Protesta muda por el crimen de Cacabelos

Las campanas de la iglesia volvieron ayer a sonar a difunto en Cacabelos. Su tañer cansino fue lo único que rompió un silencio sepulcral, prolongado durante los quince minutos de protesta muda que se desarrolló en la plaza Mayor, frente al consistorio. Con ella, a la salida de misa y a la hora del aperitivo, unos trescientos residentes del pueblo quisieron testimoniar su condena, repulsa, malestar, temor y miedo por la muerte de Antonio González Álvarez, su vecino de 78 años encontrado por uno de sus sobrinos cosido a cuchilladas en la cocina de su casa a última hora del pasado jueves.

Esta muerte violenta ha trastocado la apacible vida en la villa del Cúa y el alcalde, el popular Adolfo Canedo, —rodeado también de concejales socialistas y de Izquierda Unida—, se dirigió a la población para lanzar un mensaje de tranquilidad. Pidió a todos que no propaguen bulos ni intrigas falsas sobre las circunstancias que rodean este crimen. Con ello, no alentando los rumores, cree que se evitará agrandar el dolor que ahora mismo tiene la familia del fallecido y también no se entorpecerá la investigación de los servicios de policía judicial de la Guardia Civil que lleva el caso.

Sin señalar a nadie. Además, advierte Canedo que no se debe señalar a nadie a la ligera, porque el daño que se puede hacer sería siempre irreparable. Como se recordará, el mismo día del entierro de Antonio, alguien propagó la falsedad de que se había detenido a más de una persona de una determinada nacionalidad. Eso sí, el alcalde añadía que el que conozca algún detalle que pueda dar alguna pista sobre la autoría del suceso lo que debe hacer es comunicarlo a la Guardia Civil.

Los sonoros aplausos del vecindario en memoria del fallecido cerraron la movilización silenciosa y la gente se dispersó. El sentimiento de rabia, de impotencia y los numerosos interrogantes sin resolver es lo que prevalecía entre las personas consultadas. Parecía que les costaba irse para casa y se concentraron en numerosos corrillos junto a los soportales de la plaza Mayor. Nadie quería que su opinión saliera en el periódico con su nombre, pero el alcalde lo resumía con las siguientes palabras: «Hay mucha rabia contenida, hay una sensación de que Cacabelos, que si de algo se distingue históricamente es porque es un pueblo pacífico, acogedor, un pueblo que en su lema lleva ‘Un lugar para vivir’, que nos veamos en estos momentos con esta situación difícil de impotencia, con un acto tan vil y criminal como es éste, hace que la gente, sobre todo mayor, matrimonios que viven solos, tengan una sensación de miedo, de inseguridad y de no saber qué va a pasar».

«Hecho aislado». Ahora sólo se espera que, cuanto antes, lleguen a su fin los trabajos de investigación, se esclarezca lo sucedido y se ponga a disposición de la Justicia al autor o autores de esta muerte. Con ello desean desde el Ayuntamiento que la villa del Cúa destierre la zozobra y recupere la tranquilidad. «Somos una población pacífica y Cacabelos es un lugar donde se puede vivir con total garantía de seguridad, y esto es un hecho aislado. Por eso queremos que cuanto antes todo se esclare y no perder la vitola de pueblo acogedor», resaltaba Canedo.