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León

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Los accionistas mexicanos no quieren saber nada decididamente de su filial europea, la sociedad Vitro Cristalglass que fue adquirida en el 2001 a sus fundadores, la familia berciana Prado Ovalle. Desde hace tres ejercicios desde Monterrey, pese a las condiciones duras por las que también ha atravesado la matriz, se han inyectado notables sumas de capital para ir capeando la situación. Pero ahora mismo las plantas españolas se consideran una verdadera rémora para la estrategia de la multinacional.

Cristalglass, que también exporta sus productos de acristalamiento para la edificación a diversos países europeos, sólo aportó el año pasado un 4% a las ventas consolidadas de Vitro, un gigante que fabrica vidrio y que también se dedica a la producción de elementos para la automoción o para consumo.

«Estamos solicitando que se declare el concurso por la insolvencia que tenemos, llevamos tres años de pérdidas» dijo a diversos medios mexicanos, Roberto Riva, portavoz oficial de Vitro, quien explicó que con el concurso lo que se anticipa ineludiblemente es el cierre de las operaciones en España.

Sin la carga de las pérdidas y la deuda que arrastra la compañía española, el grupo estima que conseguiría un beneficio de entre diez y quince millones de dólares.

El nivel de endeudamiento con el que Vitro Cristalglass ha presentado concurso de acreedores en los juzgados de lo Mercantil de Madrid se fija en torno a los 25 millones de euros (31,3 millones de dólares). La mayoría de los acreedores, o al menos a los que se les debe el mayor volumen de la citada cantidad, son entidades bancarias.

La suscripción de un nuevo crédito por diez millones de euros como en principio se había planteado a la propia Junta de Castilla y León como única tabla de salvación de las factorías y el notable empleo que sostiene en el Bierzo, parece interpretarse definitivamente desde México como un huida hacia ninguna parte.