lo que ocurría en el cuarto de baño, grabarlo y trasmitirlo a un sistema receptor que no ha sido localizado.

En noviembre del 2007. El edificio en el que ocurrieron los hechos está ubicado en la zona alta de Fabero, muy cerca del poblado minero de Diego Pérez. Aunque fue en la madrugada del 9 de noviembre cuando la Guardia Civil acudió a la vivienda, las jóvenes había alquilado el piso en el mes de mayo, cuando se trasladaron a la localidad por motivos laborales. A pesar de que los agentes llegaron por la noche, sin aviso y con un gran despliegue de medios a la vivienda, la situación no pareció sorprender al acusado, que bajó a la vivienda alquilada para ver qué ocurría.

Las jóvenes consideraban que el arrendatario era una persona afable y no tuvieron problemas con él, aunque les sorprendía que tuviera muy bien controlados todos sus horarios.

El hecho de que el acusado reconociese que había grabado a las dos jóvenes en el baño de la vivienda que les tenía alquilada ha llevado a las partes a alcanzar el acuerdo que implica una condena de cárcel de un año y quince días, una multa de cerca de tres mil euros y una indemnización para cada una de las arrendatarias de otros tres mil euros.

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