Los últimos de la Rosaleda
Los inquilinos de la Torre de la Rosaleda han abandonado ya sus casas y sólo acuden al edificio para recoger sus cosas después de diez días sin luz ni agua.
Hace tres años comenzaba un sueño para muchas familias, parejas, solteros y solteras que querían iniciar una nueva vida en la capital berciana y decidieron comprar un piso en la edificio más alto de Castilla y León: la Torre de la Rosaleda. Un sueño de altura que se ha visto truncado debido al impago que la promotora Hogalia tiene con la distribuidora Gas Natural-Fenosa Castilla y León, empresa encargada de suministrar al edificio de electricidad. El problema reside en que la promotora, de origen asturiano, no tiene solvencia económica y no puede hacer frente a los cerca de 70.000 euros que tiene pendientes con la distribuidora eléctrica, según explicó la presidenta de la comunidad de vecinos, Lucía Delgado, que añadió que también debe unos 150.000 euros a la vecindad. Según declararon los vecinos, la empresa Hogalia «está desaparecida» y nadie recoge nada que vaya a su nombre, además toda la información se la dan por teléfono y ningún responsable se ha pasado por el edificio para intentar solucionarlo.
Y en esto se ha convertido la vida de los vecinos —llegaron a ser medio centenar— que llevan cerca de diez días con un corte de electricidad que afecta a las zonas comunes del inmueble. Diez días sin agua, luces de emergencia, ascensores, videoporteros, sistemas antiincendios... que ha hecho que la vida de los residentes de uno de los inmuebles más espectaculares de la ciudad, la Torre de la Rosaleda, sea una auténtica pesadilla y hayan abandonado sus casas. «El mayor de los problemas es el corte de agua, con lo cual cada vecino se ha tenido que apañar como ha podido, duchándose en casa de los amigos, acomodándose con las suegras o con hermanos», comentó Lucía Delgado.
Según la presidenta de la comunidad, los vecinos «llevan un año intentando cambiar de titular, pero al existir el impago de ese contador ninguna compañía eléctrica quiere dar de alta al edificio». Existía la opción de que Iberdrola hiciese el contrato de suministro del edificio, pero como el transformador es de alta tensión y está a nombre de Hogalia, Fenosa se niega a hacer el enganche. Y así, un edificio de 30 plantas y más de cien metros de altura ha pasado de ser un inmueble de ensueño y se ha transformado en un bloque fantasma, donde los vecinos han ido abandonando poco a poco sus apartamentos y las únicas personas que acuden al edificio lo hacen para recoger sus últimas pertenencias o para imaginar una vida que por el momento se ha quedado en eso, un sueño.
Otra de las preocupaciones de los vecinos en estos días son los impagos de la comunidad, que afectan tanto a propietarios como alquilados. «Los pisos se alquilan con comunidad incluida, el problema es que después los caseros no pagan ese dinero a la vecindad», añade la presidenta. Vecinos del inmueble también se han puesto en contacto con este medio para denunciar la entrada de intrusos en las terrazas del edificio, que en estos días ha sido algo habitual.
Donde hace unos meses había niños corriendo, ascensores que subían y bajaban, alguien que se asomaba a una ventana o charlaba con otro residente, hoy solo quedan unas viviendas vacías a la espera de que todo se solucione.