Descubriendo a Miguel Castaño
Carlos J. Domínguez presenta en Ponferrada su libro «Asesinaron la democracia», sobre la figura del alcalde de León fusilado en 1936, y pide una calle para García Arias.
Las comparaciones son inevitables. El periodista y escritor Carlos J. Domínguez viajó ayer a Ponferrada para presentar su libro sobre el alcalde republicano de León Miguel Castaño Quiñones, fusilado en 1936 después de un juicio sumario que fue más farsa que justicia, y el nombre de Juan García Arias, el último alcalde republicano de la capital berciana, que también murió ante las mismas tapias de Puente Castro, tenía que salir por alguna parte. Y tenía que salir porque si Castaño ha permanecido semiolvidado y el libro de Domínguez Asesinaron la democracia «viene a cubrir una laguna histórica», aseguró su autor, García Arias sigue siendo un personaje del que queda todo por reivindicar.
Castaño tiene al menos una calle en León. De García Arias no hay ni rastro en el callejero de Ponferrada. «Sería un ejercicio de higiene democrática que le dedicaran una calle», reconocía ayer Domíguez, poco antes de reclamar públicamente para el regidor ponferradino y para el resto de alcaldes republicanos fusilados al comienzo de la guerra el mismo reconocimiento que recibió Castaño en 1980.
La presentación de su libro reunió en la Obra Social de Caja España-Duero al presidente de la asociación Activas, que ha impulsado la publicación, Miguel Álvarez, al comisario de la muestra sobre Castaño que puede verse en la sala de exposiciones de la entidad bancaria, Noel Blanco, y al director de Diario de León, Pablo R. Lago, que también tuvo un recuerdo para Juan García Arias.
«Es un libro novelado y no por eso vulnera el rigor de la historia. Carlos es un periodista objetivo, cuenta lo que ve, lo que sabe y lo que conoce», aseguró Lago del autor del libro y de una publicación que, dijo, «nadie puede criticar».
Domíguez, por su parte, definió al histórico regidor de León como un hombre «ideológicamente muy comprometido» y que «nunca se aprovechó de su puesto, ni quiso cobrar ningún salario público». Y recordó la faceta periódistica de Castaño, que comenzó trabajando como tipógrafo en La Democracia y acabó siendo director y propietario del periódico. El libro se apoya en documentación sobre el proceso y cartas personales y se detiene especialmente en la figura antagónica de quien dirigió el pelotón de fusilamiento, el joven conde de Barajas Tristán Falcó Álvarez de Toledo. «Los tenemos a los dos, frente a frente en el pelotón de fusilamiento y son como dos espejos que reflejan la imagen contraria», aseguró el autor del libro.