nuevo mazazo a la industria comarcal
Despido colectivo para los 421 de Vitro
La multinacional mexicana se despide de España después de tres años de sucesivas y grandes pérdidas. En no más de un mes se prevé la paralización total de las plantas bercianas tras el concurso de acreedores.
No se buscan diez millones de euros para insuflar liquidez a la compañía, ni un ajuste de plantilla que optimice la competitividad de las fábricas. La multinacional mexicana Vitro tiene muy claro que no desea proseguir con su negocio de transformación de vidrio para la construcción en España por cuestiones eminentemente económicas y estratégicas.
El conglomerado vidriero con sede en Monterrey, con el telón de fondo de las maniobras de despiste tanto con los bancos como con las administraciones, como con los representantes de los trabajadores, ha activado todos los mecanismos necesarios para abandonar sus principales plantas de producción en nuestro país. Se trata de las factorías bercianas de Camponaraya y de La Rozada (Toral).
Además de la presentación del concurso de acreedores, Vitro ha iniciado el procedimiento de despido colectivo para los 421 operarios de las mencionadas fábricas, así como para los de los cerca de 60 más de otros centros logísticos en Fuenlabrada, Gijón y Náquera (Valencia). Esta documentación se ha presentado ante la Dirección General de Trabajo y Prevención de Riesgos Laborales de la Junta de Castilla y León, aduciendo genéricamente «causas económicas y productivas».
El principal ejecutivo de la compañía en España, Jaime rico, uno de los directivos del núcleo duro del conglomerado mexicano, lo confirmó a los trabajadores de Vitro Cristalglass a través de una nota en la que simplemente se precisa que en el periodo de consultas de 30 días que se abre ahora se tratarán de analizar «las posibilidades de evitar o reducir los despidos colectivos y de atenuar sus consecuencias».
Tres años en rojo
El concurso de Vitro Cristalglass no tiene como fin tratar de reanudar la actividad de las fábricas en condiciones de cierta viabilidad de futuro. La meta es la liquidación o bien la venta de todos los activos de la compañía para abandonar un negocio que arroja pérdidas ininterrumpidas a lo largo de los últimos tres años.
«La situación del mercado en el que operamos y la imposibilidad de obtener financiación adicional no nos han dejado otra opción», sostiene Rico en el mismo comunicado dirigido a la plantilla. Y con la espada de Damocles sobre la cabeza de los trabajadores aún ha reclamado su colaboración para tratar de garantizar durante un periodo indefinido —pero que todas las fuentes consultadas por este periódico consideran que no irán más allá de dos o tres semanas— las operaciones y los pedidos pendientes con los distintos clientes de la empresa.
Aunque en ambiente altamente caldeado que se vivió ya ayer por la mañana por parte de los trabajadores, ante el temor de que se produzcan maniobras que descapitalicen la sociedad y que afecten a sus liquidaciones, es posible que la paralización incluso se adelante. Lo que ha constatado este periódico es que desde hace días ya no se admiten más pedidos.